Nacional

Publicado el jueves, 11 de junio del 2009 a las 14:00
México, DF.- El tribunal para menores está lleno de niños que comenzaron su vida delictiva con actitudes características del “bullying”, como meter el pie, dar zapes, burlarse o quitar las pertenencias a sus compañeros de clase.
Maritza García Montañez, coordinadora del Laboratorio de Neurociencias de la Facultad de Psicología de la Universidad Intercontinental (UIC) y encargada de realizar el primer estudio sobre el tema a nivel del Distrito Federal, consideró que existen datos cualitativos que muestran este patrón, por lo que la sociedad debe aprender a prevenir el dolor y sufrimiento de los niños.
“La más de las veces los bravucones así se quedan y muchos de ellos pueden terminar en el tribunal para menores, incluso hasta llegar a convertirse en asesinos, suena muy fuerte lo que estoy diciendo, pero es cierto”.
Prevenir desde el inicio La especialista aseguró que la agresión entre escolares es algo muy común en los planteles de todos los niveles educativos, “pero cuando la analizamos nos damos cuenta que tiene consecuencias muy costosas para la sociedad”.
De cada 10 estudiantes capitalinos, se estima que al menos siete son al mismo tiempo víctimas, victimarios y testigos de maltrato e intimidación, y por eso cuando el “bullying” se registra desde el preescolar, lo más común es que continúe en los siguientes grados y los estudiantes se acostumbren a padecerlo.
Durante el seminario de reflexión permanente “Escuelas conviviendo”, que se realizará el primer miércoles de cada mes en la UIC, propuso guiar a los escolares en los valores, trabajar con ellos en la escuela, pero también en los hogares.
Lucero, de 13 años, fue objeto de burlas y agresiones de sus compañeros de salón por ayudar a su abuela a la pepena de basura.
La violencia de la cual ha sido objeto fue detenida por la directora de la Secundaria Diurna 255, expulsándola.
Ayer, el caso llegó a la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), la cual lo turnará a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por tratarse de un plantel que pertenece a la Secretaría de Educación Pública (SEP).
También se abrió una denuncia por discriminación en contra de autoridades del Ministerio Público de la Coordinación Iztapalapa 8, por negarse a abrir una queja en contra de una de sus compañeras que le lesionó el ojo con un lápiz.
Tal denuncia también es contra la Asociación para Evitar la Ceguera en México, organismo que no le dio la atención oportuna bajo el argumento de que la adolescente iba sucia.
El pasado 25 de marzo Lucero fue agredida por sus compañeros. Una alumna le lesionó el ojo derecho con un lápiz.
Debido al daño, la directora de la secundaria le recomendó ir a dicha asociación civil ubicada en Coyoacán. “Allá —dice la abuela— no nos quisieron atender y dijeron que primero nos fuéramos a bañar”. Fue hasta el segundo día que aceptaron operarle el ojo a Lucero, quien presentaba desgarre en el lagrimal.
Cuando se recuperó y retornó a su escuela, se le impidió el paso. Bajo pretexto de no tener buen aprovechamiento “y de ser conflictiva”, la directora decidió expulsarla.
El problema de violencia entre estudiantes es tal que los agresores pueden mantener la misma conducta en la edad adulta y terminar en penitenciarías. “Si comenzamos a platicar con personas que están ahí, nos damos cuenta de que muchos de ellos cuando eran pequeños comenzaron siendo bravucones, lastimando al otro, dándole zapes, burlándose, sintiendo que con eso eran fuertes, que les hacían caso”, indicó García Montañés.
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