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Conquistadoras de la más difícil batalla

Por Ana Luisa Casas

Publicado el jueves, 19 de octubre del 2017 a las 08:01


Las historias de estas mujeres coahuilenses tienen una cosa en común: su valentía las llevó a vencer al enemigo silencioso.

Saltillo, Coahuila.- Al fondo de un pasillo del Hospital Universitario se encuentra Faustina Romo Almaguer acompañada por su única hija. Una de las enfermeras se acerca para decirle que es su turno de tomar quimioterapia, pero no es ella quien tiene cáncer, sino su hija.

A menudo los médicos y enfermeras se dirigen a Faustina para luego darse cuenta de que es Liliana Elizabeth Rico Romo, de 27 años, quien fue diagnosticada con cáncer cervicouterino cinco meses atrás.

Un sangrado abundante entre sus piernas sorprendió a Liliana en varias ocasiones sin que fuera su periodo menstrual, entonces acudió con un ginecólogo privado, pues hasta ese momento no tenía seguridad social. El médico le dijo que era un desorden hormonal y le recetó medicamento, sin embargo, el sangrado continuó.

Cinco médicos más recibieron a Liliana sin poder darle un diagnóstico claro durante los cuatro meses posteriores, e incluso hubo quien diagnosticó un riñón dañado. Consultas de hasta 2 mil pesos acabaron con los ahorros de Liliana, quien seguía sin poder remediar los intensos cólicos ni el sangrado.

“Me decían que era un desorden hormonal o el dispositivo intrauterino que me había colocado, pero ninguno de los ginecólogos me orientó para que me realizara un estudio de cáncer”, recuerda Liliana, quien ha conservado todas las recetas y diagnósticos que le dieron los médicos durante esos meses.

Dura realidad

Poco después acudió al Hospital General, donde sin tapujo alguno le dieron el diagnóstico de cáncer cervicouterino, momento en el que se derrumbó sin poder asimilar que esta enfermedad estuviera invadiendo la parte más íntima de su cuerpo.

“En ese momento entré a tratamiento porque no podía dejar pasar más tiempo. Estaba en etapa 2B, en la que el cáncer mide más de 4 centímetros; me arrepentí de no haberme hecho nunca un papanicolau, pero también tenía coraje con el resto de los médicos que me habían atendido”, expresa con una sonrisa cubierta de lágrimas ante el recuerdo.

Luego de tramitar el Seguro Popular, acudió a cinco quimioterapias y dos braquiterapias (tratamiento de radiación vaginal), temerosa de que su aspecto llegara a ser como el del resto de las mujeres que tomaban el tratamiento en la misma sala, pero con la firme idea de que saldría victoriosa de la difícil lucha.

Con el transcurso del tiempo asimilaría con más calma esta batalla y respondería las constantes preguntas de su pequeño de 8 años, quien al darse cuenta del padecimiento de su madre en voz de un vecinito, rompió en llanto con su mamá preguntándole si iba a morir pronto, cuenta Liliana.

“Son tratamientos muy desgastantes, te provocan cansancio, náuseas y mareos. Es una enfermedad que se propaga más allá del cuerpo, deteriora tu autoestima y tus ganas de seguir adelante, por eso tienes que ser el doble de fuerte para afrontar todo lo que implica un cáncer”, comenta.

La madre de Liliana ha permanecido con ella en cada momento. Para ella ha sido la batalla más difícil hasta ahora. Dice que ha visto en su hija la fortaleza que ella no habría asumido ante una enfermedad de ese tipo. “Mi hija es muy valiente, es una guerrera”, expresa Faustina.

“Es ella la que me anima a mí, la que me recuerda que esto tiene cura y que vamos a salir adelante”, comenta con los hombros hundidos.

Liliana entra de nuevo a consulta. El cáncer se ha reducido de 7 a 2 centímetros. La guerrera continuará luchando contra el cáncer.

Fortaleza de madre

El día en que Lupita Campos Torres se enteró de que tenía cáncer quería salir corriendo al monte. Se veía a sí misma en el féretro y a su familia llorándole. El mundo se le vino encima.

Un año atrás fue a la clínica más cercana del ejido Progreso de Agua Dulce, ubicado en los límites de Coahuila y Zacatecas, de donde es originaria, pues se percató de que una bolita le había crecido en el pecho.

Aunque le hicieron una biopsia, los resultados se “perdieron” y la enfermera de la clínica le dijo que “seguro no era nada grave”. El siguiente médico que llegó al ejido ordenó de nuevo una biopsia para Lupita, pues acudió de nuevo preocupada porque la bolita permanecía.

