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Adriana: La niña vidente de Paredón

Por Edith Mendoza

Publicado el viernes, 23 de octubre del 2009 a las 13:59


Adriana puede ver las cosas antes de que sucedan, además, su conocimiento sobre hierbas medicinales y tratamientos

(I/II) Saltillo, Coah.- Adriana puede ver las cosas antes de que sucedan, además, su conocimiento sobre hierbas medicinales y tratamientos para diferentes enfermedades son inexplicables científicamente. Los habitantes aseguran que nació con el “don”, y desde hace más de 10 años, su cuerpo contribuye con la labor del Niño Fidencio y Aurorita, siendo una esperanza para los más necesitados.

Desde sus 8 años de edad, se volvió una luz en el camino de muchas personas que se encontraban desahuciadas. Hoy, convertida en toda una mujer, la vidente Adriana se comprometió a seguir con la divina labor que le fue encomendada.

El mes de octubre es un mes especial para los fidencistas, pero en Paredón la fiesta es doble. Es un mes en el que conmemoran el nacimiento y muerte de Fidencio Constantino, pero también el cumpleaños de Adriana Pérez Ayala, que este 2009, alcanzó su mayoría de edad.

La fiesta del 17 de octubre es ya una tradición. Originaria del ejido Paredón, del municipio de Ramos Arizpe, a menos de una hora de Saltillo, desde temprana hora contempla a los grupos de matachines que ofrecen su baile ante una imagen de la Virgen de Guadalupe y estandartes con imágenes de Fidencio.

LA DULCE ADRIANITA

Su vida no ha sido fácil. A la edad de 4 años Adriana fue diagnosticada con cáncer en la sangre o leucemia, pero desde antes ya había presentado episodios de convulsiones. Su familia llegó a imaginar un oscuro y desolador panorama para ella. Para entonces ya era una familia fidencista. Nunca se imaginaron que la menor de sus hijas, Adriana, hoy sería “materia” del Niño Fidencio y de Aurorita.

La gente la llama “Niña Adrianita”, a ella no le gusta mucho, pues finalmente ya tiene 18 años y nunca tuvo infancia, pero se siente plena con lo que ha venido realizando durante los últimos 10 años.

Sus ojos cafés, rasgados y pequeños, delineados de color azul, como al borde del sueño, se ven aún más cerrados al entrar en trance, o como dice su padre, “cuando está ‘concentrada’”.

De piel aperlada, mide un poco más de un metro con 50 y es delgada. Usa arracadas, un par de vistosos anillos y pulseras de oro. En su cuello se alcanza a ver un rosario dorado. Descalza, dejando ver el barniz rojo de sus uñas que contrasta con el blanco de su ropa, observa con seriedad, pero no puede evitar esbozar una sonrisa.

Se encuentra de pie al lado de una imagen de la Virgen de Guadalupe y estandartes con imágenes religiosas, incluyendo la del Niño Fidencio, y sujeta una cruz entre sus manos.

LA HORA DE LA PROCESIÓN

Luego de la participación de varios grupos de matachines y feligreses que llegan en camiones, autobuses y vehículos particulares, Adriana ayuda a su madre a colocarse un lazo rojo en la cintura; la hora de la procesión se acerca.

Hacen dos filas encabezadas por ellas y una pequeña que lleva un cirio. Aunque caminan unos metros sobre asfalto, la mayor parte del recorrido es en camino de tierra.

Esta mañana amaneció frío, amenazaba con llover. En las afueras de la casa de la vidente ya los esperaba una imagen de Fidencio, rodeada de un gran arreglo de claveles rojos, cempasúchil, y otras flores artificiales.

LA POSESIÓN DEL CUERPO DE ADRIANA

En medio de la procesión, alrededor de las 10 de la mañana, mientras la vidente camina descalza sobre las piedras y la tierra, comienza la invocación. El cuerpo de Adriana se mueve violentamente, el espíritu de Fidencio está entrando.

Sus pies se mecían adelante y atrás y con ellos todo su cuerpo. Frente a ella una mujer de cabello corto ora sin cesar. Sus familiares más cercanos le ayudan a colocarse una túnica blanca y una capa roja con las letras JFC formadas con lentejuela. Segundos más tarde siguió el paso hasta la imagen, en un andar solemne.

Asegura que cuenta con una percepción extrasensorial de fenómenos fuera del alcance de los sentidos de un humano común, y dijo recibir información de los remedios que ofrece a los enfermos que la buscan, por medio de diversos espíritus.

Todo el tiempo sus padres permanecen junto a ella. Pese al tiempo que ha pasado, esta situación sigue removiendo sus sentimientos y las lágrimas ruedan por sus mejillas, una tras otra.

