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Un paseo para desnudar el arte en el Olimpia

Por Jesús Castro

Publicado el domingo, 8 de octubre del 2017 a las 09:03


El Colectivo Iztli convirtió el icónico cine para adultos en la sede de una muestra que atrajo incluso a los más reservados

Saltillo, Coah.- Ayer fui al cine Olimpia. Entré a ver mujeres desnudas. Fui un voyeur durante dos horas, mientras ojos curiosos observaban el erotismo de cuerpos excitando la imaginación.

Producciones Memela anunciaba un cartel tentador: Papaya de Celaya, Su Lechita y a Dormir y Sólo la Puntita. Afuera, algunos carteles de los otros títulos y junto a la entrada una manta que decía “mujeres gratis acompañadas de un varón”.

Impone entrar a este cine con más de tres décadas exhibiendo películas pornográficas, sobre todo el anuncio de “damas gratis en compañía de un caballero” que da la bienvenida. Unos segundos antes de ingresar el instinto hace echar la vista a ambos lados y notar miradas escrutadoras del otro lado de la calle, donde un grupo de fieles entraba a un recinto cristiano.

Una vez dentro, el puesto de palomitas parece transportar a otra época. Un sujeto con cachucha y playera observa detenidamente la imagen de una mujermostrando los senos desnudos a un esqueleto; más delante, otro hombre de camisa azul y lentes se detiene frente a tres cuerpos con el pubis descubierto y el título Peluche en el Estuche.

Y ahí, frente a la taquilla con olor a piso recién trapeado, integrantes del Colectivo Iztli preparan el resto de las imágenes. Alejandro Castillo, Carlos Bustos y Tomás Montemayor son los responsables de que gente que no frecuenta este cine tildado de pecaminoso, ingrese sin ningún pudor.

El cartel de “damas gratis” surtió efecto. Jovencitas pasaron a observar la desnudez detrás de una mirilla de puerta, detrás de una ventana abierta o junto a un puesto de frutas. Se detuvieron lanzando un “wooow” casi interminable frente a dos piernas abiertas y en medio el rostro de Mario Bros., cubriendo con sus bigotes las partes íntimas de una mujer.

Más tarde, otras dos damas pasadas de las cinco décadas también se admirarían de la escena donde dos mujeres en ropa interior son perseguidas por una nave en forma de pezón que las ataca, mientras pasan frente a las centenarias torres de la Catedral de Saltillo.

Y no se diga del grupo de jovencitos que no pudo disimular la picardía que les provocó el título El Pitón de la Muerte bajo la escena de una mujer con rostro de calavera y voluptuoso cuerpo en desnudo total, bajo una enorme serpiente.

Ojos que observaban fijamente a caperucita roja bañándose en el río. Miradas que temían ser observadas frente a tres montes de Venus rasurados y que rápido cambiaban de lugar apenas sentían la incomodidad del autopudor.

Fueron dos horas de observar a hombres y mujeres deleitarse con una exposición pictórica de arte erótico montada en el lobby del Cine Olimpia. Un público que sobrepasó el medio centenar recorrió los 42 atriles, algunos detenidamente, otros con un poco más de apuro para salir lo más rápido posible, antes de que alguien los vea salir de aquel recinto non sancto.

Pero cuando fue mi turno, ya no hubo pena. Salimos cuando los encargados de la taquilla comenzaban a vender los boletos de la primera función de las 13:00 horas. El matiné erótico había terminado. Llegó la hora de otro tipo de tardeada. Poco importó ser visto salir por la misma puerta por la que entraban los asiduos cinéfilos del Olimpia.

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