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Industria mexicana, ¿en peligro de extinción?

Por El Economista

Publicado el lunes, 22 de mayo del 2017 a las 14:33


La distancia entre el empleo en el sector industrial y el de los servicios comenzó a ampliarse en la década de los 80

Ciudad de México.- La industria mexicana parece en peligro de extinción. Tanto su valor para la economía nacional como el número de trabajadores en el sector muestran una caída ininterrumpida desde los años 80 del siglo pasado. En sentido contrario, el sector servicios ha mostrado un importante crecimiento que sugiere que la economía mexicana se está terciarizando.

Desde 1983, cuando comenzó a aplicarse una metodología única para medir el número de empleados por sector, la proporción de trabajadores en la industria mexicana era de 47%, mientras que el sector servicios representaba 53% de la población ocupada. En tres décadas, la separación se volvió extrema. En el 2017, la industria cuenta con 38% de los trabajadores, frente a 62% de los empleados en el sector servicios. La migración entre sectores también se refleja en el PIB: en 1998, 56% de la economía se concentraba en el sector servicios, un porcentaje que para el 2017 superó el 60 por ciento. En contraste, el sector industrial o secundario se redujo de 38.4 a 32.7% en ese lapso.

La terciarización de la economía se define como la transformación de las actividades económicas industriales hacia otras enfocadas al sector servicios, también conocidas como actividades terciarias. Este proceso de cambio es más evidente en las economías desarrolladas, como Estados Unidos o varios países de Europa, en donde la estructura económica ha cambiado hacia una en la que el sector servicios tiene un peso fundamental.

En México, la terciarización de la economía en el mercado laboral ha seguido el cambio estructural que se refleja en el sector industrial. Tal situación se refleja en el comportamiento histórico de las cifras del IMSS, cuya evolución evidencia la desarticulación de la industria nacional y acusa también la proporción del peso perdido por el sector secundario, que es también un indicador que puede ser asociado a la enorme mortandad de pequeñas y medianas empresas ocurrida durante las constantes crisis.

De acuerdo con cifras recientes, la tasa de informalidad —los trabajadores que no contribuyen con el pago de impuestos y que no cuentan con la mayoría de las prestaciones básicas— es de 56.8%, mientras que la tasa de ocupación en el sector formal es de apenas 27.3 por ciento. En la historia reciente destaca lo que parece ser un punto de inflexión en el mercado laboral mexicano, en el que el sector servicios alcanzó su punto más alto en el 2009, año en el que representó 64.7% del empleo formal en el país.

En el caso de México, la migración de los trabajadores de la industria al sector servicios se debe en buena medida a que muchos de los insumos que utiliza la industria son importados, lo que ha ocasionado que parte del valor agregado que supone su transformación y exportación sea transferido a compañías extranjeras.

“México, a pesar de haberse convertido en un país de mayor exportación manufacturera, pierde capacidad de generar valor agregado. Una buena parte de los insumos que utiliza para producir estos bienes industriales son importados”, dijo José Luis de la Cruz, director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (Idic) en entrevista con El Economista.

En la actualidad, los insumos de origen nacional dentro de las exportaciones de la industria mexicana representan apenas 30%, mientras que el otro 70% es importado. “México vive un proceso de desindustrialización, lo que genera que las personas busquen oportunidades de negocio y trabajo en el sector servicios, pero tampoco en un sector servicios de alto valor agregado”, explicó De la Cruz.

La economía nacional ha sufrido un profundo cambio estructural, en el que los diferentes sectores han ido cambiando su peso relativo dentro de la estructura total del aparato productivo nacional. El sector terciario, identificado por los servicios, ha ido ganando peso dentro del total del PIB nacional, en detrimento del sector primario y del sector secundario o sector industrial.

El sector secundario de un país gana peso en la estructura productiva nacional conforme se desarrolla, en tanto que el sector primario y el sector terciario tienden a disminuir en importancia relativa, a la par que se modernizan y aumentan su productividad. México, en los recientes 12 años, ha ido terciarizando su economía en detrimento creciente del sector secundario, específicamente en la industria manufacturera, en la que sólo destacan ramas como la fabricación de equipo de transporte, fabricación de equipo de computación, comunicación y medición, así como equipo de audio y de video.

De acuerdo con De la Cruz, la parte del sector servicios a la que están migrando la mayoría de los trabajadores del sector industrial es el comercio al por menor, con empresas de no más de 10 empleados que en su mayoría se encuentran en la informalidad. Algunos sectores de mayor valor agregado, como los servicios financieros y profesionales, también han mostrado crecimiento, aunque en menor proporción.

Desde la óptica de la distribución del ingreso de los mexicanos, otra de las causas de la terciarización de la economía mexicana es que las familias tienden a gastar una mayor porción de sus ingresos en distintos servicios, mientras que su gasto en bienes primarios e industriales ha disminuido.

¿A quiénes afecta la terciarización de la economía?

Aunque las más afectadas por la terciarización de la economía mexicana son las empresas medianas y pequeñas, las grandes compañías no se salvan de este fenómeno. Según José Luis de la Cruz, si revisamos los listados de las 1,000 empresas más grandes de México, casi 40% son de propiedad extranjera o tienen una fuerte participación de capitales foráneos.

