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Por Ruta Libre
Publicado el lunes, 7 de agosto del 2017 a las 15:21
Saltillo, Coah.- El puro hedor a muerto que desprendía un terreno baldío junto a viviendas de la calle Álvarez, en pleno Centro de la ciudad, despertó sospechas entre los vecinos. Dos meses y medio antes, la detención de un grupo de sujetos con finta de sicarios no fue suficiente para que autoridades federales los investigara. Al contrario, los dejaron libres.
La historia comenzó mal: primero, una serie de asesinatos en la Región Sureste. Después, la detención de un cabecilla narco y una célula de cinco sicarios en una casa de seguridad de la Zona Centro, desde donde operaban con la intención de pelear la plaza a un grupo criminal.
Después el olor a muerte llevó a los vecinos a denunciar la presencia de un cuerpo desmembrado en estado de descomposición junto a la casa donde habitaron los delincuentes. Una gran movilización policiaca y el cierre de la calle Álvarez desde Purcell hasta Obregón generaron pánico entre los habitantes del Centro.
Y ahora sí la PGJE realizó lo que debió hacer unos días antes: un cateo minucioso en la casa de seguridad con equipos y perros policías. El cuerpo enterrado, según trascendió, pertenecía a un miembro del mismo cártel.
Fue entonces que el secretario de Gobierno Víctor Zamora reveló que dos meses y medio antes esa misma célula criminal vinculada con el cártel de Sinaloa fue detenida por autoridades policiacas estatales luego de labor de inteligencia, y entregada al Ministerio Público Federal para ser procesados.
Pero en vez de eso, el Ministerio Público los dejó libres al siguiente día de que se los entregaron; 10 días después comenzaron las ejecuciones. El hedor a corrupción o a colusión apesta más que los cuerpos en descomposición hallados. La peste de la inseguridad ya no proviene de la casa en la calle Allende, sino en un edificio del bulevar Francisco Coss.
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