Frontera, Coah.- Asus 95 años de edad es una persona independiente, Tomasa Leija de Torres, es una persona lúcida y ha sido un ejemplo hasta para sus tataranietos por ser una mujer trabajadora y visionaria.

Sentada en su mecedora en la colonia Occidental, Tomasa señaló que le gusta cocinar para ella y sus hijas que viven con ella, le gusta estar dinámica y no depender de nadie, le gusta estar acompañada de su familia.

Su secreto de longevidad es no comer harina, no beber refresco, no come alimentos chatarra ni fritos porque le hace daño a su salud, es alimentarse de productos saludables como calabaza con pollo, sopa con pollo, aguacate, nopales, limonada en la mediodía como bebida y verduras.

Doña Tomasa nació un 7 de marzo de 1923 en Palaú, a los 15 días de nacida su madre murió por problemas de parto, una prima de su progenitora quien radicaba en Estados Unidos se encontraba embarazada y perdió a su bebé, sin embargo, solicitó al padre de la niña enviarla al extranjero para criarla como su hija, pero lamentablemente a los 9 años falleció su madre adoptiva.

Fue un calvario para la niña, no hablaba español sólo inglés cuando llegó a Minas de Barroterán, su familia no le entendía lo que quería comer ni lo que deseaba, ella solicitaba beans (frijoles) y su padre no entendía a qué se refería, afortunadamente una maestra de inglés vivía enfrente de su casa y le ayudó a saber comunicarse con la gente de su alrededor, le enseñó hablar y escribir español

La niña en la escuela no entendía las clases ni el lenguaje de sus compañeros, batallaba y con señas se daba entender.

De primero extrañaba Estados Unidos, porque es muy diferente a México, al ejido donde vivía de niña, sí logró la ciudadanía americana, pero su abuela tenía los documentos, pero falleció y no logró recuperarlos, su esposo ya no la dejó que visitara el extranjero por temor que se quedara a vivir allá.

A los 23 años de edad se casó y su esposo era de 35 años de edad, su noviazgo fue por carta y sólo miraba a su esposo cuando pasaba por su casa, su padre no la dejaba salir con hombres, porque en aquel tiempo era mal visto que una señorita saliera a pasear con el novio, sólo se escribían y hasta que su esposo la pidió en matrimonio fue el día que salió con él y se trasladó a su nuevo domicilio a varias cuadras de su casa.

Tuvo 11 hijos, 6 mujeres y 5 hombres, el hijo mayor tiene 70 años de edad, tiene tataranietos, sus reuniones son para más de 200 personas, cuando hacen alguna festividad cierran la calle porque se llena la casa.

“Nosotros vivíamos en Minas de Barroterán, yo no quería que mis hijos trabajaran en las minas, tenía la mala experiencia de dos familiares que habían fallecido, no quería esto para mis hijos, decidí venirme a Frontera para que ellos salieran adelante, de inmediato algunos se acomodaron en AHMSA, otros estudiaron y salieron adelante, yo compré casa aquí en Frontera, mis hijos fueron criados en rancho de Saucedo de Naranja, cerca de Barroterán, pero yo quería que ellos se superaran, que no se quedaran de mineros”, mencionó.

Relató que ella tenía 70 cabras, le gustaba el rancho, pero decidió comprar una casa para vivir con su familia, como mujer visionaria adquirió la propiedad y se cambió a su nueva vivienda.

Le gusta la música de mariachi, sus hijos le llevan cada vez que cumple años o cuando ella se los solicita, le sobreviven sus hijos, Jesús, Víctor, Petra, Socorro, Guadalupe, Juanita, Malena, Leonardo, Dolores y Martín.

Con su andadera a un lado, a doña Tomasa le gusta escuchar radio, no le gusta ver la televisión, prefiere escuchar música y le gusta viajar en autobús a la Ciudad de México con uno de sus hijos.

Dijo que su esposo falleció de 85 años de edad, porque bebía cerveza, sin embargo, ella nunca ha tenido vicios y esto es otro de los secretos de su longevidad que le ha permitido conservarse saludable, vivió 52 años con su marido.

Su casa la vendió a una de sus hijas y repartió una parte del dinero a sus hijos, mientras que otra parte la guardó para subsistir, en un cuarto acomodó su estufa, ropero, mesa de trastes y dos camas.

Cada año se llena su casa, doña Tomasa se encuentra rodeada de sobrinos, hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, yernos y nueras que la buscan para platicar con ella, para pasar unos momentos agradables y escuchar sus consejos llenos de sabiduría.

A sus 95 años de edad ama su celular y llama a sus hijos que viven en el extranjero, se comunica con ellos, ni sus hijos le saben al teléfono como ella lo maneja para marcar a sus seres queridos.