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El Faro Rojo: El pastel con hierba, una rebanada de humillación

Por Ruta Libre

Publicado el lunes, 23 de enero del 2017 a las 16:34


Víctima de una mala broma, esperó su tiempo para cobrar venganza de la mujer con quien iniciaba una relación ‘perfecta’

Por: Rosendo Zavala

Saltillo, Coah.- Mientras recreaba en su mente la figura de Paco, intoxicado por el pastel de mariguana que le dieron a probar, Humberto apretaba con furia la cadena con la que asesinó a su amiga, aun conociendo que era ella la creadora de la fatídica broma que terminó en tragedia.

Imaginando que el honor de su familia estaba lavado, el verdugo huyó de la residencia para evadir la acción de la justicia, aunque la sombra de su ataque lo persiguió hasta que, abrumado, se entregó a las autoridades para pagar su crimen con cárcel.

Amistad virtual

Como casi todas las noches, Humberto se sentó frente a la computadora para divertirse conociendo gente en las redes sociales, pues aunque su círculo de amistades era grande, la idea de socializar globalmente lo hacía atarse al mundo de internet.

En una de sus tantas andanzas ficticias, el aventurero de la red conoció a Verónica, la estudiante de Sociología que con sapiencia natural lo había cautivado desde el otro lado de la pantalla. Así comenzó una amistad que por mucho pareció acercarse a la realidad.

Tras varios encuentros en donde la tecnología parecía acercarlos como por obra de magia, el galán cibernético arrojó su primera propuesta de contacto verdadero, pactando un encuentro con la veracruzana que ni enterada estaba que ahí comenzaría el principio del fin en su existencia terrenal.

Durante varios meses la pareja acrecentó la frecuencia de sus paseos comunes por toda la ciudad, tanto, que la mujer conoció a la familia de su potencial enamorado y entre todos crearon un vínculo afectivo que parecía perfecto.

Humillación extrema

Ya con el apego a sus nuevas amistades, la jarocha decidió ofrecer una fiesta en su departamento de la Zona Centro, invitando a los compañeros de escuela que la rodeaban cotidianamente pero también a sus camaradas virtuales, entre los que estaban Humberto y su hermano Francisco.

Durante toda una noche, los parranderos llenaron de euforia la vivienda donde sellaron su “entrañable” amistad, mientras Verónica se erigía como el alma del evento que mostraba tintes de perfección.

Justo cuando los invitados desfogaban sus tensiones bajo el tenor de la música estridente que atiborraba el recinto, la anfitriona salió de la cocina con un pastel en las manos, sentía que la hora de llevar las emociones al máximo había llegado.

Utilizando la pala pastelera con destreza, Vero sirvió rebanadas a los asistentes hasta que tocó el turno a Francisco, que tras comer su pastel sintió que el suelo se le abría de repente, invadiéndose de una euforia descarriada que sorprendió a Humberto.

Ante todos los presentes, Paco hizo el ridículo de su vida traicionado por el efecto de la droga que Verónica había puesto en el bizcocho, provocando la furia de Beto que, jurando vengarse, abandonó el departamento con lo que quedaba de su infortunado hermano.

Terrible venganza

Ya en el confort de su residencia, los López recapitularon lo acontecido en la fiesta de su conocida, avivando el rencor contra Verónica que se agrandó de manera insospechable, porque ambos comenzaron a atacarla con mensajes de texto en los que le aseguraban que la humillación no quedaría impune.

Días después, Humberto llegó a la casa de la estudiante para iniciar el diálogo que se convirtió en el colofón de la desgracia, cuando intercambiaron palabras de odio que se salieron de control inevitablemente.

Sin que nadie pudiera escuchar, el visitante incómodo tomó del porche una cadena de acero para abalanzarse contra la fémina, estrangulándola sin piedad mientras la golpeaba para que cediera ante su bestialidad que para entonces ya estaba fuera de control.

Cuando la víctima dejó de moverse, el atacante la recostó lentamente en el suelo para con rapidez recorrer cada rincón del apartamento, cargando con una pantalla y otros objetos de valor que subió a su automóvil para luego darse a la fuga.

Tras el hallazgo del cadáver, autoridades ministeriales realizaron una cacería para localizar al presunto homicida, que se mantenía escondido en una vivienda de la ciudad, siempre con la consigna de mantener su libertad intacta.

Días después, Humberto sintió que la realidad lo atosigaba por todas partes y tras entablar contacto con su familia decidió entregarse a la Policía con la condición de que sus derechos no fueran violentados en ningún momento.

Ahora, el estrangulador afronta sus actos ante la justicia penal bajo el delito de feminicidio, por lo que en breve recibirá la sentencia condenatoria que lo refundiría tras las rejas por el crimen cometido contra su amiga… y todo por un pastel.

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