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A punto de balacera entre policías

  Por Redacción

Publicado el viernes, 8 de mayo del 2009 a las 14:00


Decenas de agentes estatales toman las instalaciones de la Policía Municipal y amagaban a su personal

Saltillo, Coah.- En un hecho insólito, el cuartel de la Policía Municipal se convirtió por tres horas en el lugar más vulnerable de la ciudad, y el peligro de una balacera entre agentes de distintas corporaciones amenazaba a los saltillenses.

Decenas de elementos locales que se encontraban en el lugar fueron sorprendidos por agentes de la Fiscalía General del Estado, quienes durante el asalto de las instalaciones, intimidaron, desarmaron y sometieron a los preventivos, mientras que a cinco de sus compañeros los detuvieron, todo porque éstos previamente quisieron infraccionar a un influyente saltillense.

La llamada entre Marco Antonio Delgado Talavera, titular de la Dirección General de Seguridad Pública Municipal, y Jesús Ernesto Estrada, coordinador de la Policía del Estado, fue inútil, pues un comando de policías de la FGE ingresó a las instalaciones y retuvo a los principales mandos operativos.

Mientras en los patios de la Policía Municipal se concentraban los elementos, el titular de la dependencia negociaba la entrega de los cinco policías involucrados, ante la amenaza de asalto, pues alrededor de 40 agentes de la División Investigadora aguardaban al exterior de la entrada y salida de patrullas y vehículos oficiales de esa demarcación.

Cuando comenzó el estado de sitio, a las 11:00 horas, tuvo lugar un primer asalto a la demarcación policiaca dos camionetas cerradas, una color gris plata y otra color gris Oxford, con vidrios polarizados, llegaron hasta el interior.

Elementos armados y encapuchados se desplegaron por las oficinas, donde llegaron a reclamar a cinco policías que habían participado en un supuesto levantón minutos antes, en el bulevar Antonio Cárdenas y el periférico Luis Echeverría Álvarez, frente a una sucursal bancaria.

Para tal motivo habían concentrado a los elementos designados al patrullaje del sur de la ciudad, y fueron a ellos a quienes se les desarmó y se les despojó de sus radios de comunicación; aunque los elementos de la Fiscalía olvidaron neutralizar el área de Comunicaciones, desde donde se reportó al resto de las patrullas municipales que acudieron a la comandancia para el apoyo.

Para transeúntes, automovilistas y pasajeros de unidades del transporte público resultó inusual ver la calle lateral poniente del periférico Luis Echeverría y la calle Manuel Pérez Treviño, repletas de vehículos; pero sobre todo policías vestidos de civil portando armas. Eran casi las 12:30 horas.

CONSUMAN ASALTO

Las preguntas de los reporteros a los policías no se hacían esperar, y cuando alguien estaba por responder una camioneta aceleró la marcha por la calle Pérez Treviño y un policía municipal abrió la “pluma” de acceso a los patios de la DGSPM obedeciendo la orden de un policía estatal.

Camionetas de la Fiscalía General del Estado, tripuladas por elementos de un grupo especial y portando armas largas y encapuchados, “rechinando” llanta ingresaron al lugar y tomaron el control de la corporación.

Así comenzó el segundo asalto y los policías fueron sorprendidos mientras estaban organizándose, quién sabe para qué; pero amenazados por las armas largas tuvieron que replegarse en los patios de la delegación mientras ingresaban a las oficinas.

Entonces los radios de frecuencias comenzaron a llenarse de mensajes, los de los municipales advertían a todas sus unidades que se concentrarán en las instalaciones centrales, al tiempo que los policías investigadores corrían la voz de que los elementos que habían ingresado requerían de apoyo al interior.

Ese fue el momento en que reporteros, fotógrafos y camarógrafos entraron también, aprovechando el descontrol y encontrando como primera escena reclamos airados de policías a policías quienes a punto estuvieron de liarse a golpes pues los insultos no se hicieron esperar.

“Nosotros también somos autoridad y no vamos a tus instalaciones a molestarte”, dijo un policía municipal al que le respondió otro estatal que se retirara y no entorpeciera la labor. En ese mismo lapso, de la Policía Municipal llamaron al cuartel de la Sexta Zona Militar para pedir ayuda.

