Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
Saca Ejército a maestros atrapados en balacera en Chiapas Suspenden madres buscadoras actividades en Chilpancingo Acusan policías de Campeche… ¡patrullas sin combustible! Denis Villeneuve dice que Zendaya será muy importante en Dune 3 PlayStation trabajaría en una nueva portátil

Zócalo

|

Clasificados

|

Información

< Clasificados

Clasificados

Impunes, delitos contra migrantes

Por Rosalío González

Publicado el domingo, 28 de mayo del 2017 a las 09:12


Nadie investiga por qué y quién agrede a centroamericanos

Saltillo, Coah.- El paso del tren por Coahuila se ha convertido en una ruta de muerte y tragedia. En lo que va del año la prensa ha registrado una decena de casos de accidentes en las vías del tren, en los que están involucrados migrantes.

En Honduras esta problemática ha forzado al país a crear una Comisión Nacional de Apoyo a Migrantes Retornados con Discapacidad, que tiene un padrón de registro de 450 personas, en su mayoría jóvenes, con una de sus extremidades amputadas.

Este mes de mayo, en Castaños, Juan Ramón Rivera, un joven hondureño de 23 años, fue derribado del tren por dos personas que no pudo identificar; la máquina le amputó una de sus piernas y la otra la tiene con la carne expuesta. Su vida dio un giro y no hay culpables ni autoridades que investiguen quién y por qué están agrediendo a los migrantes que pasan por el estado.

Según los recuerdos de la esposa del migrante que se encuentra hospitalizado en esta capital, quienes tumbaron a su esposo son trabajadores de la empresa de ferrocarriles que no pueden identificar porque huyeron tras la agresión.

Viacrucis de migrante le cambia su historia

Monserrat es la primera mexicana de una familia formada por hondureños, ella nació en Monterrey, es regia. Su familia proviene de San Pedro Sula, Honduras. Monserrat es migrante, errante, una niña de meses que nació aquí de pura
casualidad.

Su madre la gestó mientras junto a su esposo Juan Ramón y su otra hija, Milagros, recorrían la ruta de la muerte que los llevara a cumplir el sueño americano. Subía y bajaba del tren sin problemas, dice que nunca le incomodó traer en el vientre a Monserrat.

El embarazo de Narvelly no tuvo un seguimiento médico en forma porque en su condición de migrante sólo pasaba de ciudad en ciudad pidiendo dinero, montando y desmontando a “La Bestia”, así que su hija es un
milagro.

Ellos salieron de Honduras forzados por la violencia y las amenazas incesantes. En San Pedro Sula, dice Juan Ramón, o trabajas con los delincuentes o eres víctima de ellos, y él no quería estar en ninguno de los dos bandos, por eso salió.

Además el trabajo es miserable, dicen los entrevistados que lo único que les ofrecen es cargar costales con arena o aserrín y descargar camiones, trabajo pesado para un joven tan delgado como Juan Ramón.

No se puede pedir mucho cuando el Gobierno y la situación económica de tu familia no te da más posibilidades que estudiar hasta sexto de primaria. “Hay trabajos mejores pagados, pero son para los estudiados”.

Lo que Juan Ramón quiere para su familia es conseguir un empleo con el que pueda aspirar a mejores sistemas de salud, educación y seguridad. La historia de la mayoría de los migrantes que pasan por la ciudad no es de ambición sino de
superación.

La parte más difícil del camino a su sueño fue pasar por Veracruz, donde los asaltaron más de una vez, los amenazaron, así como en Honduras, pero no perdieron la fe.

Las historias de terror que se cuentan sobre el camino de “La Bestia” en Veracruz son principalmente contra mujeres: violaciones, trata de personas, prostitución; no era lugar para Narvelly, menos embarazada.

El nacimiento de Monserrat

Terminando de recorrer territorio veracruzano sólo necesitaban un poco de suerte para hacer lo mismo en Nuevo León y Coahuila, dos entidades que ahora le traen a Juan Ramón y su esposa los recuerdos más dulces y amargos de su vida.

