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Por Paola A. Praga
Publicado el jueves, 5 de enero del 2012 a las 16:00
Saltillo.- Sobre un andamio, Berenice, de 20 años, limpia la pared de vidrio de lo que será una sucursal bancaria. Junto con otras dos mujeres, que estudiaron hasta secundaria, y cinco albañiles, viene de Monterrey a trabajar, en lo que casi nadie quiere hacer.
Se dedica a la limpieza en jornadas de 8:00 a 17:30 horas porque no encontró empleo en otra cosa y en las casas de gente rica se hartó de la discriminación. Vive en la colonia Valle Verde, está soltera y antes trabajó picando verdura, carnes y fruta en un restaurante.
“Pues yo no me veo haciendo otra cosa, aquí encontré buen trabajo y pos’ no me ha pasado ningún accidente; el arquitecto nos trata bien, nomás los de la obra mientras no te falten al respeto”, dice mientras dobla un trapo gris que restriega sobre el vidrio.
En el edificio ubicado en el cruce del bulevar José Musa y Moctezuma también están Paola Virginia Álvarez y Verónica Salazar, de 18 y 15 años. Ríen mientras platican que el trabajo es pesado cuando se trata de limpiar pisos, cerraduras, ventanas, paredes y muebles, pero la recompensa es ver cómo queda el lugar antes de ser inaugurado.
“Cuando ya abren los edificios la gente nomás quiere ver que esté limpio, a casi nadie le gusta limpiar, yo sí lo hago, porque pagan más o menos”, dice Paola. Le hubiera gustado ser licenciada, “de ésas que andan con los jueces, pero aquí ando por mientras”.
El convivir con los albañiles las divierte, platica Verónica, que lleva una camiseta y el cabello corto peinado con gel. “No nos han faltado al respeto, todos hacemos el trabajo que se ve muy fácil, pero es más pesado a la vez, trabajamos de lunes a sábado”.
Nadie las enseñó, solas aprendieron; de vez en cuando las han visto de arriba para abajo o les llaman sirvientas, aunque no les gusta. “Es cansado, pero acabas de volada, pero como dicen alguien tiene que hacer el trabajo sucio”, comentan riéndose.
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