Saltillo.- Temeraria en la elección de sus papeles y poseedora de admirables registros dramáticos, Isabelle Huppert es finalmente reconocida de este lado del Atlántico, aunque desde hace ya un buen tiempo ha demostrado ser una de las actrices más deslumbrantes del planeta.

Y todo gracias a su aplaudido trabajo en la cinta Elle, del holandés Paul Verhoeven, por el que semanas atrás consiguió el Globo de Oro, y el cual le da fuertes posibilidades de hacerse del Oscar el próximo 26 de febrero.

Considerada en Europa como “La Meryl Streep Francesa”, la legendaria Isabelle, acostumbrada a papeles complejos, en Elle se pone en la piel de una mujer que, tras ser violada, reacciona de manera atípica, ya que en vez de repudiar y temer a su anónimo agresor, va en su búsqueda y entabla con él un peculiar vínculo, por lo que muchos consideraron que la cinta habla del empoderamiento de la mujer, tildando a la actriz de feminista.

“Mi trabajo ha consistido en hacer que las víctimas se volvieran victoriosas, y en conseguir que los demás se interesaran por ellas. Si he sido feminista, ha sido de esta manera”, confesó en 2016, en una entrevista que concedió a El País.

Tal personaje fue rechazado por varias estrellas de Hollywood, por lo que Verhoeven decidió irse a Europa y se lo ofreció a la francesa, ella sin pensarlo dijo que sí. Tras verla en acción, el cineasta afirmó que sólo ella podía hacer el papel debido a su “audacia, autenticidad y talento”.

“No hay muchas cosas que me den miedo en las películas”, ha dicho ella al respecto.

Con más de 110 filmes en su carrera, Isabelle es una de las actrices francesas más prolíficas y camaleónicas, cuyo historial histriónico mezcla la dureza y la fragilidad, la melancolía y la perplejidad, en una pléyade de intensos personajes, como los dos que le valieron el reconocimiento en el Festival de Cannes: el de la prostituta parricida en Violette Nozière, de Claude Chabrol, en 1978; y el de la profesora de música obsesionada con su alumno, en La Pianista, de Michael Haneke, en 2001.

Vivir en dos mundos

Pudiera ser que el público forme sobre la actriz una opinión matizada por la influencia de sus papeles y que la catalogue como una mujer mental y emocionalmente afectada, pero es algo que a ella no le preocupa ni le molesta.

“Me parece inevitable que sea así. No me molesta, porque la gente que me conoce bien sabe que no soy como ellas. Siempre digo que es como vivir en dos mundos distintos, aunque no me resulte esquizofrénico.
Tiendo a subestimar hasta qué punto esa confusión condiciona mis relaciones con los demás. Cada vez que conozco a alguien, me toma por una persona que no soy. Mi relación con los demás se fundamenta en esa incomprensión. Pero confieso que, en el fondo, no me resulta desagradable del todo. Es algo que crea una pantalla, una especie de protección”, argumentó en otra entrevista concedida al rotativo español.

Forjada mayormente en filmes europeos, la legendaria actriz ha estado a las órdenes de algunos de los nombres más prestigiosos del séptimo arte. Uno de ellos es el ya mencionado Haneke, con quien trabajó también en Amor (2012). A él se suman los estadunidenses Michael Cimino y Otto Preminger, los italianos Marco Bellocchio y Marco Ferreri, el polaco Andrzej Wajda y el filipino Brillante Mendoza.

En días pasados la actriz fue distinguida como la mejor interpretación femenina del año en la edición 22 de los premios Lumiére, que otorga la prensa extranjera en París.

Llamada al escenario

Isabelle Huppert nació el 16 de marzo de 1953 en el seno de una familia acomodada (su padre era gerente de una empresa de cajas fuertes y su madre, profesora de inglés) y se formó en el Conservatorio antes de debutar en el teatro.

Fue destacada por primera vez por la crítica en la obra El Juez y el Asesino (1976), de Bertrand Tavernier.

Se licenció primero en Filosofía y Letras en la Universidad de la Sorbona. Tras decantarse por el arte dramático, su salto al estrellato fue inmediato, al conseguir el Premio Bafta a la Actriz Revelación por La Dentellière.

Su éxito en el cine francés fue el puente para llegar a Hollywood, donde tuvo su debut y despedida al estelarizar el filme La Puerta del Cielo, una superproducción que fue un fracaso de crítica y público, y que llevó a la ruina a su productora, United Artists (vendida a MGM), y hundió la carrera del cineasta Michael Cimino.

Al regresar a su natal Francia, el realizador Claude Chabrol se convirtió en uno de sus fetiches, y rodó con él siete películas, entre ellas Violette Nozière, Madame Bovary y La Cèrèmonie.

Entre su amplio abanico de interpretaciones, la actriz no ha dudado en encarnar a mujeres antipáticas, frustradas o mentalmente desequilibradas.

A sus 63 años, Isabelle sigue muy activa. Su próximo filme Happy End, junto a Jean-Louis Trintignant, está previsto que se estrene en los próximos meses, y se halla en el rodaje de Eva, de Benoit Jacquot, quien la ha dirigido cinco veces.

En el teatro, ha trabajado también junto a los directores más célebres como Bob Wilson, Jacques Lassalle o Luc Bondy.

En 2016 sufrió la tortura del amor en Fedra, dirigida por el polaco Krzysztof Warlikowski.

La actriz mantiene su vida privada alejada de las cámaras, pero se sabe que es madre de tres hijos, entre ellos la actriz Lolita Chammah, con quien rodó en 2010 Copacabana, de Marc Fitoussi.

El Dato

• En 2005, la Mostra de Venecia le concedió el León de Oro por su carrera y en 1996, se llevó el César a la mejor actriz por su papel en La Ceremonia.

• En Francia ha trabajado bajo la dirección de algunos de los cineastas más reconocidos como Claude Chabrol, Jean-Luc Godard, Maurice Pialat y François Ozon.

“Nunca me siento atormentada por lo que actúo. Sólo me encargo de que el espectador tenga ese sentimiento”.

40 años de carrera tiene la actriz.

3 premios del cine europeo ha obtenido.