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El Faro Rojo: El tristemente célebre ‘Madullo’

Por Ruta Libre

Publicado el lunes, 4 de septiembre del 2017 a las 15:58


Dos hombres violan y asesinan a una chica en el arroyo Las Víboras. Ambos son encarcelados; uno de ellos decide suicidarse

Por: Rosendo Zavala

Saltillo, Coah.- Emitiendo un grito desgarrador que se perdía en la nada, Silvia manoteaba, como queriendo sacudirse la pesadilla que estaba viviendo despierta, mientras sus agresores la ultrajaban como fieras en celo, para luego matarla a puñaladas.

Con el destino escrito en aquella tarde de julio, la estudiante de preparatoria se arrepentía de haber tomado el camino equivocado de regreso a casa, porque los drogadictos que la violaban en la espesura del arroyo decidieron callarla para siempre, en cuestión de minutos.

Fastidiada de escuchar teorías en el aula donde tomaba clases, la adolescente de 16 años divagaba escribiendo en el pupitre, cuando el sonar del timbre la hizo reaccionar, fue entonces cuando se paró como resorte al saber que su libertad había llegado de pronto.

Convencida de que tenía que llegar temprano a casa, se despidió de sus amigas y enfiló sus pasos a Lomas de Lourdes, donde desde siempre había vivido con su familia, en un afán por mejorar el estatus social en que navegaban.

Engalanada con el traje albiverde que la distinguía de otros colegios, la menor caminó por la ruta de siempre, ignorando que la tragedia la acechaba desde lejos, porque para entonces su destino comenzaba a tomar la forma definitiva en el colofón de sus días.

Animosa por la idea de convivir con los suyos, prefirió cambiar el rumbo, cuando un sentimiento extraño la hizo desviarse del camino, dejando el pavimento para agarrar la terracería que la condujo hasta el arroyo Las Víboras, sin imaginar que sería la última de las decisiones que tomaría en vida.

Nido de víboras

Adentro del riachuelo, José Guadalupe “El Madullo” y Víctor “El Monroy” se entretenían embriagándose para perder el tiempo, también tenían horas intoxicándose con el pegamento amarillo que los idiotizaba hasta no saber dónde estaban.

En uno de los “viajes” que hicieron durante aquella tarde, los rijosos tuvieron el momento de lucidez que les hizo escuchar los pasos de la puberta, quien ajena al entorno, se aproximaba hacia ellos, sin percatarse de que su fin estaba cerca.

Traicionados por el Resistol que los enloquecía sin remedio, los amigos decidieron esconderse entre las ramas para culminar su parranda de la mejor manera, violando a la estudiante, que saciaría sus bajezas aunque no quisiera.

Cuando Silvia brincó el hilillo de agua que percibía como el último obstáculo antes de volver a campo abierto, los delincuentes la abordaron con furia para hacerla caer en pánico, comenzando la desigual batalla que tuvo un final inesperado.

Trágico fin

Empuñando la navaja que utilizaría como pasaporte al desenfreno, Víctor sometió a la colegiala, amagando con cortarle el cuello si oponía resistencia, mientras su compañero de andanzas maniobraba para arrastrarla hasta un rincón del arroyo que se convertiría en la tumba de la inocente Silvia.

Mientras “El Monroy” presionaba a la puberta que yacía tirada en el suelo, “El Madullo” la estrujaba con fuerza para desgarrarle las ropas y meterse en su cuerpo, culminando su bajeza con la joven, que manoteaba sin fuerza, buscando frenar lo inevitable.

Minutos después, la lluvia de gemidos que emanaban del alma de Silvia se aplacó para dar paso a la resignación, observando el contorno asqueroso de los vagos que la mancillaron para robarle la honra sin miramientos.

Tras violar a su víctima en repetidas ocasiones, los amigos decidieron callar sus reclamos llorosos, cuando en un arranque de ira, José Guadalupe arrebató el filero a su compañero de andanzas para clavarlo en el cuerpo de la humillada, que cedió ante la maldad, quedando desangrada en las inmediaciones del arroyo.

Al darse cuenta de que se habían convertido en asesinos, los chacales huyeron del sitio, para perderse entre la inmensidad de las calles, sembrando pánico entre los vecinos que hicieron el tétrico hallazgo minutos después.

Presionadas por las voces sociales que exigían justicia, las autoridades ministeriales comenzaron una feroz ofensiva para ubicar a los criminales, logrando la captura de Víctor que, luego de aceptar las acusaciones que pesaban en su contra, decidió acabar con la farsa que junto a Lupe fabricaron en un momento de locura.

Días después, Guadalupe salió de su casa suponiendo que la mala obra había sido enterrada por el tiempo, aunque estaba equivocado, porque sabuesos ministeriales que seguían sus huellas lo aprehendieron para ponerlo tras las rejas bajo el delito de homicidio calificado. 

Al saber que sería sentenciado a 29 años de prisión por haber ultimado a la estudiante, “El Madullo” prefirió acortar su agonía en el encierro, ahorcándose en la celda que cambió por el suicidio, tramitando su existencia al pagar con la muerte su osadía de haberse convertido en violador y asesino al mismo tiempo.

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