En abril llegaron a Monterrey y ahí se quedaron porque no tardaba en nacer Monserrat. “Ahí nació mi hija, ahí nos agarró su nacimiento”, dicen, él acostado en una cama de hospital y ella de pie a un costado.

-¿No fuiste inconsciente al viajar embarazada?

“¿Qué otra cosa podía hacer?, en el tren hay un lugar donde te puedes acostar y descansar, así me vine, mi esposo me ayudó con la otra niña, la cargaba él, y nos enseñó cómo agarrarnos para no caernos y poder correr”.

Milagros, la hermana de Monserrat, tiene 2 años y se abrazaba al pecho de su padre cuando tenían que desmontar a “La Bestia” y luego emprender la carrera inmediatamente después de tocar el piso, antes de que alguien los amedrentara por ser migrantes.

“No tuve problemas con mi embarazo, la niña nació bien y luego tuvimos que seguir el camino”. Con Monserrat en los brazos, recién nacida, avanzaron hacia Coahuila.

Además de Milagros y Monserrat, Juan Ramón dejó a otro hijo en Honduras, un niño de 4 años que nació cuando él apenas tenía 19 años y al que también tiene que alimentar y sostener.

Sobrevive la tragedia

Avanzaron por el norte, sobre la pesadez de “La Bestia”, se acomodaban en los techos de los vagones y ponían cobijas como obstáculos para que nadie cayera del tren en movimiento.

“Mi esposo cuidaba a la niña grande y yo a la más pequeña para que no nos cayéramos”, recuerda Narvelly, con una sonrisa
nerviosa.

-¿Volverías a hacerlo?

“No, ni loca lo pienso y no sé ni cómo fue que hicimos todo lo que hicimos”. La adrenalina corría por sus cuerpos, la juventud ayudó como analgésico contra los riesgos, el cansancio y las jornadas inhumanas que
vivieron.

Llegando a Castaños, Coahuila, se bajaron del tren y luego lo volvieron a abordar. Se desmontaron para conseguir comida y agua, pero seguirían su camino, su plan era Estados Unidos y creyeron que nada los podía parar.

“Pensé que lo más difícil ya lo habíamos pasado, que lo siguiente era más fácil, además que estábamos cerquita”, dice Juan Ramón.

La noche hace poco más de tres semanas, cuando volvieron a montar “La Bestia”, esta se detuvo en Castaños y dos hombres con lámparas se acercaron al vagón donde se encontraban los hondureños y sus hijas.

“Ellos me echaron la luz a la cara para que yo no pudiera ver y luego me jalaron para tirarme, y cuando caí fue en las vías, en eso el tren arrancó”, y pasó lo que pasó. Juan Ramón perdió una pierna, la izquierda, y la derecha se encuentra en una situación médica delicada, porque tendrán que injertarle piel.

Primero fue atendido en la clínica 7 de Monclova y luego fue trasladado al Hospital General de Saltillo, donde le harán tres operaciones para injertarle piel que le quitarán de la espalda, esperando que esta responda positivamente.

“Creíamos que ya estábamos del otro lado, pero no, pues ya vez, me tiraron y ahora estoy en el hospital y mi familia con la necesidad encima. Para mí es muy importante que venga mi mamá Beatriz, de Honduras, pero no tiene dinero para venir, ni el Consulado ha podido resolver eso todavía, tengo muchas ganas de ver a mi mamá”, dice
Juan Ramón.

Tiene más ganas de llorar que de seguir platicando, la depresión está golpeando fuerte su vida, pero “tengo que salir adelante por mis hijas y mi esposa, mi mamá, mi hijo, toda mi familia”.

Ahora ya no quiere llegar a Estados Unidos, quiere quedarse en México, recuperarse lo más pronto posible, adquirir su regulación migratoria y trabajar.

Ayuda

» Requieren donadores tipo B positivo en el Hospital General a nombre de Juan Ramón Rivera Orellana.

» Las niñas y su esposa necesitan un lugar donde vivir y alimentos, pañales y leche.

» Contactar a Narvelly Mejía al 844 227 47 07.

Notas Relacionadas

Más sobre esta sección Más en Clasificados