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México, un país sin pies

Por Agencia Reforma

Publicado el domingo, 5 de noviembre del 2017 a las 03:00


En un momento donde se requiere liderazgo, tres instancias se mantienen acéfalas

Ciudad de México.- Hoy en día, por increíble que parezca, México carece de fiscal general de la República, fiscal Anticorrupción y de fiscal especializado en la atención de los delitos electorales.

Un encargado de despacho está al frente de la PGR y, según la oposición, este no cumple con los requisitos y experiencia para ejercer el cargo.

Mientras la sociedad civil exige una #FiscalíaQueSirva, el Senado tiene entrampados los nombramientos que darían vida a la nueva Fiscalía General.

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene una mancha de origen. Hace un año, las bancadas en el Senado se repartieron los magistrados: tres para el PRI, dos para el PAN y uno para el PRD, y nombraron como presidenta de consenso a una magistrada impulsada por el Gobierno de la ciudad y el perredismo capitalino.

Para darle viabilidad al acuerdo, tuvo que forzarse una reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial que amplió el periodo del cargo a cuatro magistrados. El acuerdo fue impugnado ante la Suprema Corte por Morena (partido que no fue considerado en el reparto), y resuelto el pasado 27 de junio en una votación en la que cinco ministros cuestionaron la constitucionalidad de la negociación.

¿Certeza?

En el año que lleva de ejercicio, la nueva Sala Superior del TEPJF ha emitido una serie de sentencias polémicas; algunas que dejan sin castigo conductas cuestionables por parte del Poder Ejecutivo, legisladores y partidos políticos, y otras que contradicen acuerdos con los que el Instituto Nacional Electoral pretendía darle certeza al “proceso electoral más grande de la historia”.

El INE es un árbitro cuestionado por los partidos políticos, presionado por el Gobierno federal y descalificado por el Tribunal Electoral, que ha echado para atrás desde su acuerdo para disminuir los sueldos de los consejeros (SUP-JE-16/2017) hasta el intento por regular la propaganda gubernamental en precampaña y campaña (SUP-RAP-268-2017).

Hace cinco años, al firmarse el Pacto por México, PRI, PAN, PRD, PVEM y el Gobierno federal acordaron una reforma político electoral que pretendía dar a las elecciones locales “el mismo grado de certeza y credibilidad” de los procesos federales. Crearon los Organismos Públicos Locales Electorales y adicionaron decenas de facultades y atribuciones a la autoridad nacional electoral.

El esquema INE-Oples funcionó en los comicios de 2015 y 2016, pero no pasó la prueba en los de 2017, en los que Morena reclamó la intervención descarada del Gobierno federal en el proceso del Estado de México, y el PAN denunció una “elección de Estado” en Coahuila.

El pasado 8 de septiembre, al dar inicio formal el proceso electoral, el INE intentó atender esos reclamos, con un acuerdo de “cancha pareja” para garantizar la equidad en la contienda, pero el Ejecutivo y el PRI lo impugnaron y el Tribunal lo revirtió con una sentencia aprobada por mayoría. En ese contexto, árbitros, jueces y fiscales están a prueba.

¿Cuál debe ser el perfil ideal de los responsables de estas instituciones?

Crónica de un Fiscal idílico

Al detective Malasuerte lo corrieron de la Secretaría de Seguridad Pública de Tijuana por hacer su trabajo. Un día, este policía pelirrojo detuvo una camioneta con placas americanas, y descubrió que en ella era trasladado un alijo de armas y droga.

Pero Malasuerte se metió con las personas equivocadas y, lejos de recibir un premio, fue echado de la corporación. Después de eso, emprendió una exitosa carrera como detective privado.

Hilario Peña creó a Malasuerte como un detective romántico, inspirado en Sherlock Holmes, el detective mítico de Arthur Conan Doyle. Malasuerte es un ser ordinario con una característica esencial: le gusta hacer lo que se tiene que hacer, y eso lo saca del sistema, pero también lo vuelve extraordinario.

