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La manita de la niña fantasma en la Saltillo 2000

Por Relatos y Leyendas

Publicado el viernes, 6 de octubre del 2017 a las 05:00


Hay cosas que ni la religión ni la ciencia nos pueden explicar

Por: Jesús Eduardo Sánchez Flores

Miré el reloj, ya marcaba 2:38 de la madrugada, por fin regresaba a mi casa después de uno de esos días para olvidar, cansado y muy aterrorizado por lo que me tocó vivir esa noche, mientras mi hermana manejaba yo observaba hacia la ventanilla, pensando, recordando. Hay cosas que ni la religión ni la ciencia nos pueden explicar.

Fue un sábado del mes de septiembre de este año, cuando me dirigí como normalmente lo hago, hacia la colonia Saltillo 2000, una de las colonias más populares y nuevas de mi hermosa ciudad de Saltillo, iba a trabajar junto con mi padre en una pequeña taquería propiedad de mi hermana ubicada en la calle Museo del Desierto, esquina con recinto de Juárez. Recuerdo que ese día era lluvioso y ya pegaba casi la noche, se sentía el ambiente un poco solitario y triste por lo nublado, lo cual aparte la acompañaba una lluvia ligera.

Bien, llegué y me metí al pequeño local y me puse a realizar las actividades cotidianas mientras mi padre estaba fuera cocinando lo que ese día venderíamos. De repente sentí un escalofrío y me incomodé. Normalmente no suelo ser muy creyente con ciertas cosas paranormales y para todo trato de encontrarle un porqué de las cosas.

La lluvia no paraba, y eso en parte contribuía a que no hubiese clientes, ni siquiera por la calle , solo uno que otro auto que pasaba, bueno en eso me metí al sanitario y medio cerré la puerta ya que la perilla no funciona y no atranca, en eso sentí que movieron la perilla como si hubiesen querido entrar pero no abrieron la puerta, mi reacción fue decir ¡está ocupado¡, pero nadie contestó. Se me hizo extraño porque como repito solo movieron la perilla de la puerta de una lado a otro, además, pude escuchar el sonido de la pequeña hacha que mi padre hacia al picar la carne, y lo comprobé al salir. Él estaba afuera macheteando la carne, desconcertado le pregunté que si quería entrar al baño, y me dijo que no, que ni siquiera se ha movido de ahí. Me llevé la mano hacia mi cara y la froté, señal de que me había puesto un poco nervioso y me volví a meter.

Ya sentado me di un poco de tiempo para observar, la mesa, el piso, la puerta y la perilla y empecé a recordar los terribles sucesos que sucedieron aquel día 19 de agosto del 2011. Los saltillenses amanecieron consternados por una notica que el periódico Zócalo de la ciudad dio a conocer: ASESINAN A MADRE E HIJA EN LA COLONIA SALTILLO 2000. Un hombre estrangula y apuñala a la madre mientras que a su pequeña hija la cuelga de la perilla de la puerta, al imaginar toda la escena sentí una enorme curiosidad por acercarme a la puerta ya que me encontraba en el preciso lugar donde todo había ocurrido, al querer tocar la perilla y tratar de abrir la puerta, sentí una pequeña manita que se oponía entre mis manos y la perilla, y una pequeña risita tímida y a la vez escalofriante. Todo mi cuerpo se estremeció y sentí como mi corazón no dejaba de latir aceleradamente. Salí casi corriendo del lugar con la cara blanca, jamás había sentido sensación tan más escalofriante, antes de contarle a mi padre trate de tranquilizarme un poco.

Al poco rato le conté lo que me había sucedido, y con una sonrisa disimulada como las que acostumbra, me contó algunas experiencias que él y mi hermana vivieron, tales como que alguna vez les arrojaron hacia el suelo un celular que mi hermana tenía en la mesa, que se han caído objetos de un lugar a otro, y que han sentido la respiración de alguien detrás de ellos, entre toda la mala vibra que en ocasiones se siente, inclusive a un lado existe otro local y el arrendador nos contó en una ocasión que le prendían los aparatos electrodomésticos, y que en ocasiones miraba pasar sombras entre los rincones más obscuros de lugar.

Los días transcurrieron y me obsesioné un poco con esa historia, no falta uno que otro cliente que nos comenta la tragedia de ese 19 de agosto y nos pregunta que si no hemos visto nada, ya que varios vecinos del lugar aseguran escuchar ruidos extraños después de que nosotros cerramos el lugar.

Seguimos atendiendo en el lugar y aunque a veces con un poco de miedo siento que te vas acostumbrando, en ocasiones bromeo y cuando sucede algo digo ¡es la pequeña SOFIA¡ lo hago en forma de familiarizarme con todo el respeto que se merecen¡ sin dejar de sentir esa atemorizante sensación.

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