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el cáncer llegó de repente

Por Siboney Alvarado

Publicado el domingo, 7 de octubre del 2012 a las 14:00


Un ama de casa de 57 años que nunca imaginó padecer la enfermedad; aunque en su familia hay antecedentes...

Piedras Negras, Coah.- En México la creciente incidencia de cáncer de mama en la población femenina lo ha llevado a colocarse como la primera causa de muerte en mujeres por neoplasias malignas, en edades que van de los 25 años y más.

De acuerdo a estadísticas, tan sólo en 2010 se tuvo conocimiento de cinco mil 113 defunciones por este motivo, con una tasa de fallecimientos de 10.1 por ciento por cada 100 mil mujeres a nivel nacional.

La herencia y la edad están consideradas dentro de los factores más frecuentes, no obstante que llega a considerarse más agresivo, en mujeres jóvenes.

A nivel local el Grupo de apoyo a personas con cáncer realiza desde hace 10 años un evento anual en el marco del mes internacional de la lucha contra el cáncer de mama, que se conmemora en octubre.

Organismos no gubernamentales y dependencias públicas se unen durante este mes en una sola voz, extender el llamado de “detección oportuna, es vida”.

En esta ocasión el GAC en concertación con Tejiendo vidas con esperanza, que mes a mes, da a conocer la historia de un paciente oncológico a través de periódico Zócalo con la idea de generar algún tipo de apoyo con la participación de la comunidad, dedica el proyecto de octubre a María Delfina Reta Garza, de 57 años de edad, que padece cáncer de mama.

María Delfina
Con domicilio en la calle Principal número 811, en la colonia Buenos Aires, Fina, -como le llaman sus más cercanos-, quedó viuda hace 10 años, y a cargo de sus dos hijos Víctor Antonio e Isaura Delgina Hernández Reta, hoy de 26 y 19 años de edad.

“Siempre hemos vivido así humildemente, tengo la lucha que en este tiempo me pongo a hacer coronas para vender; un día, era el último de octubre del año pasado, me habían pedido varias docenas de coronas en una florería, me faltaba completar ese pedido y me dediqué toda la noche hasta las cuatro de la mañana a trabajar”, narró.

Al amanecer, recordó que: “Una bola” debajo de su axila izquierda, así como una gran protuberancia, por encima de su seno, le ocasionó una gran molestia.

“Pensé que era por el exceso de trabajo, -me dijo mi muchacho- no mami procure ir con el doctor y así lo hice. Fui y me dijo no tenga cuidado, es un absceso de grasa”.

Pasaron cinco meses y el malestar de María Delfina, seguía, hasta que su hijo reunió dinero para que fuera atendida en una clínica particular.

“El doctor Calixto me dio mi regañadía… me dijo que porque no via’ido al seguro, que no había nada mejor que empezar a recibir la quimioterapia; así me volvieron a hacer otro estudio en el Seguro y se dieron cuenta que era cáncer de mama, así duré tres meses con una úlcera que se me reventó; tardaron bastante pa’fin de ponerme la cita”.

Cinco meses después de recibir el diagnóstico en la segunda etapa de avance, finalmente la paciente inició su tratamiento, en la Clínica 25 del Instituto Mexicano del Seguro Social en Monterrey, beneficio que le quedó de su esposo, Antonio Hernández Velázquez.

“Todo este tiempo, pues mis hijos y yo la hemos pasado así, haciendo la lucha.

Mi hija trabajaba en una estética y cuando vio que me puse mala se vino atenderme; mi muchacho acompañándome a Monterrey cada tres semanas, terminó por perder su trabajo, un día me dijo, a mí lo que me importa es que usted se cure”.

Vive de sus habilidades
Durante gran parte de su vida, María Delfina, vivió de su trabajo como estilista, actividad de la que se apartó después de empezar a sufrir los estragos del cáncer, entre ellos la pérdida de su cabello debido a las quimioterapias.

“Me he decaído mucho con la enfermedad, y con las quimios, a uno la dejan sin fuerzas”, añade Fina, cuya madre y abuela fallecieron de cáncer.

“Ellas tuvieron cáncer de colon y tengo una hermana que hace 12 años le detectaron en la tiroides, le digo a mi hija que ya es de herencia”, señala resignada.

María Delfina nunca se imaginó desarrollar cáncer de mama, sobretodo porque nunca detectó nada anormal en su cuerpo.

“Eso fue de repente, un día que trabajé toda la noche, eso fue lo que me resultó”, reiteró.

Desarrollar diferentes habilidades como el corte de cabello, y de algunos años a la fecha, la elaboración de coronas de muertos y tejido de bufandas y carpetas, le han facilitado a Fina, la forma de ganarse la vida desde que quedó viuda.

“La niña trabajaba en una estética pero se salió cuando enfermé, ahora mi muchacho está en un trabajito en donde le pagan el mínimo pero él dice peor, es quedarme sin nada”.

Actualmente Fina ha tenido la dificultad de reunir como cada año, los recursos que invierte en el material que usa para hacer sus coronas.

“Ya me hicieron un pedido y les dije que sí, sólo estoy esperando conseguir para surtirme, no quiero perder un cliente que me hace fuerte casi todo el año”, mencionó.

A pesar del proceso de su enfermedad, Fina asegura no sentirse sola.

“Este tiempo lo he pasado con ayuda de mi papá, él tiene 86 años y ha estado apoyándonos en lo que puede; esto es lo que me da fuerzas y me ha hecho más valiente, papá me dice “Ya la hizo mija”, aunque se que si está apesarado…”, comenta con rostro serio que parece iluminarse, con una lacónica sonrisa.

La madre de familia siente también el acompañamiento de integrantes de la iglesia católica Sagrado Corazón de Jesús de la colonia Bravo, que la frecuentan y están al pendiente de ella.

“Dice el dicho que uno se da cuenta de quiénes son los verdaderos amigos, cuando estás en la cárcel o en la cama; me siento afortunada, yo nunca me arrimaba a esa iglesia y son las que más me han frecuentado”.

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