Peña sabe que la realidad dista mucho de la ficción, y cree que hoy, en México, sólo en las novelas policiacas los crímenes se resuelven y los delincuentes son castigados.

Desde su especialidad como narrador, el sinaloense define así los atributos de un fiscal ideal.

“Un buen investigador, por supuesto, debe tener cierto oficio, cierta preparación. El policía debe tener cierto compromiso con su papel de servidor público. También debe tener pruebas y para ello necesita de la voluntad de los testigos que puedan ayudar a la construcción del caso. ¿Qué pasa si el ciudadano que puede fungir como testigo no siente esta confianza para colaborar con la autoridad que lo protege?… ahí es donde empiezan a caerse los casos.

“El detective es una especie de solucionador de acertijos, cuenta con una cierta preparación que le permite intuir cuáles son las principales causas del delito, y es muy raro que pueda equivocarse. Debe tener mente fría, porque cuántas veces no pasa que, ante el primer indicio de algo que crees conocer, te abalanzas sobre ello. Por eso, primero que nada, a pesar de todos los conocimientos criminológicos, se requiere no calentarse ante la primera sospecha.

¿Quién es el bueno?

En marzo de 2014, el entonces procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, creó la Fiscalía Anticorrupción. Esto fue mediante un simple acuerdo firmado por él y que por razones obvias quedó en suspenso en la medida que faltaba la designación de su titular por parte del Senado. En julio de 2016 se reformó la Ley Orgánica de la PGR con el fin de formalizar la Fiscalía Anticorrupción. Sin embargo, su entrada en funciones se supeditó a que el Senado eligiera a su titular. Algunos senadores condicionaron el nombramiento del fiscal Anticorrupción, a la eliminación del “pase directo” de Raúl Cervantes como fiscal general de la República. Lo paradójico es que quienes ahora se oponen son los mismos senadores que aprobaron la reforma constitucional de 2014.

Nadie en PGR

Raúl Cervantes Andrade presentó el pasado 16 de octubre su renuncia como titular de la Procuraduría General de la República (PGR). Ello a raíz de las críticas por pretender, junto con el PRI, un pase automático en la transición de Procuraduría a Fiscalía anticorrupción, cargo que tiene una duración de nueve años. Alberto Elías Beltrán, titular de la Subprocuraduría Jurídica y de Asuntos Internacionales, quedó como encargado de despacho de la PGR y se mantiene hasta la fecha.

Yo no tengo ninguna aspiración, fuera de servir con honorabilidad, en cualquier capacidad, pública o privada, a mi país”.

PGR vacía la Fepade

El encargado del despacho de la PGR, Alberto Elías Beltrán, removió el 20 de octubre a Santiago Nieto de su cargo como titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) por faltar al código de conducta de la Procuraduría. El presidente de la Cámara alta, Ernesto Cordero, citó a los senadores para sesionar el martes 7 de noviembre, donde se emitirá la convocatoria para la elección del nuevo titular de la Fepade, de cara a los comicios presidenciales de 2018.

Soy consciente de que las dudas que tienen dos partidos políticos nacionales en torno a mi persona, no generan las mejores condiciones para la lucha electoral”.

“Y un cierto grado de honorabilidad y de valentía. Una persona que se coloque más allá del cinismo
generalizado”.

Finalmente, en el mundo idílico de la ficción creada por Hilario Peña, un policía debe gozar de libertad y autonomía.

El detective Malasuerte reúne muchos de esos atributos. Nació en la novela con la que Hilario Peña cobró fama: Malasuerte en Tijuana (Mondadori 2009) y su zaga comprende los libros El Infierno puede Esperar (2012), La Mujer de los Hermanos Reyna (2012) y Juan Tresdieciséis (2014).

Su autor considera que, toda proporción guardada, Malasuerte podría ser un buen fiscal para los delitos electorales.

