Internacional
Por AFP
Publicado el martes, 15 de agosto del 2017 a las 13:24
París, Francia.- La doctrina de disuasión nuclear, puesta a prueba en la actual crisis entre Estados Unidos y Corea del Norte, nació en la Guerra Fría, cuando las dos potencias de la época aseguraban que cualquier ataque tendría represalias apocalípticas.
Washington y Moscú, en plena carrera armamentística, multiplicaban el número y la potencia de sus ojivas nucleares, así como la cantidad de vectores (misiles, aviones, submarinos) para conseguir lo que los especialistas llaman la “Destrucción Mutua Asegurada” (MAD, según sus siglas en inglés).
Según cifras del Bulletin of the Atomic Scientists (BAS), el resultado fue que, en 1990, Estados Unidos disponía de casi 22 mil ojivas nucleares (unas 4.480 actualmente) y Rusia unas 30 mil (frente a las 7 mil actuales, incluyendo las que tienen que ser desmanteladas).
Unas cantidades con las que se podría destruir varias veces completamente los dos países.
Según el investigador Bruno Tertrais, de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS), “el arma nuclear, inventada hace casi 70 años, ha resultado eficaz como instrumento de prevención de la guerra porque no ha habido conflicto entre grandes potencias desde esa fecha”.
“Nunca ha habido un conflicto abierto entre Estados nucleares y ningún país con el arma nuclear ha sido invadido”, asegura.
Además, “ningún país protegido por el paraguas nuclear ha sido blanco de un ataque militar masivo”, escribe este especialista en un informe.
Sin embargo, para los detractores de la disuasión nuclear, estos argumentos no son válidos.
Según ellos, es una teoría que no se puede demostrar y son más bien la influencia de las instituciones internacionales, los intercambios mundiales y la interdependencia de las economías los que han garantizado la paz entre las grandes potencias durante estos últimos 70 años.
Dos momentos críticos
Durante este periodo, hubo dos momentos críticos para la doctrina de disuasión nuclear: la “crisis de los misiles” en Cuba en 1962 y, 40 años más tarde, la confrontación entre India y Pakistán en 2002.
En octubre de 1962, en plena Guerra Fría, una fotos tomadas por un avión norteamericano revelan la presencia en Cuba, aliado de Moscú, de rampas de lanzamiento preparadas para recibir misiles.
El presidente John Kennedy ordena el bloqueo marítimo de la isla. Las fuerzas estratégicas del país se sitúan en alerta máxima, el nivel anterior al detonante de la guerra nuclear.
Al final, los buques soviéticos que transportaban los misiles nucleares dieron marcha atrás y las dos potencias llegaron a un acuerdo: la retirada de misiles soviéticos contra la retirada, en secreto, de misiles estadounidenses en Turquía. Washington promete no invadir Cuba.
En mayo de 2002, India y Pakistán, que se disputan la provincia de Cachemira desde su división en 1947, están de nuevo al borde del enfrentamiento.
Los dos países multiplican las pruebas de misiles pero, bajo presión de Estados Unidos, se inicia una desescalada que terminará en un alto el fuego en noviembre de 2003 y, más tarde, en un proceso de diálogo en enero de 2004.
Para Daniel Vernet, especialista en relaciones internacionales, exdirector de la redacción del diario francés Le Monde, el peligro llega con la proliferación y el mayor número de actores en el ámbito nuclear.
“La disuasión funcionó tanto tiempo porque los actores eran poco numerosos y se les consideraba racionales”, estimó el miércoles en una tribuna. “Su multiplicación aumenta las posibilidades de malentendidos, de incidentes inesperados, de malas interpretaciones de las intenciones del otro, de la alteración del juicio en regímenes de poder personal”.
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