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¡Todos contra Huerta!

Por Néstor Jiménez

Publicado el domingo, 26 de marzo del 2017 a las 10:00


Una noche de 1913, cuando Venustiano Carranza se encontraba en su despacho oficial como Gobernador de Coahuila.

Monclova, Coah.- Una noche de 1913, cuando Venustiano Carranza se encontraba en su despacho oficial como Gobernador de Coahuila, varios de sus hombres de confianza fueron convocados para comunicarles el mensaje que acababa de recibir: “Autorizado por el Senado he asumido el Poder Ejecutivo estando presos el presidente Madero y su Gabinete. Atentamente, Victoriano Huerta”.

Tras un prolongado silencio, don Venustiano declaró: “Señores, la Constitución de la República, que debe ser guía de todos los mexicanos, no autoriza ni al Senado ni a la Cámara de Diputados a nombrar otro Presidente que no sea electo por el pueblo. Es deber del Gobierno de Coahuila, si ha de seguir en la legalidad, desconocer esta serie de hechos”.

Entre los presentes se hallaban Ernesto M. Fierro, Alfredo Breceda, Antonio Delgadillo, Jacinto B. Treviño, Luis G. Garfias, Aldo Baroni y Gustavo Espinoza Mireles, quienes tras cuchichear unos momentos, deliberaron: “Estamos totalmente de acuerdo con usted señor Gobernador, es claro nuestro deber como mexicanos ¡hay que ir a la Revolución!”

Y mientras el Ejército se unió al cuartelazo (Golpe de Estado conocido como la Decena Trágica, que culminó con la muerte de Madero y Pino Suárez), los senadores se pusieron de acuerdo con los autores del baño de sangre y los diputados se callaron la boca, el único que se sublevó fue el Barón de Cuatro Ciénegas.

Roberto Blanco Moheno, en su libro “Crónica de la Revolución Mexicana”, narra cómo el héroe llama a sus militares de confianza e inicia colectas de préstamos forzosos en Saltillo, fue cuando Huerta mandó un mensaje tajante: “Sírvase informar con qué objeto extrajo cincuenta mil pesos de los bancos, por no tener conocimiento del hecho este Gobierno”.

Ante el tono de reto, Carranza contestó con el primer documento formal de la verdadera Revolución: “No he extraído ningún dinero de bancos al que se refiere; y si así lo hubiera hecho, no es a usted a quien debo rendir cuenta”.
Blanco Moheno es contundente en su apreciación e indica que: “ Las cartas ya estaban echadas, ¡había empezado la Revolución Constitucionalista!”

LLEGA EL BARÓN A LA HACIENDA DE GUADALUPE

El 23 de marzo, aquel hombre de largas barbas y oscuros lentes que no tenían aumento y sólo eran para ocultar sus reacciones, abandonó Saltillo con rumbo a Estación Monclova y de acuerdo con el cronista de Ciudad Frontera, José Díaz Placencia, pasó por la “Cuesta del Cabrito”, las haciendas de Mesillas, de Santa María y descansó en la del Anhelo.

Las huestes federales ya habían tomado la capital coahuilense, y cabalgaron más al norte seleccionando el estandarte de la Virgen de Guadalupe, similar al que enarboló el cura Miguel Hidalgo.

La enorme Hacienda de Guadalupe, en aquel entonces propiedad de Marcelino Garza, (hoy en terrenos del municipio de Ramos Arizpe) recibió a don Venustiano el 25 de marzo de 1913 y con su pequeño grupo de hombres pasaron la noche. Pero en la mente del Barón se cocinaba el plan que cambiaría la historia de México para siempre.

Al amanecer del 26 de marzo, hace 104 años, Carranza mandó llamar a su secretario particular Alfredo Breceda y se encerraron en el cuarto de raya de la hacienda.

Díaz Placencia citó una descripción de Francisco Múgica: “La habitación era pequeña, cuadrangular con una diminuta ventana en el centro del muro, hacia el campo, y una puerta angosta que daba acceso a una especie de vestíbulo medianero con los cobertizos donde estaban los talleres de herrar y carpintear. Dos mesas mugrientas y apolilladas y dos sillas eran todo el ajuar de aquella oficina”.

Se sentían a gusto en aquella propiedad, pues les proporcionaba seguridad al estar rodeada por los enormes cerros (uno de ellos, el del tramo conocido hoy en día como La Muralla), era un punto por demás estratégico, además de abastecerse del agua de pequeños arroyos.

Los bragados hombres aguardaban en el exterior, algunos todavía somnolientos, sin embargo todos se pusieron alerta cuando el trompeta convocó a jefes y oficiales.

Pasaron lista y finalmente fue dado a conocer el célebre plan redactado por Venustiano Carranza, quien de acuerdo con Blanco Moheno, “no solamente se lanzó a la Revolución en nombre de la legalidad, sino que creó un documento para sentar las bases de su futura actuación”.