“‘Sabe qué, usted tiene cáncer’, me dijo el doctor. Sentí que se me acababa el mundo, salí del consultorio llorando y con la cara color leche”, platica Lupita al recordar el momento en que recibió la noticia, en el año 2015.

Fue enviada al Hospital General de Saltillo donde la trabajadora social y los doctores le explicaron qué era el cáncer, una enfermedad que también llega a las mujeres de las comunidades más alejadas, y asumió que podía curarse, platica.

“Lo más difícil para mí fue decirle a mis hijas de 8 y 11 años, porque para recibir las quimioterapias debía encargarlas con alguna cuñada; ellas me decían que no las dejara solas, pero yo les respondía ‘prefiero dejarlas un par de días, que toda la vida”, cuenta. Ellas fueron su motivo.

“‘Ustedes no se fijen, la medicina que me va a curar hace que se me caiga el cabello, pero después de eso yo voy a estar bien’, les decía a sus hijas”. Aunque durante ese tiempo, su hija menor también enfermaba seguido de dolores de estómago o cabeza, pero el médico afirmó que era sólo la preocupación que corría por sus venas y las de toda la familia.

Lupita venció el cáncer y sus pequeñas volvieron a sonreír como antes, al igual que ella. Ahora le preguntan seguido cómo se encuentra y si debe ir a doctor para su revisión mensual; prometen portarse bien, para esperarla con los brazos abiertos.

Desinformación, el mayor enemigo

Si bien la información y acción oportuna seguirán siendo la mejor herramienta para hacer frente al cáncer de mama, padecimiento que posiciona a Coahuila como la décimoquinta entidad en México con defunciones por esa enfermedad, casos como el de Liliana y Lupita dejan al descubierto que si a ello le agregamos la falta de seriedad que existe para atender este padecimiento, se puede entender por qué una gran cantidad de mujeres no es atendida a tiempo.

Incluso, las cifras otorgadas por la Secretaría de Salud reflejan una disminución mínima en las defunciones entre 2016 y 2017, dado que en este año la diferencia sólo es de 70 defunciones menos que el año anterior.

“Resulta que uno a veces no toma conciencia de lo importante que es la salud, hasta que la vida te golpea fuerte”, dice Juana María Vázquez González, quien jamás pensó que el cáncer pudiera albergarse dentro de su cuerpo. Pero le pasó.

“Asimilar que vas a perder el cabello o un seno es lo más difícil, porque a cambio de eso vas a curarte, pero ninguna de las dos es una opción para nosotras”, dijo Juani, como la llaman sus amigas.

Dice que ese es un sueño del que despertó hace dos años. Su cabello comenzó a crecer y ella a disfrutar su vida al máximo; ha dejado atrás las depresiones, los complejos, las cosas que no importan y decidió apoyar a más mujeres que en este momento enfrentan lo que ella superó.

Apoyo a guerreras

Otras 242 mujeres de la entidad iniciaron su lucha contra el cáncer de mama en lo que va de 2017. Asociaciones como Ayuda Rosa o Grupo Reto, encaminadas a lograr la recuperación integral de las pacientes, han apoyado a cientos de mujeres coahuilenses en consultas sicológicas, empoderamiento, empleo y gestión de tratamientos para mujeres de bajos recursos. En Coahuila los tipos de cáncer más comunes en la mujer son el cervicouterino y el de mama, los cuales han cobrado importante número de vidas por la inadecuada atención o la tardanza en la detección de los casos, en los cuales existen posibilidades casi nulas de vida.

Quienes han sobrevivido al cáncer cervicouterino y de mama aseguran que la enfermedad se vence con alegría, fortaleza y corazón, pues dicen que una vez deprimidas, el cáncer las consumirá. Coinciden en que si su vida cambió, fue sólo para recordarles lo frágil que es y lo importante que resulta disfrutar cada momento.

Cuidado

Estos son algunos de los factores de riesgo para desarrollar cáncer de mama:

» Antecedentes de un familiar con cáncer de mama.

» Tener 40 años o más.

» Haber tenido la primera menstruación antes de los 12 años.

» Usar anticonceptivos hormonales por más de cinco años.

» Tener el primer hijo después de los 30 años.

» Tener la última menstruación después de los 52 años.

» Tomar hormonas para la menopausia.

» Obesidad.

En cifras

» Según la Secretaría de Salud, en 2015 se registraron 6 mil 252 defunciones, con una tasa de 18 muertes por cada 100 mil mujeres de entre 25 y 30 años, siendo el cáncer cervicouterino y de mama las principales causas.

» Tan sólo este año se han registrado 50 defunciones y 73 nuevos casos de mujeres con cáncer cervicouterino hasta septiembre, en edades más tempranas e incluso en etapas en las que se extiende a otra parte del cuerpo.

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