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La trágica historia del ‘Cerro de los novios’

Por Néstor Jiménez

Publicado el domingo, 5 de noviembre del 2017 a las 04:00


El repulsivo acto conocido como “El derecho de pernada”, llevado a cabo por ricos hacendados, provocó un río de sangre.

Monclova, Coah.- ¡El hijo del administrador de la Hacienda de San Antonio de la Cascada estaba decidido a todo! A como diera lugar aquella hermosa chica tenía que ser suya.

El tipo estaba completamente enajenado por la figura de la muchacha que trabajaba en la poderosa finca ubicada a 25 kilómetros de la cabecera municipal de San Buenaventura y no dudó en hacérselo saber a sus amigos.

Ella estaba a punto de casarse con su novio, también peón del importante centro de trabajo dedicado a la ganadería y agricultura entre otras actividades derivadas.

Los pioneros de estas tierras provenían de San Antonio Texas, de apellido Cuéllar y tras la guerra de México contra Estados Unidos, llegaron a la región Centro de Coahuila con sus cabezas de ganado y fundaron la hacienda llamándola San Antonio en honor al lugar de donde provenían.

Sin embargo, con el paso de los años fueron cambiando de hacendados pasando a otras familias que ya nada tenían que ver con los originales hasta llegar a los principios del siglo XX.

El fulano de buena cuna quería hacer valer un derecho que los caciques se adjudicaban: ¡violar a la novia en su noche de bodas creyéndose los dueños de los destinos de sus trabajadores!

Al saber las intenciones de aquel abusón, la pareja decidió huir al caer la noche sin importarles el frío que hacía, sólo tenían en la mente unir sus vidas sin que nadie interfiriera.

Se adentraron en el monte con la meta de llegar a San Buenaventura pero desgraciadamente el cínico se dio cuenta de la fuga y decidió alcanzarlos y enfurecido tomó su rifle.

Cuenta la leyenda que a galope los alcanzó en un lugar al que se le conoce como “el cerrito” actualmente terreno del ejido Guadalupe Victoria (ubicado a 12 kilómetros de San Buena por la carretera estatal 38) y se dispuso a matarlos.

Abrió fuego cuando pasaban por una pequeña lomita y asesinó a la pareja de enamorados que al final quedaron unidos por la eternidad agarrados de la mano; desde ese entonces la gente comenzó a llamar a esa pequeña colina como “El cerro de los novios”.

Esta brutal leyenda sambonense rescatada por el historiador Horacio Domínguez Lara, muestra una vergonzosa realidad que se vivía en las épocas pre-revolucionarias.

Se trataba de una vulgar y prepotente práctica que ejercían los caciques y hacendados, algunos sacerdotes o gente poderosa para reclamar la virginidad de la doncella a casarse, antes que el mismo esposo y en plena noche de bodas.

A este repulsivo acto se le llamaba “El derecho de la primera noche” pero era más conocido como “El derecho de pernada”.

UNO DE LOS DETONANTES DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Hasta nuestras tierras llegó con la conquista española y quienes llevaban a cabo esta atroz violación fueron los caciques, hacendados, entre otros personajes poderosos aún y cuando fueran del mismo clero.

Lamentablemente esta situación intolerable lastimaba la intimidad de la mujer, los esposos y la familia de ambos. Traía como consecuencias lacerar la vida pública e incluso ponía en evidencia la cobardía de los hombres.

En México era “la misma gata pero revolcada”, pues la variante consistía en que el patrón pagaba totalmente los gastos de la boda de sus sirvientes pero a cambio tenía el derecho de pasar la noche de bodas con la novia y desflorarla.

Domínguez Lara indicó que gran porcentaje de los hijos ilegítimos de la servidumbre y empleadas eran de los patrones y fue utilizado para dominar y someter a los indígenas. Tras la Independencia de Mexico se otorgaron grandes concesiones de tierra formándose las haciendas renaciendo la costumbre en el porfiriato.

El caso más insigne de rebelión en contra de esta asquerosa violación lo protagonizó precisamente el genuino héroe mexicano: José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Francisco Villa.

Antes de convertirse en el jefe de la inmortal División del Norte, Pancho Villa balaceó a don Agustín López Negrete, propietario de la Hacienda de Santa Isabel de los Berros y otros dictan que era la de Sombreretillo, por violar a su hermana Marianita de 13 años reclamando “la pernada”.

Debido a ello tuvo que fugarse dedicándose al bandidaje y posteriormente resurgió como el caudillo revolucionario que estuvo totalmente en contra de ese aberrante abuso.

La clase campesina se rebelaba contra la lujuria de sus patrones y en muchas ocasiones los sirvientes, que eran tratados como esclavos por los caciques, morían en defensa del honor de su novia.

El ejemplo más claro de esta protesta, al menos en nuestro Estado lo representa la leyenda de “El cerro de los novios” que tuvo un desenlace trágico: la pareja originaria de San Antonio de la Cascada en San Buenaventura pereció acribillada.

Tras culminar la Revolución Mexicana, la hacienda fue adquirida por el general Antonio Ríos Zertuche, héroe de la Revolución Mexicana, quien dio “el tiro de gracia” a las violaciones e hizo prosperar la inmensa propiedad dando un trato digno a sus empleados y la gente que vivía en sus terrenos.

APARECE EL REY FERNANDO EL CATÓLICO

Horacio Domínguez Lara, explicó que el caso del envenenamiento del obispo Rodrigo de Luna en Compostela en 1458 y el linchamiento del comendador Fernán Gómez en Fuenteovejuna 18 años después, ambos relacionados con “El derecho de pernada” hicieron que las autoridades tomaran cartas en el asunto ante el descontento y revueltas sociales que se provocaban con la asquerosa y abusiva tradición.

Por ello y con la libre y espontánea voluntad de su autoridad Fernando el Católico, Rey de Aragón (El mismo que junto a su esposa la Reina Isabel financiaron los viajes de Cristóbal Colón), en 1486 decretó “La Sentencia de Guadalupe” con la cual se eliminaba “El derecho de pernada” y dictaba tajantemente que nadie en señal de poder podía dormir con la esposa del campesino, ni pasar por encima de ella cuando estuviera echada en la cama.

Con esto, el benévolo rey ponía fin a la práctica y nadie se salvaría de tener sanciones en caso de ser denunciados llevando a cabo la violación.

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