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Homenaje a un ícono de San Antonio

Por Jesús Castro

Publicado el domingo, 28 de mayo del 2017 a las 09:03


Uno de sus tataranietos realizó una intensa investigación sobre sus antepasados

 Arteaga, Coah.- Don Severiano Reyes Navarro fue uno de los hombres más longevos de Arteaga. Hijo de los fundadores de San Antonio de las Alazanas, aún estaba vivo cuando se celebró el centenario de aquel pueblo trabajador en 1957. Esta semana sus descendientes le rindieron homenaje.

Dentro de los festejos del 160 aniversario de la fundación de uno de los poblados más emblemáticos del municipio de Arteaga, familiares de don Severiano provenientes desde Estados Unidos rescataron la historia de este hombre que hace 60 años recibió las “Llaves del Pueblo” de manos del gobernador Román Cepeda Flores.

Fue su tataranieto Jaime René Erebia Durán, actualmente residente de Estados Unidos, quien se dio a la tarea de investigar desde hace más de un año toda la historia de su antepasado, dándose cuenta de la importancia de este personaje en la vida de San Antonio.

Por eso contactó al cronista de Artea-ga, Mario Alberto Monjaraz, con quien hizo mancuerna para recabar información sobre su antepasado, y luego gestionar para que el Gobierno municipal les concediera el honor de que una calle de San Antonio llevara su nombre.

Y así fue, porque este viernes acudieron autoridades del Ayuntamiento representadas por los regidores y el secretario del Ayuntamiento, Gabriel Orsúa, quien a nombre del alcalde Jesús Durán Flores, develaron una nomenclatura en aquel poblado, a nombre de don Severiano Reyes Navarro.

A la ceremonia organizada y presidida por el arquitecto Mario Alberto Monjaraz acudieron descendientes de don Severiano procedentes de Estados Unidos, hasta donde llegó su semilla, y otros que todavía residen en Saltillo y Arteaga.

Entre ellos está quien dio origen a la investigación y homenaje, el doctor en leyes Jaime René Erebia Durán y su madre, la señora Celia Leticia Durán Reyes, bisnieta que alcanzó a conocer a don Severiano en vida, y quien reveló interesantes datos de quien fue el valeroso hombre.

“Cuando yo era joven me platicaban que el bisabuelo siendo niño fue secuestrado por los indios de la sierra y que se lo llevaron muchos años. Que lo regresaron o se escapó cuando ya tenía 12 años y ya traía el pelo largo”, platica doña Cecilia.

También se contaba que el hombre participó junto con su familia en la lucha constante contra los indios que les disputaban las tierras de los cañones de Arteaga, defendiéndose desde San Antonio de las Alazanas, caserío que se volvió un fuerte cuando fue fundado por un grupo de hombres.

Entre esos fundadores estaba José Teodoro de los Reyes Zertuche y su esposa María Antonia Navarro Regalado, quienes tuvieron 19 hijos, el primero de ellos también fue llamado Severiano, sin embargo, cuando tenía 16 años murió a manos de los indios bárbaros en el año 1862.

En honor a ese hijo muerto, volvieron a ponerle así al catorceavo hijo, quien nació el 2 de enero de 1864 llamándolo Severiano Reyes Navarro. Sus otros hermanos fueron Refugio, Cristino, María Concepción, José Rafael, Pedro, José Pomposo, María Ignacia, María del Refugio, Dolores, María Aurelia, Apolonio, Antonio, Jesús, Teodora, Virginia, María Simona y Bonifacio.

Según investigó su tataranieto Jaime, don Severiano se casó con doña Zeferina Solis en la parroquia de San Isidro Labrador, en la Villa de Arteaga, el 16 de febrero de 1885, con quien procreó 13 hijos, uno de ellos fue Albino, el bi-sabuelo de Jaime y abuelo de doña Cecilia.

Todavía en Saltillo y Arteaga sobreviven nietos y bisnietos del resto de los hijos e hijas de don Severiano, cuyos nombres fueron María Inocencia, María Josefa, Ismael, las gemelas Sara y Manuela, María de la Luz, Juana, Zeferina, Facundo, Severiano, María Aurelia y Evangelina.

Los descendientes que lo conocieron lo recuerdan como un hombre bueno, de piel blanca y ojos de color, pero sobre todo portaba una característica barba larga que en su juventud llegaba al cuello, pero siendo ya anciano le llegó hasta la cintura.

Así lo debió haber visto el gobernador Román Cepeda cuando organizó el festejo del Centenario de San Antonio de las Alazanas, cuando el 3 de febrero de 1957 le entregó las Llaves del Pueblo y un pergamino de gratitud por ser el más antiguo vecino de la localidad, hijo de los fundadores de la congregación.

Tenía el hombre 93 años, pero todavía estaba fuerte, producto de su trabajo en el campo, cosechando en sus parcelas de la sierra de Arteaga, donde pasaba gran parte de su tiempo, aunque los últimos años de su vida los pasó en el pueblo, en una casa que todavía está en pie.

Sus nietas y bisnietas dicen que tenía un carácter estricto, también revelan que era muy bueno y bondadoso, que se preocupaba por inculcarles el amor a la tierra, el respeto a los demás, cada vez que acudían a sus sembradíos para pasar las vacaciones.

Pero también era un hombre bromista. Así lo atestigua Reynaldo García Padilla, sobrino nieto de don Severiano, quien para este aniversario se encargó de ayudar a arreglar la tumba en el panteón de San Antonio, y quien siendo niño estuvo presente en el entierro de su tío abuelo.

“Cuando estábamos chiquitos, mi papá Antonio García le cuidaba la huerta, y estábamos ahí mi hermano y yo, y sin darnos cuenta llega mi tío Severiano por detrás de un pino y hace un sonido como de borrego y nos asusta, comenzamos a llore y llore, tuvo que darnos dinero para contentarnos”, platica Reynaldo.

También cuenta que cada que tenía ocasión le daba por hacer travesuras a unas muchachitas gorditas, hijas de los Solís, y hacerle travesuras a sus nietos y bisnietos. Todos sabían que era un viejito muy bromista pero que tenía un corazón de oro.

Con todo y su longevidad, no llegó a los 100 años. Falleció el 20 de noviembre de 1957, a unos meses de ser homenajeado por el Gobernador.

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