Aunque al principio no hay empujones, la cantidad de personas esperando una curación o la bendición de Fidencio en Adriana, se vuelve un tanto incontrolable. “Fidencio”, con la voz aguda, hace la indicación de abrir el camino, será él quien pase entre la muchedumbre.

VOLVIÓ A VIVIR

Adriana Pérez Ayala nació el 8 de octubre del 1991, pero sus enfermedades le impidieron desarrollar una infancia normal.

Escuchaba voces y predecía eventos en los que ella no tenía nada que ver. Aún hay cosas que no se explica.

Según relata, le fue retirado el bazo a causa de la leucemia que le fue diagnosticada, e incluso falleció en el quirófano. “Si Dios me dejó, si Dios me devolvió a la vida, es para hacer esto, ayudar al necesitado”.

UNA NIÑA SIN INFANCIA

“En sí, yo no tuve infancia, porque yo me enfermé a la edad de 4 años. Padecí leucemia, cáncer en la sangre, sufrí mucho desde los 4 hasta los 8 años, que fue cuando empecé a curar. Cuando empecé a desarrollarme, que estuve enferma, oía muchas voces. Lo que decían era cierto, cosas que pasaban de cuando yo estaba muy chica, yo miraba y lo decía, había pasado”, dijo Adriana.

Desde antes de los 8 años, comenzó a ver y decir cosas, ponía a los niños a rezar, y “me decían que estaba loca, mis papás, mi familia”. La vidente consideró que el don lo tiene de nacimiento.

“Tocaba a las personas y se curaban (…) Primeramente es Dios y luego el Niñito”, dijo.

Aún recuerda la primera ocasión en la que la tomó Fidencio. Sólo sabe que fue una sensación muy rara. “Te toma y ya, se va tu espíritu. Cuando viene él no te acuerdas. No recuerdo lo que hice, pero era el Niño”, reiteró.

Aunque sí trata de tener actividades sociales, no es muy común que salga, pero de vez en cuando voy a bailes y todo eso.

Pese a sus detractores, el entusiasmo de Adriana por seguir con la labor no cesa. Asegura que trata de llevar su vida con normalidad, pero por ahora no está en sus planes formar una familia; lo que busca es servir a Dios y a la gente que le necesita.

“Hay mucha gente que duda, misma de aquí del pueblo; amigos, pues no tengo. No soy yo, quien lo hace es Dios, si se curan es por la fe, la fe es la que sana”, subrayó Adriana.

Cuando era una niña, y que empezó a “curar”, comenzó a ser visitada por la misma gente de los ranchitos cercanos: Anhelo, Mesillas, Amargo, y se fue extendiendo. Hoy en día, incluso ha sido visitada por personas de muchos países, como Rusia, por ejemplo, cuenta emocionada.

ENTREGAR A UNA HIJA

El hecho de que un padre entregue a su hijo para los “designios de Dios”, nunca ha sido algo sencillo. De hecho la Biblia describe en Juan 3:16, la magna muestra de amor en donde Dios entrega a Jesús para salvar a la humanidad.

Don Rafael Pérez Salazar se ha enfrentado a una situación difícil emocionalmente con la menor de sus hijas, desde que era una pequeña. Primero con una serie de complicaciones de salud, y luego con el dilema de entregarla o no a cumplir con una labor a la que se ha comprometido.

Su familia se ha enfrentado tanto con la aprobación y el rechazo de propios y extraños. Quizá entre los factores más trascendentes en estos hechos, han sido los padres de Adriana, quienes siempre la han apoyado.

Fue una odisea. Su estado de salud era grave, y fueron más de cuatro años “tratando de curarla sin saber lo que nos iba a suceder”, dijo don Rafael, quien por primera vez se enfrenta a un medio de comunicación masivo.

“Pues es que ella cuando estaba chiquita, nosotros tratamos de curarla. Yo creo ya traía esto (el don), en ocasiones que se nos caía, tenía algo como convulsiones, pasamos muchos desaires, hasta los 8 años que ya se desarrolló”, explicó.

“Traté de curarla, por muchos años, a veces el medicamento en lugar de hacerle bien le hacía mal, ella no lo necesitaba; ya nadamás empezó a curar y ya no le pasó nada”, indicó.

Adriana sólo pudo estudiar hasta tercero de primaria. Aunque la escuela está cerca de su casa, era común que le dieran crisis, ya sea en el trayecto o durante sus clases.

“A veces que me la traían los policías, porque se le caían los libros, yo creo que ahí se ‘concentraría’, quién sabe, pero así nos la traían. Era cuando tratábamos de curarla sin saber que no lo necesitaba”, reiteró.

