La Razón | Ciudad de México.- Creado por Gō Nagai, Mazinger Z es uno de los personajes del entretenimiento televisivo más querido en occidente, referido incluso por aquellos no iniciados dentro de la cultura del anime, de la que sin duda es uno de los máximos representantes.

Pero esa no es la única de las creaciones del célebre mangaka. Quizás no tan conocido como el ya mencionado robot gigante —con quien por cierto tuvo un peculiar encuentro a través de una película en1973— pero con el mismo estatus de culto en su país de origen, Devilman es un clásico, y a más de cuatro décadas de su lanzamiento en papel —dentro de las páginas de Weekly Shōnen Magazine—, está de regreso a través de una serie producida ni más ni menos que por Netflix, dirigida por Masaaki Yuasa, responsable de como Ping Pong the Animation y Mind Game.

Programada para salir con 10 episodios y partiendo de la misma premisa —un joven mitad demonio que enfrenta monstruosas criaturas—, la serie no sólo conserva los rasgos originales de la obra de horror místico sustentado en el drama que se convirtiera en una serie animada en 1972, contará también con tres especiales y una adaptación al live action en el 2004; sino que los potencia para ofrecer un concepto delirante que se sumerge en la naturaleza de los instintos, la maldad, la lealtad y trastoca los roles sociales.

Uno de los principales aciertos es cómo el trayecto del protagonista y la forma en que su contrastante personalidad impacta en la vida de quienes le rodean, se va delineando con cuidado y está íntimamente ligado con las atmósferas, que con violencia van de la sencillez a lo alucinante, vía las explosiones de color y la música retro, en un claro guiño a la serie de los 70.

También destaca la forma en que se juega con las perspectivas y se deforman las proporciones, muy al estilo estilo del genial estadounidense de origen coreano Peter Chung y su Aeon Flux.

Se agradece que aunque la violencia es explícita, está calculada, lo mismo que las dosis de contenido sexual que hacen de Devilman Crybaby, un estilizado y retorcido cóctel de aire pop que aunque no es para todos las sensibilidades, dejará satisfechos a los fans y resulta ideal para aquellos que quieran acercarse por primera vez al anime, más allá del trabajo de Miyazaki, mucho más que conocido por estos lares.