Espectáculos
Por
Abdel Robles
Publicado el lunes, 6 de octubre del 2008 a las 16:00
Madrid, España.- Al igual que en la actualidad las ciencias biomédicas ocupan, por su pujanza, un lugar central en el universo científico, también protagonizan esas disciplinas varias de las series de televisión de más éxito: House, CSI y Bones.
Ahora bien, nada puede atraer grandes audiencias manejando únicamente profesiones, ideas y técnicas; son necesarias las personas, los Grissom, Temperance Brennan, Seeley Booth o Gregory House.
En el fondo es preferible al muy imperfecto -es egocéntrico, despótico, maleducado, machista y no para de tomar analgésicos- doctor House.
En primer lugar, su mundo es el de la vida, no el de la muerte; busca remedios para salvar vidas, no identificar criminales, aunque, es cierto, éstos sean buscados también para evitar que cercenen más vidas. En segundo lugar, es un clínico de primera; de esos que se hacen una idea de cuál es tu problema con sólo verte.
Y también es un científico extraordinario; demasiado bueno, naturalmente, para ser real. Pero en su búsqueda de soluciones para casos imposibles necesita de otros.
Se mueve, con toda su insolencia y desprecio a las normas, en el territorio del diálogo socrático. Por eso necesita ayudantes a su lado.
Es instructivo, aunque se piense que no es creíble, contemplar en acción lo que es la esencia del método científico: identificar los elementos que intervienen en el problema, ver cuáles son los hechos -”los hechos no mienten; los enfermos, sí”, dice House-, para a continuación introducir hipótesis que puedan explicar lo que sucede, y finalmente comprobarlas actuando, dominio en el que House está dispuesto a tomar todos los riesgos y a saltarse todas las prohibiciones que hagan falta.
Se dirá que House tiene tantos defectos que no se le puede admirar, mucho menos querer. Pero se puede, aunque no podamos aceptar todo lo que hace. Sus ayudantes -extremadamente inteligentes-, Foreman, Cameron y Chase, le admiran, y, como mínimo, Cameron, su sufrida jefa, Lisa Cussy, y el oncólogo James Wilson, que saben ver el fondo de su atormentada personalidad, le quieren. irreverente
Doctor House: Su problema es muy grave. Su mujer le pone cuernos.
Paciente: ¿Qué?
Doctor House. Está usted naranja, imbécil. Y que usted no se dé cuenta, pasa. Pero si su mujer tampoco ve que su marido ha cambiado de color, es una mala señal. Búsquese un abogado.
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