Hoy en día, don Rafael ha procurado apoyarla junto con su esposa, y cuando llega la fiesta, sacrifica a un animal para que las mujeres hagan la comida que alimentará a las personas que asisten. Ahora continuará apoyándole en el juramento que hizo al llegar a su mayoría de edad, de seguir ayudando a los que lo necesiten.

LA INTERVENCIÓN QUIRÚRGICA

Quizá uno de los más grandes misterios de las curaciones de Adriana, son las “intervenciones quirúrgicas”.

Durante las primeras décadas del siglo pasado, cuando Fidencio Constantino curaba en Espinazo, Nuevo León, fue severamente criticado por los métodos empleados, por representar un peligro latente para sus pacientes.

Con el paso de los años, Adriana ha aprendido a desarrollar su don. Los espíritus con los que habla, le indican la forma en la que puede ayudar a las personas que se acercan a ella.

Asegura que puede realizar curaciones tanto de forma espiritual como material, es decir, ya sea en trance o por ella misma, respectivamente. En ambos casos, la oración es básica.

La primera cirugía de corazón fue en Anhelo, una población cercana, mientras Fidencio empleaba su cuerpo. No hubo sangre de por medio. Pasa el cristal por la parte afectada, simulando la extracción de un tumor por ejemplo; es parte del rito.

Tomando un plato de cristal de su altar, con espinas de junco atadas a hilos rojos, y recipientes con alcohol y trozos de cristal, explica el procedimiento.

“Para cirugías de hernia son verdes, de corazón rojos, y el transparente para otras”.

Comenzó a usarlos desde su corta edad. “Yo estaba muy chiquitilla y pues ignoraba muchas cosas, pero lo sabía”, dijo.

Por otro lado, el conocimiento sobre las hierbas “a mí me vinieron y todavía oigo voces de Dios nuestro Señor, de la Virgen, del Niño. Ahorita yo todavía me sorprendo y digo, cómo es que sé tanto, se ha curado mucha gente de cáncer, VIH, muchas enfermedades”.

“Me siento muy contenta, soy una esperanza para la gente que está desahuciada de los doctores”.

LUNES Y VIERNES: DÍAS DE CURACIÓN

Sólo dos días de la semana es en los que realiza los trabajos de curación, que son lunes y viernes, en los que ha llegado a atender hasta 400 personas.

Durante esos días, desde temprano se acerca a su altar saturado de imágenes religiosas y tres grandes contenedores de agua de cristal con rosarios y crucifijos sobre ellos.

Realiza sus oraciones y da gracias a Dios por la gracia del nuevo día. Ella llama al espíritu y éste desciende sobre ella. Con los años, Adriana ha logrado prepararse para atender a sus pacientes de forma espiritual, o con los conocimientos que ha adquirido con el paso del tiempo.

MILAGROS

Cuando niña fue operada, después la doctora anestesióloga que participó en dicha intervención la buscó para ser tratada y poder tener un bebé, hecho que logró.

De hecho, en sus 10 años, Adriana con la gracia de Dios ha logrado ayudar a más de 50 mujeres estériles a tener su primer hijo, “todos son o ‘Adrianes’ o ‘Adrianas’”, dijo sonriendo.

CURACIONES
LAS PRIMERAS

» A la corta edad de 8 años y con todas las complicaciones de salud que presentaba Adriana, acostumbraba a poner a rezar a los niños y ya empezaba con las primeras curaciones.

» Era señalada como loca por muchos, incluyendo sus propios hermanos y sus padres.

» Adriana recordó que empezó a trabajar en casa de su abuela, que vive a un lado, y ese fue el lugar donde la tomó el espíritu del Niño Fidencio por primera vez.

» Más tarde, ya con la ayuda de Fidencio, atendió a unas personas de Anhelo, una población cercana a Paredón, donde realizó su primera operación del corazón.

» Adriana explicó que cuando el espíritu de Fidencio o de la Niña Aurorita “bajan” a su cuerpo, el espíritu de ella se va, y cuando vuelve en sí, no recuerda lo que hizo, pero sus padres le narran lo que ven.

MISTERIOS

» Aunque ha aceptado sin reproches su labor y forma de vida, para ella aún hay cosas inexplicables, pero que a la vez refuerzan su compromiso.

» Desde pequeña, las plantas de sus pies tienen una especie de callosidades en forma circular, hacia el centro, cerca de los dedos, ella los llama “clavos”. Además los bordes de su paladar, asemejan a un Cristo.

» Asegura que su corazón late más acelerado de lo normal, sin tener ningún padecimiento.

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