La Organización Internacional del Trabajo (OIT) decidió en 2002 conmemorar el 12 de junio como Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con la finalidad de generar conciencia sobre la magnitud del fenómeno y sumar esfuerzos para erradicarlo”.

El término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a las infancias de su niñez, su potencial y su dignidad. Perjudicial para su desarrollo físico y psicológico.
La UNICEF no se opone a que los niños y niñas realicen determinadas “tareas”.

La Convención No.138 de la OIT permite cualquier tipo de “trabajo ligero”, esto es: la participación de niños, niñas y adolescentes a partir de los 12 años, en una actividad, que no afecte de manera negativa su salud o su desarrollo, ni interfiera con su educación, y que no sea de ninguna manera equivalente al trabajo infantil, ya que estas “tareas”, a menudo, resultan positivas.

Trabajo infantil, se refiere a las actividades que realizan en contra de las normas de la OIT en las Convenciones 138 y 182. Esto incluye a todos los niños menores de 12 años que ejecutan cualquier actividad económica, así como a los que tienen de 12 a 14 años y efectúan un “trabajo más que ligero”, y a los niños y las niñas sometidos a las “peores formas de trabajo infantil” que son aquellas que resultan peligrosos para su salud, seguridad o moralidad.

El director general de la OIT, Guy Ryder, en su declaración con motivo del Día Mundial contra el trabajo infantil 2022, señala que la pandemia ha puesto en riesgo a más niños y niñas en el mundo, debido al aumento de la pobreza, la desigualdad y el cierre de escuelas.

Que sin medidas determinantes por parte de los gobiernos, el número de niños y niñas en situación de trabajo infantil podría aumentar en casi 9 millones, esto es: hasta los 169 millones en este año. Que la protección social es una medida poderosa para prevenirlo (medida adoptada en mayo de este año, en la Quinta Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil), ya que proporciona a las familias, seguridad de ingresos en tiempos difíciles, sin tener la necesidad de enviar a los hijos a trabajar. Que los sistemas de protección deben llegar a todos, pero especialmente a los más vulnerables, garantizando trabajo decente para los adultos y una educación de calidad para niños y niñas.

Conforme al análisis anual que realiza el Departamento de Trabajo del Gobierno de Estados Unidos –dado a conocer en septiembre del año pasado–, señala que existen abusos en sectores puntuales en más de 145 países y México no es la excepción, aún cuando se reconocen algunos avances, detalla las áreas en las que se detecta riesgo.

Cifras del Inegi, estiman que a la fecha 3.2 millones de niñas y niños de 5 a 17 años, que trabajan en actividades económicas no permitidas o en quehaceres domésticos, y 2.3 millones de infantes de 5 a 17 años se encuentran ocupados en actividades económicas, de ellos, 2.1 millones laboran en trabajos no permitidos.

Luchar contra el trabajo infantil es sin duda una gran tarea para los gobiernos y las organizaciones, pero cada uno de nosotros puede contribuir a su disminución, con acciones como dar empleo a los padres en lugar de niños y niñas, eliminar en nuestro entorno las normas sociales que legitiman el trabajo infantil, concientizar a nuestra familia y a los hijos sobre las consecuencias sociales, físicas y psicológicas de trabajos de riesgo. Y en caso de ser empresario o emprendedor, revisar la guía para empleadores editada por la Organización Internacional del Trabajo.