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Relámpago norteño: vive la voz del vino

Por Christian García

Publicado el martes, 25 de julio del 2017 a las 11:00


El cantante y compositor Cornelio Reyna ejerció una influencia en la personalidad intelectual y musical de los saltillenses

Saltillo, Coah.- La noche en las cantinas se llena de pláticas entre botellas de cerveza. Los comensales se dedican a expiar sus pecados y alardear sobre sus aventuras, todas acompañadas de música. Por 10 pesos una rocola puede tocar lo mismo un polka que un bolero o un corrido, especialmente los de Cornelio Reyna, quien, con bajosexto en mano, visitaba Saltillo para compartir sus composiciones.

Hay quienes aseguran que entre los recorridos semanales del autor de Me Caí de la Nube, se encontraban las cantinas de las calles Acuña, Lerdo de Tejada y Pérez Treviño. Sitios en donde nació su leyenda.

El cantutor, nacido el 16 de septiembre de 1940 en el ejido de Notillas en Parras de la Fuente, pero registrado en la ciudad de Saltillo, es considerado junto a Los Alegres de Terán, uno de los cantantes más importantes de la música norteña.

Con más de 60 discos grabados, su voz acompañó a varias generaciones de escuchas, formando así la identidad de lo que somos como ciudad, o al menos una parte de ella.

LA CULTURA POPULAR

El mítico cantante ha creado estampas atemporales que resuenan en el vacío del desierto coahuilense. Sus canciones fluyen como un río del cual los escritores del norte han bebido para comprender la literatura local y para saciar su sed musical.

“La música norteña en voz de Cornelio Reyna es la música de mi infancia, fue con la que crecí mientras estaba en mi pueblo en Ciudad Frontera; eran las canciones que yo cantaba cuando iba en los camiones que recorren el tramo de Cuatrociénegas a Monclova”, comenta Julián Herbert, reconocido escritor afincado en Saltillo desde hace varios lustros, pero sobre todo melómano y músico, amante y estudioso de la tradición musical norteña.

“Cantar estas canciones con las cuales tengo un apego muy vivencial, fue también un estudio, pues a partir de estas canciones aprendí la lírica”, añade el autor de Canción de Tumba.

Esta influencia que ha tenido Cornelio Reyna no es única, pues un gran número de músicos y cantantes han pasado por nuestra ciudad y siempre han dejado algo de ellos en nuestras calles y en nuestra cultura, en la vida nocturna y en la personalidad que tiene Saltillo.

Este aprendizaje lírico que tuvo Herbert gracias a las canciones del norte, encuentra su punto culminante en Hay un Mar en mi Pecho, de Cornelio Reyna, pero que, en la voz del cantante saltillense Mario Saucedo funciona mucho mejor, según el escritor.

“Hay una parte muy tradicional en la composición de Reyna como Mi Tesoro, las cuales tienen una estructura, una melodía y unas imágenes muy tradicionales, pero después Cornelio escribe una canción que sorprende por lo vanguardista que puede ser dentro de su lírica. Esta canción es Hay Un Mar, la cual tiene un verso que dice ‘hay un mar en mi pecho que me quita la vida’, que me parece uno de los grandes momentos de la lírica popular.

“La gran versión de esta canción no es, para mí, la de Cornelio, sino la de un gran cantante saltillense que se llama Mario Saucedo”, comenta Herbert.

Luis Humberto Crosthwaite, escritor tijuanense quedó prendado también por la historia de Cornelio Reyna y Ramón Ayala, cuando formaron el dueto Los Relámpagos del Norte. Tanto que incluso escribió una novela llamada Idos de la Mente, publicada originalmente por Joaquín Mortiz en octubre de 2001, en la cual narra la vida musical de ambos.
“En cada lugar sucede lo mismo. Después de que Los Relámpagos del Norte tocan durante un rato, los parroquianos empiezan a llorar porque recuerdan amores perdidos y a sus mamacitas muertas”, escribió en uno de los pasajes del libro.

Esta unión entre una de las composiciones más potentes en cuanto al uso popular de la lírica poética de un compositor foráneo en la voz de un saltillense, es uno de los puntos de reflexión para sopesar la importancia de las personas que han llegado a la capital coahuilense a formar, precisamente, una identidad.

