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Por Luis Durón
Publicado el domingo, 15 de octubre del 2017 a las 09:12
Saltillo, Coah.- Paulina llegó a Saltillo en 2015 huyendo de su propia familia; fue su hermana la que decidió rescatarla del destino que le esperaba viviendo en una comunidad indígena de Chiapas.
La costumbre de su pueblo es que a los 12 años las niñas se conviertan en un producto que se vende al mejor postor. Cinco mil pesos es lo mínimo que los hombres mayores pagan por tener a una niña como esposa.
Pero a los 17 años las mujeres son desechadas, “ya no sirven”, dice Paulina. Ellos irán por la próxima niña cuyos padres ya educaron para ser una esposa sumisa, sin voz, sin rebeldía, a la que “amarán” a base de golpes y constantes violaciones sexuales.
Esa es la vida de miles de niñas que viven en las comunidades indígenas del sur del país. Paulina cuenta que ella pudo salvarse porque su hermana escapó y se instaló en Saltillo, donde consiguió un trabajo.
Cuando Paulina rebasaba los 12 años era cuestión de tiempo para que apareciera un comprador, pero su rescate llegó antes. Su hermana le pagó el boleto de camión y dejó atrás su pueblo, ubicado en la selva lacandona. En Saltillo consiguió trabajo ayudando a su hermana haciendo bordados. Además, estudia el bachillerato en el Cobac.
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