Saltillo, Coah.- El libro, ese objeto cuyo contenido volcado en letras, símbolos, historias, personajes y vidas, se vuelve real ante el lector, es capaz de entablar un diálogo. Zócalo platicó con cinco escritores, dramaturgos, poetas y editores, pero ante todo amantes de los libros,que comparten sus experiencias personales.

DE LECTOR A LECTOR

El escritor Julián Herbert ha viajado a distintos países del mundo, sin embargo, para él la lectura es libertad, como diría Cervantes en El Quijote. Aunque es escritor, Herbert opina que ante los libros es sólo un lector.

“Yo no podría decir que me relaciono con los libros como escritor. Mi relación con ellos es muy básica y está mucho más allá de que yo escriba, es algo natural. Yo no recuerdo cuándo comencé a caminar, ni tampoco de cuándo comencé a hablar, pero sí recuerdo cuando leí la primera vez. La primera libertad que tuve realmente fue la de la lectura”, dijo el autor de Canción de Tumba.

Conocer formas de pensar distintas y entablar un diálogo con personas ajenas a nuestros tiempos, países y vidas es una de las razones por las que se lee, pero también es por la soledad que nos acompaña, según Herbert.

“Por una parte la lectura te permite a conocer a muchas personas y hacer amigos reales e imaginarios, pero al mismo tiempo la lectura es un acto solitario. Entonces hay una extrañeza que tiene qué ver con la forma de vida de las personas y cómo la enfrentan”, comentó.

A pesar de la soledad, siempre habrá amigos que gracias a la lectura y a las razones que los llevaron a tomar un libro y a leerlo, a tocarlo y sentirlo a conocerlo.

“Hay una cosa un poco fea de decir, que es que para mí no existen los que no leen. Hay personas con las que platicas pero no hay nada en ellas, en contrapartida cuando conoces a un lector es como sí fuera tu amigo desde hace mucho tiempo. Hay un nivel de cercanía muy superior.

“Un poeta decía ‘todos tenemos amigos desconocidos’ y son personas que por medio de las lecturas se han acercado mucho más. Varios de mis amigos más queridos son los que leyeron, por ejemplo, La Isla del Tesoro porque es una lectura de infancia que nos emparienta”

Para Herbert la lectura es una pasión y una forma de vida. Para él es conmovedor el proceso con el que alguien llega a un libro y éste lo cambia para mejorarlo.

“A mí me fascina ver el proceso en el que alguien se vuelve lector. Me ha pasado en las circunstancias más diversas, como ver un chico de 12 años leyendo en la combi a mí me emociona muchísimo saber que alguien está leyendo o que alguien puede leer y su experiencia de la lectura. Los lectores me apasionan porque creo que son las personas más apasionantes, no solo inteligentes, sino interesantes en todo el sentido de la palabra”, terminó Herbert.

PASIÓN E IDENTIDAD

Mabel Garza, directora del Instituto Municipal de Cultura, actriz y dramaturga, comenzó a leer desde muy niña.

“Fui una lectora precoz y comencé con lecturas que no debí leer de niña, como El Amante de Lady Chatterley, la cual me inició en el mundo del erotismo a muy temprana edad. Mi primer contacto literario fue en una colección de libros que se llama El Tesoro de la Juventud, donde descubrí pedazos de otros libros”, contó.

“Uno de los libros que fueron impactantes en mi adolescencia fue Cien Años de Soledad. Lo relaciono con el calor y mi infancia. Con él asumí mi tradición latinoamericana”, relató la autora de Lauros de la Noche.

“Cuando leo Pedro Páramo y La Sombra del Caudillo de Martín Luis Guzmán tuve unas experiencias muy semejantes: con Pedro Páramo fue estar en contacto con un mundo de muertos espirituales y con La Sombra del Caudillo fue quizás el contacto con la podredumbre de la política mexicana”, dijo.

Si bien los libros no son exclusivos de la literatura pues en sus páginas hay de todo, Garza opina que este universo de posibilidades que hay en las páginas de un libro son partes importantes en su vida.

“Siempre necesito tener la otra realidad que es la letra impresa. Yo no concibo mi vida sin la lectura. La literatura ayuda a vivir porque te da lo que únicamente te pueden dar los amigos, de alguna manera mis lecturas es hacer una amistad y para mí es ‘una orgía perpetua’, como diría Vargas Llosa”, finalizó.