Gritos de “tranquilo” se confundían con los insultos. Entre los elementos de ambas corporaciones hubo quien trató de imponer la calma, pero la tensión crecía minuto a minuto, y entonces la frecuencia de la Fiscalía General reportó que los elementos de la Policía Municipal impedían la salida de los elementos.

La orden entonces se dio, los cinco policías involucrados salieron de las instalaciones y fueron abordados a las camionetas. La tensión se mantenía y aumentaba en el rostro de los policías municipales, quienes comenzaban a correr la voz de que el apoyo iba en camino.

“No los dejen ir, ahí viene el apoyo, ya vienen los soldados”, dijo un municipal lleno de rabia al ver cómo trasladaban a sus compañeros. Un mando de la Policía Investigadora ordenó la retirada de todos sus elementos del sitio, pues a final de cuentas la operación había concluido.

Y mientras abandonaban las instalaciones a toda marcha, se asomó a los patios el director de la Policía, Marco Antonio Delgado Talavera, quien le dijo a sus elementos: “¿Qué están haciendo aquí?” A lo que contestaron: “Aquí nos tienen, jefe”.

Las unidades de la Fiscalía se trasladaron a sus instalaciones a pocos metros de distancia, mientras tres unidades de la Policía Municipal que se aproximaban a su delegación intentaron darles alcance, fracasando en el intento.

LLEGA EL EJÉRCITO

Con la partida de los policías de la FGE, Juan Antonio Ibarra Dimas, subdirector operativo de la Policía Municipal, accedió a hablar y todavía agitado pudo demostrar su enojo y su inconformidad por la acción de los policías de la Fiscalía.

El jefe policiaco, controvertido por su participación en incidentes de diversa índole, dio a conocer detalles en general del incidente e indicó los nombres de sus compañeros detenidos, entre ellos Héctor Miguel Rodríguez Fonseca (comandante), José María Cerda, Enrique Nery Rojas, Juan Manuel Espinoza y Antonio Rodríguez González.

Fue breve y concreto, y cuando todo parecía tranquilizarse, cuando se abría un compás de espera para conocer la situación de sus compañeros, dos camionetas Cheyenne sin logotipos ni placas de circulación, así como una Hummer, las tres unidades del Ejército Mexicano, arribaron a las instalaciones.

Se apostaron en el acceso de vehículos y además se desplegaron a lo largo, entonces de nueva cuenta volvieron los cuestionamientos y la incertidumbre también se apoderó de los policías municipales. Los militares volvieron a abordar las unidades porque verían al director de la Policía Municipal por el acceso principal.

Dieron tres vueltas a la manzana y a la tercera descendieron de sus vehículos, desplegaron un anillo de seguridad y prohibieron el acceso a los reporteros, a los que enviaron hasta el camellón central, mientras ingresaban mandos militares.

Al interior se dio una entrevista con Marco Antonio Delgado Talavera, ante quien fueron a ponerse a disposición dada la llamada de auxilio y por órdenes, supuestamente, del general de brigada diplomado del Estado Mayor Gerardo Rubén Serrano Herrera. Era un hecho que, tanto militares, como federales, iban en auxilio de los municipales.

ARRIBAN MÁS MILITARES

Fue al filo de las 13:00 horas cuando un camión Mercedes Benz llegó a las proximidades, frente a la Dirección de Policía. En ese momento se escuchó decir a Juan Antonio Ibarra Dimas, subdirector operativo: “Nomás falta que lleguen los federales”.

Y así fue. A los 10 minutos tres patrullas de las Fuerzas Federales de Apoyo llegaron también, algo tarde en auxilio de los municipales. Entonces los mandos operativos militares y de las FFA se entrevistaron con Ibarra Dimas, al que le explicaron que escoltarían a Delgado Talavera para llevarlo a una reunión urgente.

Delgado Talavera y su asistente abordaron una camioneta Ford Explorer azul, salieron de las instalaciones y fueron escoltados por los militares y los federales con dirección a un sitio no identificado, donde se dio la reunión con el coordinador de la Policía del Estado, Jesús Ernesto Estrada.

Antes de partir, los militares le dijeron a Ibarra Dimas que le dejarían 10 elementos en la parte frontal para resguardar las instalaciones en caso de otra incursión; aunque dicho dispositivo resultaba ilógico después de que por tres horas el sitio se convirtió, irónicamente, en el lugar más vulnerable de la ciudad.

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