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Por Aníbal Díaz
Publicado el sábado, 24 de junio del 2017 a las 05:25
Monclova, Coah.- Todos los días, los paramédicos se enfrentan a los “monstruos” del miedo, el estrés y la presión, en su afán de salvar vidas.
Cada segundo es vital, cada segundo cuenta, llegar a tiempo a un siniestro marca la diferencia entre la vida y la muerte.
Esto lo sabe Carlos Gutiérrez de la Fuente, quien pese a su juventud (tiene apenas 25 años), es un experimentado socorrista que funge actualmente como coordinador de Socorros de la Cruz Roja de Monclova.
En el marco de hoy 24 de junio, Día Internacional del Socorrista, Carlos compartió algunas de sus vivencias en este ámbito.
EL INICIO
Nacido en Monclova el 14 de febrero de 1992, Carlos se involucró por primera vez con la Cruz Roja en 2003, cuando sólo tenía 11 años de edad.
“Entré al Comité de Juventud, en aquel tiempo encabezado por el coordinador Jesús Mendoza”, recuerda Carlos. “En ese entonces fue por pura curiosidad, a esa edad ni siquiera te dejaban subir a ambulancias ni nada de eso, eres un niño que va a un grupo de niños a divertirse”.
Cuando cumplió 17 años, el joven socorrista ingresó a la Escuela de Formación de Técnicos en Urgencias Médicas de la Delegación de la Cruz Roja de Monclova.
Además, poco después comenzaría a compaginar esta labor con sus estudios de educación superior, cursando la Ingeniería en Mantenimiento Industrial en la Universidad Tecnológica de la Región Centro de Coahuila (UTRCC). También, realizó sus prácticas profesionales en Altos Hornos de México. “(Ser socorrista) es un área que me gusta mucho, a lo mejor cuando entré a la Cruz Roja no sabía ni lo que quería, pero ahorita es un área que sí me llama mucho la atención, la atención prehospitalaria, el ayudar a las demás personas”, reiteró.
SU ASCENSO EN LA INSTITUCIÓN
Luego de egresar como Técnico en Urgencias Médicas, Carlos encabezó la jefatura de programas humanitarios de la Cruz Roja monclovense, instancia cuya principal función consiste en brindar servicios asistenciales, gestionando recursos y donativos para entregar a las comunidades más vulnerables.
“Este puesto fue del 2009 al 2011; después de ahí, estuve un tiempo únicamente como operativo, ya que se me complicaba estar en la Cruz Roja, estar en la escuela, estar en mi carrera y estar practicando, entonces decidí ser ‘uno más’ y no acepté ninguna otra responsabilidad extra, sólo venía a cubrir mis servicios normales”, reconoce.
“Pero en 2013, se me ofreció por primera vez la Subcomandancia de Socorros y asumí el puesto en 2014. En 2015, el Comandante de Socorros tuvo qué emigrar a otra ciudad, y a mi se me ofreció por parte del Consejo Directivo la Coordinación de Socorros y lo acepté, en octubre de 2015”, rememora, sobre el puesto que ostenta desde hace ya tres años y en el que tiene a su cargo un equipo de 40 personas.
LA LABOR DEL SOCORRISTA
Sobre su labor como socorrista, Carlos considera que “cada uno de los servicios a los que acudimos, nos marcan de una u otra manera, ya sea por el paciente, por la situación, por los familiares, todos los servicios siempre nos marcan”.
“Cuando atiendes un parto, por ejemplo, es algo que no se ve todos los días, no cualquiera lo hace y presenciar un alumbramiento, apoyando a la madre, es muy satisfactorio, más cuando llegas al hospital y el bebé y la mamá están bien y que haya sido uno el que estuvo presente ayudando a que las cosas salieran de la mejor manera”, destaca.
Laborar como paramédico, reitera, “produce una serie de sensaciones, desde adrenalina, tristeza, es un conjunto de emociones… llegas y lo primero que sientes es estrés y hasta miedo, los paramédicos tenemos miedo de lo que pudiera pasar”.
“Hay escenarios muy inseguros, hay pacientes que, imagínate, por ejemplo, ver un accidente donde hay niños fallecidos o cuya vida pende de un hilo… como paramédicos estamos capacitados para enfrentar ese miedo, para enfrentar situaciones muy estresantes”, acotó.
“Esto para nada nos frena, al contrario, nos motiva a seguir adelante, nos motiva a que tenemos qué sacar a ese paciente o a múltiples víctimas que pudieran verse afectados y no sólo eso, sino que también tenemos qué ver por la seguridad de quienes rodean este escenario”, subrayó.
Carlos reiteró también que al concluir con un servicio, es vital compartir las experiencias entre los mismos compañeros, analizando lo que salió bien, lo que salió mal o lo que se pudo hacer mejor, ya que “las penas compartidas pesan menos”, reitera.
“PEGA” EN LA FAMILIA
Ser paramédico “pega” en la familia. Por salvar vidas, los socorristas se pierden episodios importantes en las vidas de esposas, hijos, padres o hermanos.
“Este aspecto sí nos afecta mucho, en cuanto a la vida personal de cada uno de los paramédicos, el que diga que nunca se ha perdido una Navidad, un cumpleaños, un Día de la Madre, un Día del Padre, por estar aquí, estaría mintiendo”, enfatizó.
“Todos nos hemos perdido en algún momento especial con la familia por estar desempeñando nuestra labor”, insistió.
“Nos perdemos de mucho… pero pudiésemos decir que nosotros (los paramédicos) somos nuestra segunda familia, porque nos vemos más a nosotros mismos que a nuestras familias”, indicó. Como mensaje final, el Coordinador de Socorros de la Cruz Roja lanzó un exhorto a la juventud de Monclova y la región, para que se sumen a la labor de la benemérita institución.
“Que se animen, esta es una labor muy bonita, son experiencias únicas… a parte de salvar vidas en el área urbana también andamos en rescates fuera de Monclova, hemos estado en inundaciones, en el tornado (de Acuña), en las múltiples inundaciones de Piedras Negras, en diversos fenómenos meteorológicos”.
“Esta es una labor muy bonita y espero que mucha gente se anime, jóvenes principalmente, que se animen a servir”, reiteró. “Creo que es para esto que estamos en este mundo… para servir”, concluyó Carlos.
“En agosto voy a cumplir dos años de haberme graduado como ingeniero, pero como paramédico ya tengo seis años cumplidos”, destaca el entrevistado.
“A ESTE MUNDO VENIMOS A SERVIR”
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