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¡Madero hablaba con los muertos!

Por Néstor Jiménez

Publicado el domingo, 26 de febrero del 2017 a las 10:00


Conozca la extraña afición del apóstol de la democracia, una historia verídica que lo asombrará a 104 años de su muerte.

Monclova, Coah.- Varias personas de alcurnia se reunían una vez más en uno de los cuartos del Rancho Australia, ubicado en San Pedro de las Colonias. Ya estaba entrada la noche y se acomodaron alrededor de una mesa para proceder a tomarse de las manos.

Sólo unas velas aluzaban aquella lúgubre sala mientras que el viento gemía espantosamente por las rendijas de las ventanas, lo que hacía que un escalofrío recorriera el espinazo de los presentes.

Eran los primeros años del siglo XX y en medio de aquel silencio se escuchó la voz del niño Raúl que les recomendó una vez más dejar las cosas vanas y dedicarse más a la caridad.

El consejo era dirigido a todos por ser de buena cuna y formaban parte de una especie de club presidido nada menos y nada más que por Francisco I. Madero.

El pequeño, hermano del futuro presidente de México los invitaba a orar y dejar atrás la vida pecaminosa y todos escuchaban absortos la voz de “Raulito”, mientras Madero cerraba los ojos ese 2 de diciembre de 1901.

No había nada de raro en aquella escena salvo por dos cosas: Raúl, ¡tenía años de haber fallecido y Francisco I. Madero era el médium que invocó su espíritu!

Y aunque usted no lo crea, crónicas de la época e incluso unos diarios que escribió “El Apóstol de la Democracia” así lo revelan.

EL PRESIDENTE ESPIRITISTA

Francisco Ignacio (Ygnacio) Madero González vio la primera luz el día 30 de octubre de 1873 en la Hacienda El Rosario del Municipio de Parras de la Fuente; sus padres Francisco Madero Hernández y Mercedes González Treviño formaban una familia de clase desahogada.

Sus primeros estudios los llevó a cabo en el colegio de San Juan Nepomuceno en Saltillo y profesionalmente se letró en los Estados Unidos y Francia. Su familia tenía diversas haciendas y minas entre otras propiedades muy remunerativas.

La historia oficial refiere que regresó a México en 1893 administrando una de las haciendas en San Pedro de las Colonias y en 1903 se casó con la señorita Sara Pérez Romero.

Estudios revelan que se influenció en 1891 con la obra de Allan Kardec, como se hacía llamar el Francés Hippolyte León Denizard Rivail, considerado el precursor del espiritismo.

El coahuilense profundizó tanto en parís, que se especializó como médium escribiente, plasmando en papel de su puño y letra lo que los muertos le dictaban.

En memorias del ex presidente, indicaba que el espiritismo lo había transformado de un joven libertino a una persona más madur

Entre los años 1901 y 1904 celebró sesiones de grupo donde dejaba constancia en papel de lo que su hermano Raúl Madero, muerto a los 4 años de edad en 1887 (no hay que confundir con el otro hermano de nombre Raúl Miguel Hidalgo Madero, militar de Francisco Villa) le dictaba.

SE BURLABAN Y LO LLAMABAN ‘LOQUITO’

La extraña afición o creencias del político de Parras de la Fuente, le ganaron la burla de sus opositores. Además, practicó la medicina homeopática y consultaba a personas de bajos recursos.

En 1910, Madero ya había recorrido diversas partes del país para formar un partido que compitiera con Porfirio Díaz sin embargo, éste ordenó su arresto en San Luis Potosí bajo el cargo de sedición y mientras estuvo recluido, el dictador volvió a reelegirse.

Madero escapó de prisión y llegó a San Antonio, Texas, desde donde promulgó el Plan de San Luis y exhortaba alzarse en armas contra el mandatario el 20 de noviembre. Esto tuvo eco y Díaz presentó su renuncia exiliándose a Francia. El lema fue “Sufragio Efectivo no Reelección”.

En su libro “Crónica de la Revolución Mexicana”, el autodidacta, Roberto Blanco Moheno, en 1957, tacha a don Francisco I. Madero como; “Desquiciado por creencias espiritistas que lo llevaron al absurdo y al ridículo: pero bueno de alma y generoso de corazón”

Y en la página 12 de su obra plasma: “El Caudillo, bueno pero torpe, impulsado por los consejos de “Los Seres del más allá” se sintió omnipotente”.

NI CON SUS PODERES VISLUMBRÓ SU MUERTE

Blanco Moheno retrata el asesinato de Madero y su vicepresidente José María Pino Suárez tras ser capturados entre los días 9 y 18 de febrero de 1913 en medio del episodio llamado “La Decena Trágica”, el sangriento golpe de estado para derrocar al presidente espiritista que obtuvo el poder legítimamente el 6 de noviembre de 1911.

El usurpador Victoriano Huerta, cenaba con los miembros del nuevo gabinete y le sonrió a su invitado de honor, Félix Díaz mientras que Madero y Pino Suárez eran llevados en dos coches con rumbo a la cárcel en “El palacio negro de Lecumberri”, de la Ciudad de México.

Antes de eso, Madero de estatura baja que incluso le llamaban “El Chaparrito”, se despidió de Felipe Ángeles y les hicieron creer que iban a ser exiliados a Cuba. Ángeles al borde del sollozo abrazó a ambos y en su interior lloró la próxima muerte de unos hombres buenos.

Los coches donde los llevaban, un Protos y un Peerless, pararon la marcha en el portón de la penitenciaría. Eran las 23:00 horas del 22 de febrero de 1913 cuando el soldado Francisco Cárdenas Sucillas bajó a la fuerza a Madero y le pegó dos tiros en la cabeza muriendo instantáneamente. Al obligar también a Pino Suárez a bajar éste intentó huir en busca de ayuda y el teniente Rafael Pimienta lo acribilló; recibió 13 impactos de bala.

El cuerpo del mandatario fue enterrado en el panteón francés La Piedad el 24 de febrero. Es una lástima que quien recibió tantos mensajes de seres de ultratumba, que lo aconsejaron en todo momento, nunca fue auxiliado por estos espectros para alertarlo sobre la traición que sufriría ni mucho menos… ¡que lo ejecutarían vilmente!

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