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Publicado el miércoles, 25 de enero del 2017 a las 10:25
Saltillo, Coah.- Cuando el juego por el campeonato de la AFC entre Potros y Patriotas, en el 2014-15, terminó con una aplastante victoria de Nueva Inglaterra, 45-7, la primera reacción de la gerencia del equipo de Indianápolis fue enviar una queja por algunos balones con menos aire que fueron encontrados en el vestidor del local.
La queja, que posiblemente hubiera pasado desapercibida en cualquier otro nivel o contra algún otro equipo, creció de inmediato en los medios y se convirtió en objeto de polémica entre exjugadores que aseguraban que el caso era una exageración y el comisionado de la NFL, Roger Goodell, que de inmediato tomó el caso como prioritario.
Quien envió aquella queja al comisionado fue el gerente general de los Potros, Ryan Grigson, hoy desempleado luego de ser despedido tras cinco años en el equipo.
La queja de Grigson acarreó una serie de eventos que terminaron con la suspensión de Tom Brady por cuatro juegos en esta temporada, luego de enfrentamientos en la corte por parte de los Patriotas, Brady y la NFL.
Según rumores, la decisión de Grigson de “quemar” a su rival no era respaldada por la organización de Indianápolis y causó una serie de rupturas a su interior, que terminó por darle dos campañas sin postemporada a un equipo que estaba acostumbrado a ganar.
El “Deflategate” terminó por convertirse en una serie de venganzas personales que, contrario a lo que se esperaba, motivó más a un mariscal de campo, que a sus 39 años parece estar en el mejor nivel de su carrera.
No hay que olvidar que aunque se habló mucho del caso y llegó hasta instancias federales, nunca se pudo comprobar la participación del quarterback de los Patriotas, a quien finalmente se le castigó por no cooperar en la investigación.
‘LIMPIEZA’ DE IMAGEN
Roger Goodell pasaba por su peor momento al frente de la Liga, luego de que videos comprobaran que sabía de la agresión del corredor Ray Rice a su esposa y le permitiera jugar, y el castigar a uno de los emblemas de la NFL resultaba tentador, sobre todo al tratarse de una figura de uno de los equipos que más polariza opiniones dentro y fuera de los Estados Unidos.
Aunque el caso no creció de inmediato, durante la pretemporada, luego de que los Patriotas ganaron su cuarto Super Bowl, Goodell anunció la suspensión de Tom Brady, que luego fue revertida por una corte.
Durante ese año, en que Nueva Inglaterra llegó de nuevo a una Final de Conferencia, la relación entre el comisionado y la organización se volvió muy tensa.
Este año luego de concretar la suspensión, a pesar de que el caso había ya pasado a segundo plano, Brady regresó con una nueva motivación para ganar.
En los 12 juegos que el mariscal de campo ha jugado hasta el momento ha lanzado 33 pases de anotación y sólo cuatro intercepciones, conduciendo una ofensiva que no tiene grandes nombres y que perdió a su receptor estrella, Rob Gronkowski, por el resto del año.
En su juego de campeonato, como en los dos años anteriores, el palco del comisionado estuvo vacío.
UNA DULCE VENGANZA
Si Brady se alza con la victoria este 5 de febrero, resultaría inevitable que Goodell entregue el trofeo Vince Lombardi al mariscal de campo por quinta ocasión, propiciando una de las reuniones más incómodas de las que la NFL tenga memoria.
Incluso si la derrota fuera para los Patriotas, la teoría de que el sacar un poco de aire a unos balones dio una victoria tan contundente a Nueva Inglaterra, ha quedado desechada.
El equipo acusado está en las puertas de su novena aparición en un Super Bowl y un posible segundo campeonato en tres años, Goodell ha visto su reputación seriamente dañada, mientras que los Potros de nuevo quedaron marginados de los playoffs a pesar de tener a uno de los mejores quarterbacks en Andrew Luck.
Ahora, el exselección colegial 199 y tres veces ganador del MVP en Super Bowl, ha prometido dar su primera impresión sobre el escándalo al momento de levantar de nueva cuenta el trofeo Vince Lombardi, algo que podría dar un nuevo dolor de cabeza a un ya muy desprestigiado comisionado.
EL JUEGO QUE CAMBIÓ A LOS POTROS PARA MAL
Con dos temporadas de 8-8, los Potros de Indianápolis viven una época muy distinta a la que los tenía acostumbrados Peyton Manning e incluso Andrew Luck en sus primeros años. Los equinos no han clasificado a los playoffs desde que perdieron esa Final de Conferencia. Malas decisiones y supuestas rupturas en el equipo han devaluado la franquicia deportivamente hablando.
CON O SIN TOM, LOS PATRIOTAS ARRASAN
Nueva Inglaterra se las arregló para ganar tres de esos cuatro partidos sin Brady con dos distintos quarterbacks suplentes antes del retorno de su gran líder. Y cuando este reapareció, no hubo un mejor equipo en la Liga. Los “Pats” han ganado 13 de los 14 partidos con Brady en los controles, y en esos triunfos promediaron 16.5 puntos de ventaja. Solamente Seattle pudo vencerlo y aun en ese juego los “Pats” se quedaron en la yarda 1 del enemigo en su última oportunidad, un partido en el que perdieron por lesión a Rob Gronkowski, su mayor arma ofensiva. Brady no sólo jugó muy bien en la temporada; jugó con el hambre de un novato.
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