Saltillo, Coah.- “Heme aquí, Señor que vengo a hacer Tu voluntad”, es el mandato que con firmeza ha seguido el padre Manuel Fernando Pachicano Llaca a lo largo de 35 años de vida sacerdotal.

Dentro de sus preocupaciones está siempre ser fiel al llamado de Dios y poderlo servir donde quiera que esté, y es precisamente su pequeño templo el que quiere transformar para que más gente escuche el evangelio. Pero más allá de los proyectos piensa que los siete lustros al servicio de Dios adquieren un gran significado de agradecimiento y perdón.

“Ha sido un tiempo de oración y reflexión con el Señor y el primer sentimiento es de agradecimiento por la vocación que Dios me dio al llamarme al sacerdocio, además un sentimiento de petición de perdón al señor por no haber sido todo lo que esperaba de mi, por las fallas que tenemos siempre y pedirle su gracia para seguir adelante”, dice.

El padre Manuel Fernando Pachicano guarda un sentimiento muy especial hacia la Santísima Virgen, pues ella que es la madre de Cristo, como sacerdote también lo ha acompañado a lo largo de su vida.

“Yo digo: si Ella dio a luz a su muy eterno sacerdote, debe estar del lado de los sacerdotes colaboradores de su Hijo”, comentó.

Tras 35 años de vida pastoral, el último en la parroquia de San Patricio Misionero en la colonia Brisas después de haber sido rector de Catedral, el sacerdote señala que muchos han sido los cambios desde que salió del seminario cuando tenía 26 años.

“Todos tenemos un slogan de nuestra vida sacerdotal, uno lo elige cuando se va ordenar y el mío es la carta a los hebreos ‘Heme aquí, Señor que vengo a hacer tu voluntad’, ése es mi programa de vida, y creo que podría haber muchos cambios en la forma de vivirlo, empieza con la ilusión, con los sueños, expectativas medio color rosa que a lo largo de los años, a veces no es fácil decir señor aquí estoy para hacer tu voluntad, a uno lo cambian, lo trasladan, y allí es donde hay que decir aquí estoy, Señor”, explicó.

El padre Pachicano afirmó que ha vivido momentos de soledad, de tristeza, de no entender la voluntad de Dios y eso pasa siempre pero no con un deseo de dejar el sacerdocio, pues siempre ha estado convencido de terminar su vida ejerciéndolo.

En estos tiempos ser sacerdote es difícil porque en medio de un mundo materialista, el sacerdocio es sacrificio, es entrega y renuncia, cualidades que los jóvenes de hoy no alcanzan a entender.

Por ello dice que en cualquiera que sea la vocación elegida, no se puede creer que la felicidad está en el tener, el placer o el poder : “La felicidad está cuando uno sabe amar a la esposa o al esposo que se consagra toda la vida, o a la profesión para quien pude uno servir, o a Dios en la vocación sacerdotal porque lo material pasa” .

Fiel a su vocación, afirmó que vale la pena seguir a Jesús, como tres de los jóvenes de su parroquia que han aceptado seguir este camino.