“Lo que estamos viendo es que las grandes empresas mexicanas, al ser muy atractivas, han sido compradas o tienen una participación muy alta de capital extranjero”, dijo De la Cruz. Las pequeñas y medianas empresas están desapareciendo de las cadenas productivas, ya que la esperanza de vida de un negocio en el país después de dos años es de 60%; mientras que pasados 10 años, esta esperanza apenas alcanza 25 por ciento.

Sin embargo, no son las empresas, sino los trabajadores los que se han visto más perjudicados por la terciarización de la economía, debido a que los mejores salarios se pagan en la industria, en donde existe el valor agregado suficiente para contratar a mano de obra calificada. “Si se observa la innovación tecnológica, todos los productos que van desde equipos de cómputo, televisores, automóviles, la parte aeronáutica, todos son productos industriales. En este sentido, cuando se pierde esa parte de generación de insumos intermedios, cuando se pierde la parte de fabricar bienes de capital, también se deja de emplear a gente capacitada, ingenieros, técnicos, etcétera”, explicó el director del Idic.

Las 104 empresas listadas en la Bolsa Mexicana de Valores generan 2.1 millones de empleos, de los cuales 50.3% se ubica en las empresas industriales, en tanto que el restante 49.7% labora en las empresas del sector servicios.

Si a las empresas de servicios que cotizan en la BMV le agregamos los 230,042 empleados de la banca comercial, se alcanza un total de 2.6 millones de personas ocupadas en el sector servicios. El resultado consolidado de esta estimación muestra también la terciarización en el sector moderno de la economía, que no es sino reflejo de lo que sucede a nivel nacional.

De acuerdo con De la Cruz, esto es clave para entender que la mayoría de las personas que se encuentran desempleadas cuentan con estudios universitarios o de bachillerato, a partir de lo cual se puede inferir que las industrias están ofreciendo empleos con bajos salarios y en condiciones de precariedad. Esto se verifica en las recientes estadísticas laborales del Inegi y de la Secretaría del Trabajo: en los últimos 10 años el número de personas que ganan más de cinco salarios mínimos ha disminuido y el número de personas que ganan entre uno y tres salarios mínimos está aumentando.

Un ejemplo de esto se encuentra en la zona metropolitana de Guadalajara, donde las compañías se dieron cuenta de que lo que necesitaban era una empresa maquiladora y no una de valor agregado. “En la mayoría de estas empresas en el sector de la parte de ensamble, hay trabajadores con una baja calidad formativa y educativa”, dijo Gabriel Mendoza, fundador del think tank Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal). Este sector particular, por ejemplo, prefiere a mujeres divorciadas y con hijos cuyas condiciones de vulnerabilidad les obliguen a conservar su empleo a cualquier costo.

Si tanto el sector industrial como el de servicios no son fuentes de valor agregado para la economía mexicana e implican la precarización de las condiciones laborales de los trabajadores, ¿qué sucede con el sector primario, es decir, la agricultura, pesca, ganadería y todas aquellas empresas dedicadas a la producción y extracción de materias primas?

Con respecto a este sector existen tres escenarios. Por una parte están las grandes y medianas empresas de agricultura, ganadería, pesca y minería que son exportadoras, en las que se ha visto en los últimos años un desempeño muy superior al observado previamente, con crecimientos que rondan entre 4 y 5% en promedio. “Sin embargo, entre los pequeños empresarios los resultados no son buenos; no tienen buenos sistemas de riego ni acceso a créditos”, dijo José Luis de la Cruz.

La tercera historia es la de la agroindustria. En México, hace falta vincular el sector primario con el procesamiento de alimentos, debido a que la economía se vería fortalecida con el procesamiento de los productos del campo y las materias primas en general. “Es ahí donde están las mayores ganancias y en México todavía no avanzamos decididamente en tener un sector agroindustrial mucho más fortalecido”, dijo De la Cruz.

El sector industrial en México pasó de representar 38.4% del PIB, en 1998 a 32.7% del PIB en el 2016. Tal pérdida, de casi el doble de todo lo que aporta el sector primario (agropecuario) al PIB, lo ubica también en su nivel más bajo en casi un cuarto de siglo. La proporción indicada del peso perdido por el sector secundario (industrial), en relación con el sector primario, es un simple indicador que puede ser asociado a la enorme mortandad de pequeñas y medianas empresas.

El sector primario ha seguido perdiendo importancia relativa en forma notable, proceso que se inició deliberadamente desde fines de la década de los 80, cuando el gobierno retiró apoyos y subsidios para la producción agropecuaria. La decisión gubernamental se aplicó bajo la lógica de que la producción de alimentos era más barata en el extranjero que en México, específicamente en Estados Unidos, y que el país no podía seguir financiando un sector ineficiente.

México necesita una política industrial que permita aprovechar los tratados comerciales firmados con distintos países y en la que el sector industrial se torne en un motor de crecimiento, que al mismo tiempo articule a las distintas ramas de actividad creando empleos con cada vez mejores percepciones. La terciarización de la economía, reflexionó Gabriel Mendoza, no es una buena estrategia, porque no fue planeada en función del mejoramiento de las condiciones laborales ni de los trabajadores. Este proceso de extinción de la industria en México ha significado la desaparición de la calidad de vida de sus trabajadores.

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