MANIFIESTO A LA NACIÓN

Considerando que el general Victoriano Huerta, a quien el presidente constitucional, don Francisco I. Madero, había confiado la defensa de las instituciones y legalidad de su Gobierno, para restaurar la última dictadura, cometió el delito de traición para escalar el poder aprehendiendo a los CC. Presidente y Vicepresidente, así como sus ministros, exigiéndoles por medios violentos la renuncia de sus puestos, lo cual está comprobado por los mensajes que el mismo general Huerta dirigió a los gobernadores de los estados comunicándoles tener presos a los supremos magistrados de la Nación y Gabinete. Considerando que los poderes Legislativo y Judicial han reconocido y amparado contra las leyes y preceptos constitucionales al general Victoriano Huerta y sus ilegales y antipatrióticos procedimientos, y considerando por último que algunos gobiernos de los estados de la Unión han reconocido el Gobierno ilegítimo impuesto por la parte del Ejército que consumó la traición, mandado por el mismo general Huerta, a pesar de haber violado la soberanía de esos mismos estados, cuyos gobernantes debieron ser los primeros en desconocerlo, los suscritos, jefes y oficiales con mando de Fuerzas Constitucionalistas, hemos acordado y sostendremos con las armas el siguiente:

PLAN DE GUADALUPE

Primero: Se desconoce al General Victoriano Huerta como presidente de la República.

Segundo: Se desconocen también los poderes Legislativo y Judicial de la Federación.

Tercero: Se desconoce a los Gobiernos de los Estados que aún reconozcan a los poderes federales que formal la actual administración, treinta días después de la publicación de este plan.

Cuarto: Para la organización del Ejército encargado de hacer cumplir nuestro propósitos, nombramos como primer jefe del Ejército que se denominará “Constitucionalista” al C. Venustiano Carranza, gobernador del Estado de Coahuila.

Quinto: Al ocupar el Ejército Constitucionalista la Ciudad de México, se encargará interinamente del poder Ejecutivo el C. Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército, o quien lo hubiera sustituido en el mando.

Sexto: El Presidente interino de la República convocará a elecciones generales tan pronto como se haya consolidado, entregando el poder al ciudadano que hubiera sido electo.

Séptimo: El ciudadano que funja como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista en los estados cuyos gobiernos hubieran reconocido al de Huerta, asumirá el cargo de Gobernador Provisional y convocará a elecciones locales después de que hayan tomado posesión de sus cargos los ciudadanos que hubieran sido electos para desempeñar los altos poderes de la Federación, como lo previene la base anterior.

Firmando en la Hacienda de Guadalupe, Coahuila, a los veintiséis días del mes de marzo de mil novecientos trece.

HÉROES QUE FIRMARON EL PLAN

Teniente Coronel: Jacinto B. Treviño, Lucio Blanco, Jesus Sánchez Herrera, Andrés Saucedo, Agustín Millán, Antonio Portas Cesáreo Castro.

Mayores: Cayetano Ramos Candelo, Alfredo Ricaut, Dr. Daniel Ríos Zertuche, Pedro Vázquez, Juan Castro, Aldo Baroni, Adalberto Palacios, Tirso González, Adolfo Palacios.

Capitán Primero: Santos Dávila Arizpe, Ramón Caracas, Alfredo Breceda, Felipe Menchaca, Francisco Garza Linares, Guadalupe Sánchez, F. Méndez Castro, Rafael Saldaña Galván, Francisco J. Múgica, Alejo G. González, Gustavo A.

Elizondo, E. Cantú.

Capitán Segundo: Nemesio Calvillo, Armando Garza Linares, Canuto Fernández, Juan Francisco Gutiérrez, Manuel Charles, Carlos Osuna, Antonio Villa, Manuel H. Morales, Romulo Zertuche, José Cabrera.

Tenientes: Francisco Destenave, Heliodoro Pérez, W. González, Bernardo Blanco, Juan Dávila, Lucio Dávila, Andrés Saucedo, José R. Cantú, José de la Garza, Francisco A. Flores, Jesús González Morín, José E. Castro, Alejandro Garza, José María Gómez, Pedro A. López, Baltazar González, Benjamín Garza, Cenobio de León, Benecio López, Petronilo López, Ruperto Boone, Ramón J. Pérez, Álvaro Rábago, José María Gámez.

Subtenientes: Francisco Aguirre, Luis Reyes, Luis Menchaca, Rafael Limón, Reyes Castañeda, Secundino Reyes, Francisco Ibarra, Pablo Aguilar, Abundio Cantú Torres, Luis Martínez, A. Amezcua, Salomé Hernández.

¡QUE IRONÍA!: LA ÉPOCA ACTUAL

Venustiano Carranza dijo, años después, que el Plan de Guadalupe representaba: “La expresión vibrante y sonora de la conciencia nacional que resumía el propósito firme, la voluntad deliberada del pueblo mexicano de no consentir más que el despotismo, el absolutismo y la impunidad volviesen a apoderarse de los destinos de la nación”.

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