Internacional
Por Agencias
Publicado el martes, 17 de enero del 2017 a las 10:03
Villa de Reyes, San Luis Potosí.- Sobre el desierto pedregoso de San Luis Potosí descansan dos esqueletos blancos, gigantes. Son las estructuras de los edificios de la planta armadora que Ford canceló sorpresivamente. Pese a que estos restos son de acero, representan cómo las ilusiones del progreso para la población murieron y permanecen enterradas en un árido panorama para la industria automotriz mexicana.
Con una inversión de mil 600 millones de dólares, la planta de Ford pretendía consolidar el sector de la industria automotriz como uno de los principales motores económicos del país y de América del Norte.
Sin embargo, la política antimigrante, proteccionista y racista de Donald Trump se tradujo en una amenaza mayor cuando advirtió a las empresas automotrices y a toda industria que se atreviera a invertir en plantas en otros países –principalmente en México– que lanzaría un impuesto superior al 35% a sus productos.
Ford Motor Company había dicho en varias ocasiones que no cancelaría sus planes, sin importar los amagues arancelarios de Trump, pero no cumplió.
“Donald Trump nos quitó Ford para llevárselo”, dice Concepción Segura, de 54 años, uno de los humildes pobladores más perjudicados por la decisión. Él, su esposa y cuatro de sus seis hijos trabajaban en la construcción de la planta.
“El de allá de Estados Unidos (Trump) es el que está apretándonos las tuercas”, dice Segura. Él teme que si cierran más plantas habrá mucha carestía y poco trabajo. Al costado de la fallida planta de Ford está Providencia, un poblado de 30 casas. Allí vive Teresa Contreras, una mujer de 34 años, que tenía mucha ilusión de estar trabajando en la compañía en el sector limpieza.
“Me dijeron que iba a durar como cuatro años y sólo fueron cuatro meses”, se lamenta. No tiene idea dónde puede trabajar ahora.
‘TLCAN MUY INCIERTO’
“Veníamos creciendo muy bien, pero con Ford iba a haber una aceleración de este crecimiento”, explica Gustavo Puente, secretario de Desarrollo Económico de San Luis Potosí, al lamentar la cancelación del proyecto que aportaría al estado 2 mil 800 empleos directos y 10 mil indirectos.
Pocos días antes de que el presidente electo estadunidense inicie su mandato, crece la preocupación sobre si Trump cumplirá las promesas de su campaña electoral, entre ellas que Estados Unidos se retire del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que permite a México exportar autos con arancel cero, o que imponga el castigo de 35% a los autos producidos en el país.
Y también la decisión de Ford podría provocar un efecto contagio entre otras empresas del ramo, golpeando al pujante sector que representa el 3% del Producto Interno Bruto a nivel nacional.
La situación podría matar a la industria mexicana, que trabaja como una de las mejores en mano de obra calificada para las empresas alemanas, coreanas, japonesas, estadunidenses, españolas e italianas, mientras que la posibilidad de que más empresas sigan los pasos de Ford podrían incrementarse después del próximo viernes.
‘NO TODO ESTÁ PERDIDO’
Sin embargo, no todos los proveedores de autopartes están preocupados. Gunter Daut, vicepresidente en México de la alemana Bosch, cree que “es muy temprano” para hacer pronósticos sobre el futuro de la industria bajo Trump.
Luis Caballero, jefe de planta en TI Automotive, una marca global de capital estadunidense, se muestra optimista, no sólo porque su principal cliente es la alemana BMW, que inicia operaciones en 2019.
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