Seguridad
Por Ruta Libre
Publicado el lunes, 27 de febrero del 2017 a las 16:35
Por: Rosendo Zavala
Saltillo, Coah.- Atacando con profundo rencor a su maestro, Rafael hizo el movimiento que lo convertiría en asesino automáticamente, porque con saña degolló al hombre que minutos antes le había solicitado favores sexuales a cambio de una buena calificación.
Decidido a todo para “lavar su honra”, el estudiante de Arquitectura fabricó la escena del crimen para desviar la atención de las autoridades, quienes lo aprehendieron cuando intentaba huir de su triste y sangrienta realidad.
Encuentro fortuito Y es que la llegada de los exámenes finales absorbían su atención por completo, pues sólo deseaba librar el semestre escolar con éxito y estaba en un punto de ebullición donde una desatención a la escuela le costaría algo más que un simple regaño de sus padres.
Repentinamente, una voz conocida lo sacó de sus andanzas mentales haciéndolo voltear la vista. Frente a él estaba Alonso, el profesor que le había asignado varias maquetas como parte de los trabajos para acreditar la materia.
Tras un breve intercambio de palabras, el catedrático convenció a su alumno de que le mostrara los avances de la tarea que tenía pendiente, siendo así como inició la historia de la tragedia que se escribió con letras de sangre.
Propuesta indecorosa
Frente a sus vecinos que les vieron perderse en la distancia, Rafael y Alonso caminaron hasta llegar a la casa que el universitario rentaba en el sector, adentrándose en el sitio que tomarían como escenario de la funesta batalla.
Apenas habían pasado algunos minutos cuando el mentor calificaba el proyecto de su educando sin piedad, haciéndole creer que necesitaba algo más que talento para dar forma a la maqueta que en ese momento tenía la etiqueta de basura.
Luego de varias recomendaciones, ambos siguieron dialogando sobre lo que pasaría con la fallida tarea escolar, mientras el potencial victimado preparaba el escenario para saciar sus bajezas aprovechando el momento.
Con su mente fija en lograr un encuentro sexual de ensueño, el profesor lazó su propuesta a quien creyó disponible para cumplir su odisea, sin saber que sería el encargado de anular sus deseos con una navaja.
Al darse cuenta de que lo trataban de seducir en su propia casa, el aspirante a arquitecto enloqueció y con la furia de un animal intentó desviar la oleada de intenciones carnales que no quería ni pensar.
Tomando entre sus manos la filosa arma que encontró en su mesa de trabajo, el alumno se dejó ir contra el profesor, sometiéndolo con bestialidad, para en una rápida ofensiva clavarle el objeto con que le quitó la vida de un solo golpe, manchando su dignidad con el rojo de la sangre que emanaba de su primera víctima mortal.
Tétrico final
Visiblemente cansado por la batalla librada contra el ardiente instructor, Rafael se quedó dormido en la misma recámara donde convivió con el cadáver que seguía tirado en el suelo, siendo hasta el amanecer cuando los rayos del sol lo despertaron para recordarle que no estaba soñando.
Ya con tranquilidad, el criminal removió la alfombra que adornaba el cuarto y con esa envolvió al difunto, subiéndolo con dificultad al carro en que lo llevó a la casa de su novia, que ni enterada estaba de lo que ocurría porque trabajaba fuera de la ciudad.
En su torpe accionar, el homicida no se percató de que algunos caminantes lo vieron cargar con el cadáver, el cual aventó en la cajuela de vehículo, el mismo que condujo a la residencia, en donde lo sepultó en el patio.
Mientras los potenciales deudos buscaban a Alonso por todas partes, el autor material del crimen deambulaba entre las plazas del barrio para sacudirse el recuerdo de su fatídico ataque, que no lo abandonó porque la Policía resolvió el dilema en cuestión de horas.
Justo cuando volvía a su residencia, el estudiante fue abordado por los agentes ministeriales que lo aprehendieron sin dudar, tras haber entrevistado a los vecinos que atestiguaron el momento en que el violento chamaco cargaba con los despojos de su víctima.
Ahora, el fallido arquitecto aguarda su condena tras las rejas del reclusorio, desde donde defiende su inocencia sin éxito, manteniendo intacta la imagen del profesor que quiso seducirlo a cambio de una buena calificación.
Caminando presuroso por la calle donde radicaba desde tiempo atrás, Rafa revisaba su agenda. La tarde caía trivial aunque el andar de su reloj lo alertaba sobre los quehaceres que debía hacer en tiempo récord.
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