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‘Los héroes del fierro’

Por Néstor Jiménez

Publicado el domingo, 12 de noviembre del 2017 a las 04:00


Trabajadores del ferrocarril de Estación Monclova, hoy Ciudad Frontera, se unieron al movimiento de Venustiano Carranza.

Monclova, Coah.- La cita estaba programada para las 20:00 horas y don Venustiano Carranza entró en medio de sus hombres al Teatro Juárez de Estación Monclova, hoy Ciudad Frontera.

Era el 9 de marzo de 1913 y estaba la crema y nata de los mandos constitucionalistas, pues se iba a llevar a cabo una ceremonia muy singular en el recinto.

El teatro se ubicaba en lo que hoy es la calle Juárez de la Zona Centro y era propiedad de Tomás Mc Lemore, era muy moderno para su época pues contaba con pista de patinaje, además de las obras de teatro se ofrecía al aire libre el cine mudo.

El cronista de Ciudad Frontera, José Díaz Plascencia, narró que “El Barón de Cuatro Ciénegas” iba a tomar protesta a unos valientes que se unieron a la revolución.

Se trataba de unos ferrocarrileros que formarían 10 tripulaciones y otras tantas de reserva mismas que tendrían diversas misiones que cumplir en servicio de la causa.

Los leales trabajadores estaban muy contentos pues servirían a la revolución desde sus máquinas con las cuales combatirían, explorarían y auxiliarían a sus comparsas.

Estación Monclova estaba tranquila y Carranza formó su cuartel general en el Hotel Internacional luego que Pablo González tomara pacíficamente la futura Capital del Acero sin un solo disparo el 27 de mayo de 1911.

Aquellos valientes y férreos hombres curtidos entre vías y vagones pasaron a la historia y fueron conocidos como El Regimiento de Ferrocarrileros de Estación Monclova número 21.

¡ERAN LA CARNE DE CAÑÓN!

Una de sus misiones era explorar las vías y en muchos de los casos eran recibidos a balazos por el enemigo, pero “las moles de fierro” que tripulaban les servía de perfecto parapeto.

En las inspecciones muchas veces se les ordenaba dinamitar ciertos tramos para evitar que los federales llegaran a reforzar sus tropas, con ello retrasaban toda acción.

Díaz Plascencia, dijo que además transportaban a heridos, fallecidos y personal médico de un lugar a otro para mayor rapidez. En los vagones, la mayoría de madera transportaban también a las tropas constitucionalistas.

Además en ocasiones donde no había accesos al tren utilizaban los caballos y armados con carabinas enfrentaban a los experimentados soldados de Victoriano Huerta.

Sin embargo, lo peligroso de su labor también tenía sus consecuencias: muchos murieron o resultaron heridos. En cuanto a los telegrafistas aparte de enviar los mensajes urgentes realizaban labor de espionaje… ¡Interceptaban cables para el enemigo percatándose de sus intenciones!.

Participaron en diversas batallas y auxiliaron a sus compañeros y jamás decepcionaron a don Venustiano Carranza quien estaba contento con la labor de “los héroes de fierro”.

PARTICIPACIONES DE LOS FERROCARRILEROS

El general Pablo González recibió el telegrama de don Venustiano Carranza donde le informaba que los pequeños trenes que se hallaban en la estación de la Mina de Pánuco (rumbo a Candela) se desplazarían a la brevedad posible a Estación Monclova.

Era la madrugada del 9 de julio de 1913 cuando aquellos convoyes férreos iniciaron su travesía pues tenían la misión de recoger a los valientes que se hallaban en las instalaciones y se encargarían de detener el avance de los soldados federales.

Fue a las 15:00 horas de ese día cuando “los gusanos de hierro” entraron a los patios de la estación y se mandó llamar al experimentado maquinista Donaciano Martínez.

“¡Se le ordena que prepare la máquina 733 y salga inmediatamente para Castaños con las tropas!”, fue la notificación que se le dio por órdenes del general González.

