Mientras que la SEP insiste en que los maestros deberán aprobar las evaluaciones de su desempeño frente a un grupo, la SEDU peca de ‘pasalona’. ¿Entonces?

Por: Aliado Número Uno / Saltillo, Coah.- Mientras que a nivel nacional los maestros aprendieron que “suspender” significa entender o diferir una acción u obra y que de ninguna manera significa cancelar, en Coahuila, la Secretaría de Educación se esfuerza por mantener los avances y que estos se manifiesten en cifras.

Los maestros recibieron durante la última sesión de Consejo Técnico (esas que sirven para alargar una vez al mes el fin de semana) la instrucción de no permitir que haya reprobados en los grupos a punto de graduarse. Dicen las autoridades educativas que no es que los pasen así nada más, sino que los maestros, llegado el momento, tendrán que corregir en el último mes las deficiencias que llevaron al alumno a este punto: el de no graduarse.

Después, mediante un oficio, se les advierte que si hay reprobados, no podrá haber graduaciones.

Y esto porque aunque el índice de reprobación es de apenas 1.87%, es decir, que reprueban dos de cada 100, por lo que en una escuela primaria de unos 540 alumnos no se graduarían alrededor de cinco, es necesario revertir esta cifra.

El subsecretario de Educación Básica, Julián Montoya de la Fuente, aseguró que los maestros tienen la instrucción de no tener alumnos reprobados, pues basta que los profesores se reúnan en su Consejo Técnico una vez al mes para tener oportunidad de “corregir” a los alumnos incorregibles en cuanto a su aprovechamiento escolar.

Palabras más, palabras menos, el funcionario sentenció: “Qué caso tiene que estemos planeando cada mes, ¿para salir con los mismos resultados a fin de año? Es inconcebible, de ahí fundamento que no debe haber reprobados, no que se pasen, sino que el maestro se aplique para sacar adelante a los muchachos que tienen alguna dificultad”.

Eso para empezar, luego amagan con que no haya graduaciones si hay reprobados. ¿Entonces?, ¿los pasan o no? De por sí los profesores ya no saben qué hacer entre el llenado de formatos, planes y programas, además de evaluaciones que no se traducen en un mejor salario o la salida de maestros incapaces, o el desplazamiento de su sindicato por las influencias de los funcionarios encargados de la aplicación de exámenes y el reparto de plazas a discreción.

Al sistema educativo se le olvida que a un mes de finalizar clases, los maestros ya pasaron calificaciones, y desde principio del año escolar los papás pagaron la graduación.

Parafraseando a Chuayffet: “habrá evaluación, llueve o truene”; parafraseando a la SEDU: “no habrá reprobados… o graduaciones”.