LENGUAJE COMPROMETIDO

Iveth Luna, ganadora del Premio Nacional de poesía joven Francisco Cervantes Vidal 2016, opina que los libros y la literatura son un trabajo comprometido con la sociedad.

“Creo que la literatura, quiera el escritor o no, siempre tendrá un compromiso social, por el simple hecho de ser un vehículo del lenguaje”, consideró.

Luna plantea que los libros y lo que está escrito en ellos son un arma emocional para quien los lee y de conocimiento para la sociedad.

“Generar un impacto es algo que debería de hacer toda la buena literatura; debe de ser una onda en la que los libros te hagan reconocer algo perdido en la sociedad, como las emociones”, dijo.

Luna se declara una lectora por placer; tiene que engancharse con lo que lee y tener las ganas de terminar los libros en el momento ya que esto es lo que provocará el cambio en el lector.

“Cómo lectora soy muy hedonista: no leo absolutamente nada que no me guste. En ocasiones he dejado de leer a Borges porque es demasiado, muy intelectual y eso es insoportable para mí; leo libros que me puedan enganchar y uno debe de leer cosas que atraigan a los demás y como escritor uno debe de escribir cosas que inciten a los demás a hacer cosas en su vida”, finalizó.

LA LECTURA EN REBELDÍA

El escritor torreonense Nazul Aramayo ha publicado dos libros, una novela y un cuento, su obra parte de las lecturas que tuvo de joven.

“Hay libros que ya no frecuento, pero que para mí fueron muy importantes para que siguiera leyendo, como Demian y El Lobo Estepario, de Herman Hesse. Esto debido a sus personajes, que son como incomprendidos, y yo tenía ganas de hacer algo así, eso fue en mi adolescencia. Otros libros fueron En el Camino, de Jack Kerouac; Trópico de Cáncer, de Henry Miller, y El Almuerzo Desnudo, de William Burroghs, estos fueron muy importantes en el contexto que influyó en mi primera novela”, explicó el autor de Eros Diller.

Aramayo piensa que una persona siempre es distinta después de leer un libro pues la fuerza del reconocimiento en el texto es tal, que uno puede ser influenciado por él, si el momento es el indicado.

“Siempre las lecturas van a cambiar algo en nosotros, pero a través de estos procesos la lectura lleva a la reflexión pero también a la imitación de las cosas. Hay lecturas como las de Werther que llevan a provocar escándalos de gran tamaño. Un libro es un objeto que sí tiene un poder para influir según el momento también”, detalló.

El joven escritor respeta a los libros como si fueran sus amigos, pues sabe que dentro de las páginas hay una vida, un trabajo y un esfuerzo que los hacer ser seres vivos, latientes corazones cuya sangre es la tinta.

“Mi relación con los libros es de respeto ya que quiero que nadie los toque y aunque no los rayo en lo posible si les hago anotaciones. Y aunque suene bien cursi hay una parte de mí que se siente feliz cuando lee y es muy agradable, no importa que leas sea perturbador es feliz. El momento en el que yo quiero olvidarme de los demás, es el momento en el que me pongo a leer algo, debido a frases en las que te das cuenta hay algo vivo y algo humano en ellos”, puntualizó.

ESCUCHARSE A SÍ MISMO

Elsa Tamez, coordinadora del Área Editorial del Instituto Municipal de Cultura, cree que los libros son una esperanza.

“Lanzar un libro es lanzar una esperanza. Es como arrojar un tipo de virus para erradicar otras cosas. Si una persona tiene un libro bien hecho, en donde hubo un trabajo detrás, se espera que quien lo lea se transforme, no de manera radical, pero sí que esa persona advierta un impulso creador.

“Todo libro tuvo un proceso de observación del mundo para llegar a una claridad. Y esta claridad, al recibirla los lectores, es maravillosa, pues querrás hacer algo con eso que acabas de leer. Es una necesidad que nace en tu ser”, dijo la editora.

Tamez cree que la importancia de la lectura es la platica personal que se mantiene con el libro y uno mismo, durante el proceso de lectura. Es una manera de conocernos por medio de las palabras de otro.

“Sócrates llamaba a los libros ‘la letra muerta’, debido a que era partidario por el diálogo, de la plática. Pero los libros nos llevaron a la claridad de la conversación propia. Una vez, platicando, con unos alumnos de letras españolas, yo les preguntaba ‘por qué leer’ y uno de ellos me dijo ‘leo porque así escucho mi propia voz’ y creo que es eso, si no lees no te podrías escuchar”, comentó.