Nacional
Por Agencias
Publicado el jueves, 22 de febrero del 2018 a las 01:30
Ciudad de México.- Nueva evidencia de un estudio en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, podría desanimar a aquellos que han elegido el lado del debate de la dieta baja en grasa frente a la alimentación baja en carbohidratos.
Ninguna de las opciones es superior: reducir carbohidratos o grasas rebaja el exceso de peso en aproximadamente la misma proporción, según este estudio. Además, los niveles de insulina o un patrón de genotipo específico no predecían el éxito de un individuo en cualquiera de las dietas, hallaron los autores.
“Todos hemos escuchado historias de un amigo que siguió una dieta, funcionó muy bien, y luego otro amigo probó la misma dieta, y no le funcionó en absoluto –apunta el autor principal del trabajo, Christopher Gardner, profesor de Medicina en Stanford–. Es porque todos somos muy diferentes y estamos empezando a comprender las razones de esta diversidad. Tal vez no deberíamos preguntarnos cuál es la mejor dieta, sino ¿cuál es la mejor dieta para quién?”.
Investigaciones anteriores han demostrado que una serie de factores, incluida la genética, los niveles de insulina (que ayudan a regular la glucosa en el cuerpo) y el microbioma, pueden inclinar la balanza cuando se trata de la pérdida de peso. El nuevo estudio, que se publica este martes en ‘JAMA’, se centra en la genética y la insulina, buscando descubrir si estos matices de la biología alentarían al cuerpo de una persona a obtener más beneficios de una dieta baja en carbohidratos o de una dieta baja en grasas.
Los autores principales del estudio son Gardner; Abby King, profesora de investigación y política de salud y de medicina; Manisha Desai, profesor de medicina y de ciencia de datos biomédicos; y John Ioannidis, profesor de medicina. En su búsqueda para descubrir si los factores biológicos individuales dictan la pérdida de peso, Gardner reclutó a 609 participantes entre las edades de 18 y 50 años; aproximadamente la mitad eran hombres y la mitad, mujeres.
Todos los participantes fueron aleatorizados en uno de dos grupos dietéticos: bajo en carbohidratos o bajo en grasa. Cada grupo recibió instrucciones de mantener su dieta durante un año. Para el final de ese año, cerca del 20 por ciento de los participantes habían abandonado el estudio debido a circunstancias externas, destaca Gardner.
Los individuos participaron en dos actividades previas al estudio, cuyos resultados fueron luego probados como predictores de la pérdida de peso. Se secuenció una parte de su genoma, permitiendo a los científicos buscar patrones genéticos específicos asociados con la producción de proteínas que modifican el metabolismo de los carbohidratos o las grasas. Entonces, los participantes se sometieron a una prueba de insulina de referencia, en la que bebieron una solución de glucosa (como el jarabe de maíz) con el estómago vacío, y los investigadores midieron la producción de insulina de sus cuerpos.
En las primeras ocho semanas del estudio, se les dijo a los participantes que limitaran su ingesta diaria de carbohidratos o grasas a solo 20 gramos, que es aproximadamente lo que se puede encontrar en 1,5 rebanadas de pan integral o en un generoso puñado de nueces, respectivamente. Después del segundo mes, el equipo de Gardner instruyó a los grupos a hacer pequeños ajustes incrementales según fuera necesario, agregando 5-15 gramos de grasa o carbohidratos gradualmente, con el objetivo de alcanzar un equilibrio que creían poder mantener durante el resto de sus vidas.
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