El cronista de Ciudad Frontera, explicó que ese “monstruo” era el más grande que había en la estación con cuatro ruedas motrices y cuatro cabuces llenos de tropas. ¡Era una verdadera máquina de guerra!

En el trayecto pasaron por Estación Fierro (atrás de la colonia Calderón en Monclova) y al llegar a las colinas de la Curva de Juan Sánchez subieron más constitucionalistas.

En la Estación de Bocatoche en Castaños había 100 hombres a cargo de Rosalío Hernández y otros cien a cargo de Emilio Salinas. Los telegrafistas interceptaron un mensaje donde se informaba que saldrían de Saltillo miles de “pelones” que se unirían a otros falanges en Espinazo y entrarían a Estación Monclova para recuperarla.

Lamentablemente el mensaje llegó tarde, pues Bocatoche cayó antes que llegara González, mismo que en medio de un cruento combate tuvo que retornar mientras que los ferrocarrileros recogían cadáveres en medio de las balas, que almacenaron en los cabuces.

Además les ordenaron que quemaran el puente de Estación Fierro dinamitándolo para impedir que el jefe Joaquín Mass llegara pero ya todo estaba dicho.

Carranza llegó a Estación Monclova, proveniente de la Mina de Pánuco, luego de ser atacados en “El Barrio España” (colonia Héroes del 47) por unos cañones puestos en lo alto de la iglesia de Santiago Apóstol, pero por fortuna no causaron bajas.

Joaquín Mass y 3 mil hombres entraron triunfantes y se parapetaron en el fortín de la Loma de la Bartola que estaba a cargo del huertista Francisco Osorno.

Díaz Plascencia narró que en punto de las ocho de la mañana del día 10 de julio, comenzó la metralla en contra del cuartel general de Carranza que estaba en el Hotel Internacional.

Las balas no llegaban hasta el inmenso edificio pero hicieron daños en muchas propiedades fronterenses, entre ellas la botica del doctor Cuiin e incluso hubo civiles muertos.

A pesar de la defensa de Pablo González junto a Pancho y Samuel Vázquez, Antonio Maldonado, Julio y Jesús Soto además de los refuerzos de Alfredo Ricaut, Teodoro Elizondo y el mayor Ramírez Quintanilla no pudieron hacer nada escapando a Estación Hermanas.

Carranza tuvo que huir con rumbo a Cuatro Ciénegas por el camino a Nadadores, sin embargo, en la refriega aún se quedaron los valientes trabajadores del ferrocarril que trataban de parar la embestida federal. Otros operaron las máquinas que llevaban a heridos, doctores y enfermeras con rumbo a Piedras Negras.

Meses después, el general Cesáreo Castro junto a Francisco Murguía planearon en marzo de 1914 recuperar Monclova, pero a pesar de apropiarse de la iglesia La Ermita no pudieron hacer nada contra la fortaleza de la Loma de la Bartola.

En ese baño de sangre de la madrugada del 10 y mañana del 11 de marzo también entró en acción el regimiento 21 de ferrocarrileros entre ellos el fogonero Matías Gómez Frausto y Raúl Ramos.

Estos lograron llegar hasta los parapetos lanzando bombas que no lograban mermar a los tiradores del mayor Juan Felipe Rico. Desgraciadamente algunas de las bombas estallaban antes de ser lanzadas y los infortunados héroes volaban en mil pedazos.

Tras marcharse, Francisco Murguía mandó quemar la Estación Monclova para evitar que herramientas y lo que había en ella fuera utilizado por los huertistas.

José Díaz Plascencia recordó una anécdota en la cual el telegrafista, Manuel Aguirre Gutiérrez, estuvo a punto de ser fusilado por los soldados de Francisco Villa.

Fue en julio de 1915 cuando debido a una mala interpretación en un telegrama de una orden villista fue condenado a morir ahorcado en un poste pero se salvó al ser ocultado por trabajadores del Hotel Internacional.

Las gestas que protagonizaron “los héroes de fierro” en favor de la rebelión quedaron grabadas formando parte de la historia, no sólo de Coahuila sino de todo México.

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