LEGADO MUSICAL

Si bien Cornelio Reyna fue un visitante eterno de su natal Parras, venía los fines de semana a nuestra ciudad a cantar entre las calles de Lerdo de Tejada y ganarse así un dinero. El músico es un saltillense honorario que llegó para quedarse: en la mente de escritores, en la vida de las personas que lloran por sus composiciones y quienes cantan sus canciones, así lo ve Argeo Hernández, locutor de RadioTec, quien en su estación cuenta con un espacio exclusivo para difundir la música popular mexicana.

“Mucha gente disfruta la música de Cornelio Reyna porque es un gran compositor; su historia es muy importante en la cultura, pero son las personas quienes le dan su nivel como un icono indiscutible de la música norteña.

“El principal aporte de Cornelio Reyna a la música del norte de México son sus composiciones, que al día de hoy son clásicos y se tocan en el ámbito popular, como el Día de la Madre. También destacan sus corridos compuestos para personas como Eugenio Sánchez”, dijo el locutor.

Es esta relación que tienen las personas con la música del cofundador de Los Relámpagos del Norte lo que hace que siga caminando entre nosotros, como un ser inabarcable por su gran influencia y en la importancia que ha tenido para generaciones de saltillenses a lo largo del tiempo.

Pero siendo músico, ¿cómo es la relación que ha ejercido en el panorama musical del Saltillo actual? Cornelio Reyna murió hace 20 años, pero sigue vivo no sólo en quienes tocan música norteña, sino en la formación de nuevos músicos de ambientes tan distintos como la música electrónica. Uno de los ejemplos de esto es Jorge Rangel, quien a través de su computadora homenajea inconscientemente el sonido de Los Relámpagos del Norte.

“Los Relámpagos son piedra angular de la música norteña por la dinámica entre la voz de Cornelio y el acordeón de Ramón Ayala, eso era increíble. Ambos tenían estilos súper característicos para ejecutar y eso al final le dio a Los Relámpagos una identidad muy propia.

“La influencia de Los Relámpagos trascendió la frontera del país y dio origen a la estilización que distingue a la música tejana de la música norteña, es como si en ellos el río de la ‘norteñidad’ musical se dividiera y uno de esos cauces fuera a dar a Texas y el otro se mantuviera en el país. Muchas de las cosas que damos por hechas en la música norteña, como ciertos patrones rítmicos, armonizaciones de la voz, fraseos del acordeón, tienen su origen en Los Relámpagos”, comenta Rangel.

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

Es indudable la importancia de Cornelio Reyna para una región, cuya población ha declarado suya: una tierra áspera y dura. Su legado da cuenta de que el cantante, más que coahuilense, es un ciudadano del mundo, dando cuenta así de la migración eterna en la que se encuentra la cultura y la música.

A 20 años de su muerte y a 87 de su nacimiento, el bardo que provino del municipio de la uva sigue vigente en la ciudad que lo recibió y de donde migró, nuevamente, hacia el vecino estado de Nuevo León, cuna de la música norteña y en donde encontraría a su compañero Ramón Ayala.

“Ramón y Cornelio siempre juntos. Se les ve por la calle, caminando; en la escuela, casi nunca. En el cine, disfrutan las mismas películas. Tienen los mismos gustos.

¿Dónde está Ramón? Con Cornelio. ¿Dónde está Cornelio? Con Ramón. ¿Buscan a los dos? Andan juntos”, diría Crosthwaite sobre el dúo que formarían ambos.

Cornelio Reyna nació en Parras de la Fuente, pero compuso en Saltillo para un público fuera de las fronteras, tal como el regiomontano Eulalio Gutiérrez “Piporro” entona los corridos de Rosita Alvirez o de Agustín Jaime.

La obra de Reyna es importante para la identidad que paso a paso se ha formado en la capital saltillense, que a lo largo de 440 años se ha nutrido de personas que han pasado por aquí, que han pisado la tierra sobre la que está fundada y han dejado una semilla que germinó a pesar del calor del desierto

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