Nacional
Por Agencia Reforma
Publicado el sábado, 16 de septiembre del 2017 a las 16:12
Oxaca.- Ante la destrucción y el luto, damnificados del albergue del Tecnológico en Juchitán, Oaxaca, no tuvieron motivos para celebrar el Grito.
Entre el montón de gritos y promesas de políticos y aspirantes presidenciales, la noche del 15 de septiembre los damnificados por el sismo en Juchitán pusieron el silencio.
La noche sólo fue una pausa para Daniel Hernández que va de raid en raid hacia Chiapas, a su casa, para saber si su familia está con vida porque él trabaja de mesero en Bahías de Huatulco y con el derrumbe perdió el teléfono.
Sin bolsas ni maletas, llegó al albergue del Tecnológico del Istmo y pidió una colchoneta.
“Voy a ver todavía si mi mamá, voy a ver si mi papá, si de casualidad están, no están mis hermanos. No sé absolutamente nada de ellos. El señor Presidente vino a Oaxaca, pero nunca volteó a ver Bahías de Huatulco. Nos tiene olvidados. Ahí se cayeron tres hoteles y esto no lo dice nadie más que yo, yo lo viví”, dijo.
“Yo pienso que ahorita no se puede celebrar. No se puede uno burlar de la gente que perdió la vida, ciertamente hay que guardar silencio o algo, pero no se puede celebrar porque haz de cuenta que te estás burlando de la gente que perdió la vida y de sus familiares”.
Cada 15 de septiembre, Juchitán acostumbraba festejar con garnachas, tostadas, chiles rellenos, tlayudas y baile. Pero ahora, Ana María Valdivieso se espanta los moscos en la semioscuridad de los jardines del Tecnológico, frente a las casas de campaña donde duerme su familia.
“Año tras año estamos en el Palacio, celebrando el 15 de septiembre que es el Grito de Independencia. ¿Pero por qué no decir (ahora) ‘Viva México y vivan las personas que nos están apoyando a nosotros’?”, expresó.
Afuera en las calles, cerca de la medianoche hay gente durmiendo en la banqueta, al cuidado de lo que queda de sus casas. Hay polvo que levantan los mototaxis. Bultos de basura afuera de las puertas. Advertencias de los pobladores de cuidarse de los robos. Convoys del Ejército que patrulla.
En Juchitán, donde hubo al menos 37 muertos y cientos de casas quedaron inservibles por el sismo de 8.2 de magnitud del 7 de septiembre, esta no es una noche para celebrar nada, aunque a un lado de los escombros del Palacio Municipal un hombre tomó una bandera.
Primero en español y luego en zapoteco, la voz quebrada: “¡Viva México! ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Allende! ¡Viva Zaragoza! ¡Y viva Juchitán, Viva Juchitán!”.
Si acaso, la juchiteca Rocío Sánchez recordó que con sus manos salvo a su abuelita de 84 años, debajo del techo de la casa que se le fue encima y ahora la anciana duerme acá, en el albergue, con la cadera vendada.
“Ahorita no es un día de festejo. Quizás de lucha, pero pero no de festejo. No. Estamos de luto, perdimos a varios familiares que no pudimos rescatar y pues nuestra vivienda, una parte de nosotros hemos perdido”, expresó.
La noche del Grito, los últimos en dormirse en el albergue le preguntaban a Aurelza Martínez si ya le dieron cita en un hospital de Matías Romero para que nazca su hijo la próxima semana. Y se preguntaban también cuándo va a volver el Presidente Enrique Peña aquí y cuándo comenzará la reconstrucción.
Antes de las doce de la noche, el Himno sonó en el albergue de esta ciudad que significa “lugar de flores blancas”. Lo puso en su celular un policía que, junto con elementos del Ejército, resguarda el acceso. Sonó bajito y no lo cantó nadie. Los soldados guardaron silencio. Ése fue el festejo.
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