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Objetos vitales

Por Sylvia Georgina Estrada

Publicado el martes, 9 de mayo del 2017 a las 09:05


Arnoldo Kraus comparte los detalles de su reciente libro.

Saltillo, Coahuila.- ¿Quién no posee objetos cuya única cualidad es su capacidad de traernos recuerdos? No todas las cosas que tenemos al alcance tienen utilidad, pero sí una carga emocional que nos impulsa a conservarlas, a darles un sitio especial en nuestro entorno.

Sobre este tema discurre La Apología de las Cosas (Sexto Piso, 206), el reciente ensayo de Arnold Kraus que completa una trilogía que inició con La Apología del Lápiz y siguió con La Apología del Libro. Ediciones que siempre han sido acompañadas por el trabajo gráfico del artista visual Vicente Rojo.

“Escribo porque me encanta escribir y lo que más me gusta es hacer este tipo de ensayo, con algo de prosa poética. Pero sin duda, en estos libros, una de las mayores satisfacciones ha sido trabajar con Vicente Rojo, en todos los sentidos. Empezaría diciendo que lo admiro primero como ser humano y después por sus inmensas y grandiosas virtudes como el diseñador de México. Para mí eso ha sido un gran honor, que él le dé forma gráfica a mis palabras”, comparte el autor de Dolor de Uno, Dolor de Todos en entrevista con Zócalo.

Médico de profesión, pero con una larga trayectoria literaria, Kraus señala que La Apología de las Cosas surgió al darse cuenta de la forma en que la mayoría de las personas tratamos a los objetos, a los que dotamos de cierta carga afectiva.

“Tengo algo que es lindo, y problemático a la vez, que es la dificultad de desprenderme de ciertas ‘cosas’, así entre comillas, porque esta palabra que usamos tantas veces al día tiene muchos significados.

“Nuestra vida está determinada por enseres y objetos, y aunque siempre digo que hay que desprenderse de aquello que no es esencial, es imposible hacerlo. Como si fuera un niño, yo tengo cajas llenas de cositas que me gustan, creo que todos tenemos este tipo de objetos que te importan, que quieres y que son parte de tu vida. Todos tenemos un escritorio, un buró, un mueble en el que colocamos algún objeto que nos gusta, que nos regalaron, y que forma parte de nuestro entorno y si falta esa cosa nos sentimos incómodos”, reflexiona.

Kraus considera que se crean una serie de afinidades afectivas, cariñosas, con las cosas que forman parte de nuestra vida.

“Hay una cierta interdependencia. En el espacio de la cotidianidad hay cosas que son muy importantes para cada uno. Hay quien tiene su taza predilecta para tomar café, aunque haya otras 20 tazas alrededor. Así vamos construyendo la vida, con cositas a las que le damos un valor por el vínculo emocional, por los recuerdos, por la melancolía que nos provocan”, propone el también cuentista.

RECUERDOS

La génesis del tercer libro de las apologías, es un pequeño artículo que se publicó en Letras Libres hace años, pero después Kraus se dio cuenta que lo quería ampliar.

“Como ya tenía una relación con Vicente Rojo, por los anteriores libros, le ofrecí también este texto cuando lo terminé. Le gustó mucho la idea y llegó en un buen momento para él porque estaba atravesando un trance duro, la enfermedad y muerte de su hija, y no había trabajado por el dolor que tenía. Mi escrito sobre las cosas le hizo revivir que él también quería hacer algo con sus propios objetos.

“En el libro se despliegan dos páginas con la obra de Rojo, Autorretrato, una imagen conformada por las cosas que son valiosas en la vida del artista plástico. Si ves el cuadro original, que engalana el libro de manera maravillosa, aparecen objetos como sacapuntas, un compás, pinceles, brochas. Un autorretrato en donde Vicente se pinta sin pintarse”, detalla el también columnista.

Para Kraus la mancuerna que tiene con Vicente Rojo es un encuentro afortunado, tanto que ya están pensado en escribir una cuarta obra para integrar una colección completa de apologías, que será presentada en un paquete especial, dentro de una caja

“Me gusta usar la palabra serendipia, que es más bonita que azar, hay encuentros en el tiempo, en el espacio, que se convierten en algo bonito. Este libro fue un encuentro afortunado entre mi escritura y la necesidad de Vicente de darle forma a sus cosas en un autorretrato.

“El primer ensayo no tenía destinatario, se lo mostré a Vicente, le gustó y ambos decidimos que había que hacer un pequeño libro, y después nos quedamos encandilados con la idea y surgió una segunda y una tercera publicación. Ahora estamos trabajando en un cuarto libro que se llama Apología del Polvo, y es sobre todos los contextos que tiene el polvo”, concluye.

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