Saltillo, Coahuila.- Pequeño y distinto entre las masas por su corta estatura, su cabello blanco y sus grandes lentes, el obispo Raúl Vera llegó minutos antes de que iniciara la ceremonia que ayer le prepararon activistas y amigos que aprendieron de él ese sacrificado quehacer de poner ante la luz las causas duras.

Traía puesta la guayabera blanca que usa en temporadas de calor y el pantalón negro que le combina, viene a cuestas por una de las peores crisis intestinas de su Diócesis: la investigación de las autoridades sobre sacerdotes pederastas y las acusaciones del Gobierno local contra su persona.

Desde principios de agosto, el Obispo se presentó ante el Ministerio Público para declarar sobre dos exsacerdotes de los que él recibió denuncias de pederastia; después, el Gobierno aseguró que por su culpa se habían escapado de la justicia otros tantos sacerdotes.

Se generó entonces el conflicto que enredó a las dos partes: el fraile dijo que las acusaciones en su contra son represalias después de que su Diócesis, junto con otras asociaciones, entregó un documento ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya en el que abordaron casos como el de las violaciones a los derechos humanos en el penal de Piedras Negras y la matanza de Allende.

Ante las acusaciones, más de 200 asociaciones firmaron el mes pasado una solicitud al Gobierno de la entidad para que “deje de intimidar y perseguir” al jerarca católico.

“No tengo miedo ni odio”, dijo Vera ayer ante aquellos activistas que se reunieron en un inmueble de la Diócesis en el Centro de Saltillo, a unos pasos de la iglesia de San Francisco.

A la entrada de la reunión extendieron una mesa con barriles de aguas frescas y al interior otra mesa con mantel para dar sostén al presidio formado por Vera López y un par de activistas y organizadores.

Se le preparó al Obispo un festín de material audiovisual, discursos y anécdotas que ensalzaron y ahondaron sobre su trabajo como pastor y también como activista, “amigo de las causas difíciles”.

Poco a poco una maestra de ceremonias fue nombrando asociaciones, colectivos, grupos e individuos presentes en el salón, que se acercaron a Vera para darle palabras de apoyo y expresar todo el sentir sobre la problemática que enfrenta.

Todos fueron hablando y escuchándose así mismos y al resto. El Obispo siempre estuvo contento y sonriente, hasta que un grupo de personas con ropas sencillas se acercó con una enorme humildad a la mesa hacía la audiencia a los amigos.

“En el abrazo maya, don Raúl, se dice que yo soy tú y tú eres yo”, le dijo una de las mujeres del grupo –que forma el colectivo Sí a la Vida–, y le dio un abrazo, sentido y prolongado.

Las madres de Fuerzas Unidas por Nuestros De-saparecidos en Coahuila (Funndec), demostraron también su apoyo. “Cuando empezamos la lucha, cuando todos decían que nuestros hijos y nuestros esposos estaban desaparecidos porque andaban en algo malo, tú creíste en nosotros, tú estuviste con nosotros; hoy que tú pasas por un momento difícil, aquí estamos contigo”.

El encuentro finalizó con música. Una cantora interpretó simbólicos poemas y canciones, la última bailada por el propio Obispo, a quien mujeres de los colectivos y asociaciones invitaron a moverse con ritmo en la pista.