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Leyendas: Las Brujas de Monclova y su Maestra la Española

Por Silvia Mancha

Publicado el jueves, 6 de agosto del 2009 a las 14:00


Los historiadores sostienen que las brujas hacían sus reuniones con el maligno a un lado del Río Monclova

Monclova, Coah.- El hallazgo por parte de un soldado servicial de una bolsa de mujer en la Plaza Principal que contenía objetos brujeriles, puso al descubierto un grupo de mujeres que en tiempos de la Santa Inquisición se dedicaban a la hechicería.

Según la historia, a un capitán de los soldados que se apellidaba Iruegas, le fue entregada una bolsa de mujer que fue encontrada en el pueblo, y al abrirla encontraron limadoras con imán, unos atados de cabello y unas hierbitas en diferentes atados, lo que fue reportado a la Santa Inquisición que pronto dio con la propietaria del bolso.

Era una mujer de apellido Hinojosa, que era nieta de uno de los fundadores de Monclova y había perdido la bolsa, en su defensa dijo que los ataditos se los había dado una india de nombre Epigenia y que un atadito de esos era para que la quisiera un soldado de Santa Rosa.

La Santa Inquisición pronto realizó una serie de investigaciones comenzando por la india Epigenia, hasta que dio con que en la ciudad había un grupo de mujeres que solían ir a Boca de Leones ahora Villa Aldama, que era donde vivía la jefa de las brujas, una española llamada doña Cata, que era la que las iniciaba.

Así mismo, la historia cuenta que las mujeres aprendieron las artes brujeriles porque el 30 por ciento de la población era de origen negro.

Los historiadores sostienen que las brujas se venían volando y hacían sus reuniones en Monclova en un lado del Río, porque ahí las visitaba el maligno que siempre aparecía sentado en una silla con un gato.

Las brujas de Monclova fueron sujetas a juicios diversos por parte de la Santa Inquisición que luego las castigó en la picota, que era un poste como de dos metros y medio y que tenía un brazo, el cual se encontraba en el centro de la Plaza Principal y ahí era donde se castigaba a los delincuentes delante de toda la gente.

Se cuenta que a las brujas de Monclova las desnudaron en la plaza, les dieron de latigazos hasta que las dejaron casi muertas y las dejaban en el lugar para cuando se repusieran abandonaran esta ciudad con rumbo desconocido.

Todavía en estos tiempos aseguran que a veces en las madrugadas se han oído los gritos de aquellas mujeres que fueron castigadas por esas acusaciones de brujería.

Sin embargo, lo más importante es que todavía en la actualidad en la ciudad abundan los negocios que venden productos brujeriles para las aprendices de doña Cata, que se cree desde alguna parte del mundo sigue instruyendo brujas que llegan volando, inclusive hay quienes aseguran que las han visto en grupos caminando rumbo al río para su entrevista con el maligno, porque muere el cuerpo, pero no el espíritu.

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