“Por supuesto. Por lo mismo, por eso creamos estos personajes, para hacer lo que no podemos hacer en la vida real. Malasuerte sale expulsado de la Policía de Tijuana por hacer precisamente su trabajo. Estamos hablando de un héroe, de un ser excepcional, pensamos que él sí podría llevar las cosas a un buen puerto. Pero, en la vida real, no es cosa de un héroe, nos toca a todos nosotros”.

El escritor admite que el lector de novela policiaca cree más en este justiciero de gabardina caqui, que en las personas que están autorizadas para brindarle justicia en la vida real. Y encuentra una razón para ello:

“El crimen en la novela policiaca regularmente queda resuelto, y hasta con un moñito de regalo, pero sabemos que en la vida real, por la misma corrupción, es algo muy poco probable de obtener. La literatura brinda una sensación de closing, se cierra el círculo; ese círculo, en la realidad, nunca se cierra”.

A pesar de todo, el escritor Hilario Peña dice que es importante tener fe en las instituciones, para evitar que las procuradurías, fiscalías y tribunales sean sustituidas por las redes sociales.

“No puede ser que el mundo se vaya a convertir en una especie de Facebooklandia donde de inmediato, ante la primera acusación, el jurado, es decir los usuarios de esta red, emiten su veredicto, deciden que el acusado es culpable y, sin necesidad de testigos ni evidencias, terminan el juicio rematando la sentencia con un #MeDuelesMéxico”.

El buen juez… por su persona empieza

Un juez debe ser una persona capaz de mantener la templanza en medio de un terremoto, advierte el abogado argentino Miguel Rodríguez
Villafañe.

Personaje fundamental en la historia jurídica de su país, debido a que detuvo y extraditó a Alemania a Josef Schwammberger, uno de los cinco criminales nazis más buscados en la década de los 90, Rodríguez Villafañe asegura que los jueces tienen un papel fundamental en la sociedad, porque son los personajes que pueden equilibrar a los poderes y garantizar a los ciudadanos de a pie el ejercicio de sus derechos.

Esta importante labor, indica, los obliga a ser independientes y valientes, y a actuar con templanza, pues sus decisiones están sujetas a presiones de todo tipo y tienen repercusiones en la economía, la política y la sociedad.

No obstante, para el abogado estas cualidades son insuficientes si los juzgadores son incongruentes y carecen de calidad moral. “Si no tienen firme eso (estatura moral) es para no dormir”, advierte.

El abogado sabe de lo que habla. En 1984, se convirtió en juez federal del primer Gobierno democrático de Argentina tras la dictadura militar. Tres años después, detuvo personalmente al criminal nazi Josef Schwammberger y logró su extradición a Alemania, en donde fue condenado a cadena perpetua.

El episodio pasó a la historia de su país como uno de los momentos de mayor reconocimiento del Poder Judicial; no obstante, en 1990, Rodríguez Villafañe renunció al cargo luego de que el entonces presidente, Carlos Menem, decretó las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, las cuales le otorgaron el indulto al general argentino Luciano Menéndez, acusado de crímenes de lesa humanidad.

El tiempo le dio la razón. En 2005, luego de que se declaró inconstitucional el indulto a Menéndez, este personaje fue detenido y procesado. Actualmente tiene acumuladas 20 cadenas perpetuas, el mayor número registrado en Argentina, y tal vez en América Latina.

Despojado de su traje de juez, Rodríguez Villafañe representó a Radio La Ranchada, de la mutual Carlos Mugica y logró que se declarara inconstitucional el Artículo 45 de la Ley de Radiodifusión argentina, considerado el instrumento mediante el cual la dictadura militar se apropió de los medios de comunicación, pues impedía a las asociaciones sin fines de lucro acceder a licencias de radio y televisión.

Actualmente, es considerado uno de los abogados más importantes de Argentina, ha representado y logrado el sobreseimiento de periodistas querellados por calumnias e injurias, y recibió el premio Abogacía Argentina en dos ocasiones por su trabajo a favor de la democracia, la justicia y el derecho a la libertad de expresión.

