Nacional
Por Agencias
Publicado el lunes, 27 de febrero del 2017 a las 14:54
Ciudad de México.- La corrupción se ha vuelto tan cotidiana para los ciudadanos que forma ya un juego de complicidades, y aunque no hay manera de documentar el número exacto de cuántos incurren en estas prácticas, se estima que ocho de cada diez mexicanos son corruptos.
También que se trata de un problema de percepción, porque el mismo acto que para unos es un delito, para otros es una muestra de audacia, astucia o ingenio del mexicano.
Los mil y un rostros de este comportamiento, reflejados en la frase “el que no transa, no avanza”, impiden combatir su práctica cotidiana.
La corrupción de todos los días se hace presente cuando se da dinero para evitar multas o agilizar trámites; se roba la luz; se copia en los exámenes; se presentan justificantes falsos en el trabajo, se usa el WiFi ajeno o se da mordida para pasar la verificación.
La Encuesta Nacional de Corrupción y Cultura de la Legalidad arrojó que la gente opina que comprar exámenes en la escuela (87.4 por ciento), alterar básculas en los mercados (86.5 por ciento), poner un diablito (86 por ciento), fingir una discapacidad para pedir limosna (84.7 por ciento), vender un automóvil sin mencionar sus fallas (83.4 por ciento), presentar justificantes falsos en el trabajo (79.1 por ciento), usar sin autorización la red inalámbrica del vecino (73.6 por ciento) o incluso pedir a otras personas que digan que no se encuentran cuando lo buscan (69 por ciento), por mencionar algunos, son actos de corrupción.
Los mexicanos, sin embargo, nos vemos a nosotros mismos como honestos, según este mismo sondeo hecho por la UNAM. Por eso somos tolerantes con las conductas que al mismo tiempo consideramos deshonestas, inapropiadas o corruptas.
De acuerdo con el estudio Anatomía de la corrupción de Transparencia Mexicana, 14 por ciento de los ingresos familiares en el país se destinan a sobornos, sea para acelerar trámites o para librar sanciones. Y la población con los más bajos ingresos, de hasta un salario mínimo, dedica 33 por ciento al pago de la corrupción.
La gran mayoría de las personas que aceptaron haber cometido un soborno, por ejemplo, aducen que éste les fue solicitado; ellos no ofrecen dinero a cambio de favores o privilegios que les facilitaron la vida”, apunta la encuesta de la UNAM.
¿Víctimas?
La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2015 del INEGI revela que la percepción del mexicano promedio es que el ciudadano es la víctima de la corrupción, y que sus familiares y hasta sus vecinos son inmunes a tales prácticas.
Perciben en estas acciones un delito o una ilegalidad: malas acciones del gobierno y/o malos gobiernos; mentiras, deshonestidad y descontento si son cometidas por servidores públicos.
Por ejemplo, en el contacto con autoridades de seguridad pública se experimentaron un millón 741 mil 946 casos de corrupción; trámites vehiculares 785 mil 594 y con el Ministerio Público, 256 mil 789.
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