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Regresa a PN mujer médico rescatista

Por Aeropuerto

Publicado el domingo, 1 de octubre del 2017 a las 09:00


Rocío Rodríguez Noriega es médico especialista en medicina integrada...

Piedras Negras, Coah.- Rocío Rodríguez Noriega es médico especialista en medicina integrada, que es una especialidad de la Secretaría de Salud, en la que se encargan de las enfermedades cronicodegenerativas. El 19 de septiembre, fecha que la Ciudad de México y varios estados del país se cubrieron de luto a consecuencia de un sismo de magnitud 7.1, veía las noticias que se pasaban por la televisión y en ese momento decidió que tenía que ir a auxiliar a la gente que estaba atrapada bajo los escombros.

De inmediato se puso en contacto con las líneas aéreas y logró el apoyo de Aeromar que no le cobró el costo del boleto, solo tenía que pagar los impuestos que cobran los aeropuertos.

Llegó a la Ciudad de México el jueves 21, dos días después del sismo. El caos reinaba en todas las zonas afectadas, el llanto, la tristeza y la desesperanza campeaban por toda la ciudad, luego de coordinarse, labor que no fue fácil, empezó a realizar labores tanto en los edificios de Álvaro Obregón como en el multifamiliar de Tlalpan, donde desafortunadamente no lograron salvar personas con vida, pero sí un perro, imagen que se hizo viral en la redes sociales.

Rocío es médico especialista y fue paramédico de Cruz Roja en Veracruz y su impulso al conocer la tragedia fue ir a ayudar a la gente y poner en práctica sus conocimientos, sabedora de la capacidad que tiene para hacerlo.

“Ver lo que estaba pasando y saber que yo sé lo que se debe hacer y tengo la capacidad para poder ayudar a alguien y el pensar que sí el día de mañana, Dios no lo quiera, nos toca a nosotros, pensar que alguien desde lejos pueda venir a ayudarnos”.

Se le cuestiona si pensó en el riesgo que llevaba al ir al lugar de la tragedia y entre risas contesta: “No lo pensé soy la loca de la familia”.

La doctora Rodríguez cuenta que recibió mucho apoyo de amigos, familia, la iglesia bautista Fuente de Vida y probablemente del Ayuntamiento y de Aeromar que le ayudaron para que pudiera ir a la Ciudad de México.

“Al estar viendo la televisión y ver todo lo que estaba pasando y al saber que tenemos familia allá y duramos un tiempo sin saber de ellos, pensamos lo peor, pero finalmente supimos que estaban bien. También tengo muchos amigos y en especial me conmovió mucho el saber que había niños atrapados, porque tengo dos sobrinitos.

Saber que había gente atrapada sin que pudieran sacarla rápidamente la hizo ir a poner un granito de arena y ayudarlos un poco.

“La gente de allá se alegraba infinitamente de saber que muchos estábamos yendo de lejos. En mi caso cuando les decía de donde estaba yendo y que había mucha gente atrás de mi apoyándome para poder ir a ayudarlos, de verdad lo agradecían y los confortaba mucho eso”.

Rocío viajó a la Ciudad de México el jueves 21 de septiembre, fecha en que celebra su cumpleaños y lo celebró entre escombros, polvo y llanto.

“Cuando llegué a la Ciudad de México empezaba a movilizarse la Marina y la Policía Federal porque en ese momento en mayor apoyo era de la población civil, entre los que había paramédicos, bomberos, ingenieros, albañiles, carpinteros; todo el mundo tratando de hacer algo por la gente que estaba atrapada. Costó un poquito la organización, pero poco a poco se fueron realizando las labores”.

La doctora Rodríguez Noriega se integró a un grupo de médicos especialistas civiles. “Nos coordinamos en una frecuencia en la que nos pedían los apoyos, nos organizábamos, nos presentábamos por lo general con un coordinador, que de inicio era personal del Gobierno, con los que fue un poquito difícil coordinar, pero ya conforme pasaban los días la coordinación era entre nosotros y nos tocaba atender varias funciones.

Teníamos un área de choque, la comisión era que íbamos a recibir a los sobrevivientes que sacaban de entre los escombros. Desafortunadamente en Tlalpan ya no sacamos a nadie con vida más que un perrito que vimos en las noticias, pero en especial cuando empezaron las labores de demolición nos tocó atender a toda la población que estaba en esas labores.

Tuvimos heridas severas, fracturas, gente que tenía enfermedades crónicas y estaba muy descontrolada porque muchos no habían dormido y mal comían porque todos querían estar ahí, ayudando”.

A pesar de su formación médica que le hace tener la cabeza fría para tomar decisiones, para la doctora Rodríguez Noriega los días que pasó en la zona del desastre le hizo tener diversos sentimientos. “Era una mezcla de sentimientos de frustración, tristeza, coraje, pero cuando teníamos la oportunidad de estar junto a los damnificados o los familiares de las personas que se quedaron bajo los escombros era un poquito confortante el saber que ellos sabían que estabas ahí, que no podías evitar lo que les pasó, pero que estabas ahí tratando de apoyarlos”.

Rocío cuenta que hubo cosas buenas y malas durante la semana y media que pasó ayudando a los damnificados, pero lo más gratificante fue ver cómo toda la población, principalmente los mexicanos, se desbordaron en esfuerzos de ayuda de todo tipo, porque nadie se medía, nadie escatimaba el no dormir, el no comer o poner su dinero.

“A los que estábamos en labores de rescate nos cuidaban, se apuraban mucho de si comíamos o no comíamos, todo el tiempo preguntaban: ¿Dormiste?, ¿descansaste?, ¿comiste?, todo el tiempo estuvieron muy al pendiente de nosotros y eso es lo sorprendente que la gente está unida, que hay amor y esperanza”.

La doctora Rocío Rodríguez Noriega no escatimó su tiempo, su dinero, su seguridad por ir a ayudar con sus conocimientos a quienes lo necesitaban. Dejó a su madre Rocío Noriega Guzmán que está un poco delicada de salud por ir a auxiliar a quienes lo necesitaban y gastó su dinero sin pensar en que se quedaría sin recursos económicos, ya que a pesar de contar con una profesión y ser especialista en medicina integrada, no cuenta con un empleo en Piedras Negras, lugar donde reside desde hace un año y medio, aunque en el estado de Morelos se desempeñó como encargada de esta área en Cuernavaca, Morelos.

Ganas de trabajar no le faltan pero no ha tenido una buena oportunidad para ejercer su carrera, así que dejó en esta ciudad a sus seres queridos, a sus dos perros y a un gorrión que adoptó luego de caer de un árbol.

Para Rocío Noriega Guzmán, lo que ha hecho su hija le llega de orgullo porque sabe que lo que hace representa el amor que siente por los demás y considera que no utilizar sus conocimientos en ayuda de los que los necesitan sería un pecado.

“Si piensas en que algo te puede pasar. Allá nos pidieron que con un marcador permanente nos anotaron en los brazos nuestro nombre, tipo de sangre y un teléfono de contacto, pero gracias a Dios estamos bien”, dice Rocío Rodríguez que desde los 18 años está realizando labores en Cruz Roja y que narra que cuando está en una situación como la que vivió se siente como pez en el agua.

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