El constitucionalista, quien en cinco ocasiones ha sido parte de la Junta Electoral de Argentina –organismo que se crea en cada proceso electoral–, no titubea cuando se le cuestiona sobre los factores que le restan certeza a la labor de los jueces: “que no actúen conforme a Derecho, lo que manda la ley y, como lamentablemente está pasando en Argentina y en otros lados, dejarse llevar más por oportunidad política o por lo que llaman ‘políticamente correcto’”.

En su opinión, el trabajo de un juez debe estar acompañado del desempeño de fiscales, responsables ejercer acciones punitivas en representación de la sociedad.

Rodríguez Villafañe advierte que la desconfianza social en el desempeño de los jueces provoca muchos riesgos; no obstante, el más grave es la degradación social.

“Una cosa es que se detenga a un ladrón, y otra cosa es que se justifique que lo linchen y hasta que lo maten. Esta justicia por mano propia no cabe, el sistema debe tener una claridad moral y una entidad jurídica que esté por encima de la lógica de venganza… en última instancia, el Poder Judicial es el que también ha puesto la calma social”, apunta.

El abogado es claro respecto al papel que debe jugar un juez en la sociedad: “es el personaje que le da razón de ser al Estado de
Derecho”.

Las cualidades del árbitro

Bonifacio Núñez Vega no titubea cuando se le pregunta cuáles deben ser las virtudes de un árbitro: “debe reunir cualidades morales, intelectuales, físicas y técnicas. Y, para completar, debe ser valiente, que no es lo mismo que valentón”.

Un lustro como árbitro en el futbol amateur, dos décadas en el circuito profesional y 11 años como comentarista deportivo permiten al “Boni” perfilar al árbitro ideal.

“En sus cualidades morales, el árbitro debe tener espíritu de justicia, ética, espíritu de superación, querer mucho a su profesión. Debe tener cualidades físicas; no puede ser árbitro si no se cuida, si no entrena, tiene que aguantar los 90 minutos. Intelectuales: debe tener educación, debe saberse las reglas como el Padre Nuestro, pero ser inteligente para saberlas interpretar y aplicarlas con criterio. Un árbitro debe saber dirigirse al jugador, entenderlo, leer libros de psicología. Tiene que ser inteligente, saber cómo convencer al jugador para que se meta dentro de las 17 reglas. El arbitraje engloba muchas cosas”.

Una de las cosas que aprendió en esos años es que el juez no debe arbitrar para la tribuna, ni para los jugadores. Debe arbitrar para el juego.

Otra, que el árbitro tiene una gran ventaja: las reglas del juego. Debe recurrir a ellas para hacerse respetar y tomar medidas disciplinarias.

“El árbitro tiene que saber, no intuir; percatarse del comportamiento de los jugadores. Y debe saber usar el lenguaje adecuado. Su mejor arma es su criterio. El árbitro tiene que convencer, tiene que saber usar monólogos tajantes determinantes, con base reglamentaria. Muchas ocasiones, el árbitro puede no ver una jugada, pero tiene que convencer y no vencer. Y, dentro de ese convencimiento, cuidado: si se presta al diálogo, y lo pierde, no podrá usar las tarjetas. Debe saber con qué jugadores se puede hablar y con cuáles no”.

El árbitro, añade Núñez, debe tratar de preservar su imagen incólume, intachable, tener un comportamiento ejemplar dentro y fuera de la cancha.

“El árbitro debe saber dónde tomarse un vaso de agua, un vaso de leche, un vaso de Coca Cola y dónde puede tomarse un whiskey, y además, con quién”.

El árbitro debe entender que no es él solo, que es una figura pública y puede equivocarse.

“Los árbitros han perdido una parte importantísima:
credibilidad.

“Tampoco el árbitro ha querido asumir su responsabilidad. A mayor jerarquía, mayor responsabilidad. Los árbitros no han querido entender que son los responsables del juego”.

“El Boni” no habla de política. Cualquier parecido con la política es mera coincidencia.

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