Negocios
Por Agencia Reforma
Publicado el domingo, 26 de febrero del 2017 a las 14:53
Villa de Reyes, SLP.- Brenda Martínez instaló una cocina económica para atender a los ingenieros y albañiles que trabajaban en la construcción de la nueva planta de Ford en este desértico municipio de San Luis Potosí.
Su esposo, José Guadalupe García, renunció a su trabajo como operario de camión para emplearse en la automotriz, primero como albañil y luego como obrero de la planta, y mejorar su salario a 2 mil 500 pesos semanales. Jesús García, suegro de Brenda, pidió un préstamo de 10 mil pesos para levantar dos cuartos que iba a empezar a rentar a los nuevos trabajadores.Sin embargo, el triunfo de Donald Trump y la amenaza de cobrar aranceles a las empresas automotrices que producen en México acabaron con los sueños de la familia García Martínez y con los de miles de pobladores de Villa de Reyes.
Lo que iba a ser una armadora de Ford que generaría 2 mil 800 empleos directos y 10 mil indirectos, es hoy una estructura de hierro abandonada. La comunidad de Jesús María, una de las 148 de Villa de Reyes, luce desierta y sus habitantes tristes. En sus calles es notoria la presencia de casitas de ladrillo rojo a medio construir que iban a ser restaurantes, tiendas o cuartos para renta.
Brenda y su familia fueron de los primeros emprendedores: vendieron unos cuantos borregos, chivos y toros, pidieron préstamos y lograron reunir 50 mil pesos para iniciar sus negocios. “Quedamos peor que antes, porque antes todos teníamos animalitos, que es a lo que más se dedica la gente aquí”, dice Brenda, “ahorita, ni animales ni trabajo ni negocio ni camino, nada, nos quedamos en cero”.
BOOM AUTOMOTRIZ
Cuando en septiembre pasado los ingenieros de Ford llegaron al poblado de Jesús María, en el municipio potosino de Villa de Reyes, para invitar a la comunidad a trabajar en la nueva planta que la empresa construía a unos metros del lugar, Brenda Martínez pensó que había encontrado la forma de evitar que su esposo emigrara a Estados Unidos.
Con un empleo seguro que le permitiría ganar 40% más de lo que ofrecen las fábricas instaladas en los parques industriales del municipio, su esposo, José Guadalupe García, no volvería a plantearse la posibilidad de dejar a su familia para buscar mejores condiciones de vida.
Habitante de Jesús María, una localidad perdida en medio de la sierra potosina en donde el promedio de escolaridad es de 6.6 años, José Guadalupe es uno de los pocos que lograron concluir la secundaria.
A pesar de ello, terminó la educación básica sabiendo que, al igual que el resto de los pobladores de esta localidad, sus posibilidades de desarrollo se reducirían a dos: emigrar a Estados Unidos, como cada año lo hacen más de 25 mil potosinos, o emplearse como obrero en alguna de las fábricas instaladas en los dos parques industriales del municipio, la mayoría de ellas relacionadas con la industria automotriz.
LA PLANTA QUE NO FUE
La nueva planta de Ford, considerada la inversión más importante del sector automotriz en el estado desde que General Motors se instaló, en 2008, se planteó como un proyecto que generaría prosperidad y desarrollo económico: inyectaría dinamismo a la economía local, generaría fuentes de empleo con salarios superiores a los de la región y mejoraría las condiciones de vida de los habitantes.
De acuerdo con el Gobierno local, la nueva ensambladora a donde se trasladaría la producción de los sedanes Ford Focus y C-Max que se fabrican en su planta de Michigan ampliaría la base de empresas automotrices y de autopartes instaladas en el estado y mantendría el nivel de crecimiento económico local, que se ha situado encima del promedio nacional.
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