Arteaga.- La situación económica que viven los habitantes de la comunidad San Juan de los Dolores no es tan hermosa como sus paisajes boscosos, los cuales no le piden nada a los alpes suizos como dicen algunos de los lugareños.

Si bien radican en una población rica en producción de manzanas, los habitantes de San Juan de los Dolores viven al día, pues mientras las familias más longevas se dedican a la cosecha y producción de este fruto, los jóvenes padres de familia deben buscar empleo en las industrias cercanas, por lo que no se les ve por el ejido durante todo el día.

En esta pequeña población de Arteaga, ubicada a unos 10 minutos de El Tunal, se encuentra una de las escuelas más antiguas de este municipio, la cual data del año 1800.

Al mediodía las madres de familia bajan de los cañones para llevar de comer a sus hijos, pues es más fácil alimentarlos de esta manera, pues de otro modo los pequeños tendrían que ir caminado hasta sus casas y regresar a la escuela de nueva cuenta, pues el programa en la escuela es de tiempo completo.

Las madres de familia no solamente acuden a la escuela para darles de comer, muchas de ellas realizan labores de limpieza y mantenimiento, comprometidas de lleno con este plantel.

Mientras sus hijos toman las clases donde algunas de ellas estudiaron de pequeñas, las madres hicieron decoraciones que utilizarían para los festejos patrios.

Por igual algunos padres de familia se suman a las actividades, haciendo labores de limpieza y hasta pintando.

Debido a que se trata de un antiguo edificio de adobe, del cual aún se pueden percibir algunas fibras utilizadas para su construcción, la pintura fresca no se queda a la primera mano, pero no hay prisa, siguen pintando.

Los habitantes de este ejido son un ejemplo de comunidad, pues mientras algunos trabajan en el campo empacando las manzanas, otros cuidan a los niños y niñas; son una población llena de tradiciones, cuyas carencias jamás opacan el semblante de los pequeños.

‘¡YA LLEGARON LAS MOCHILAS!’

En la escuela primaria se entregaron mochilas y útiles escolares a los niños de la campaña 42K con Causa, las cuales llegaron a sus manos gracias a lectores y benefactores de esta casa editorial.

“Es un gran apoyo para los niños, pero también para los papás, las mochilas que ellos tienen son muy antiguas, porque son familias humildes que viven del campo, o del salario que percibe el padre en alguna fábrica”, expuso la directora de plantel Rosa María Chávez.

“¡Ya llegaron las mochilas!”, grita efusivamente un pequeño, al no poder esconder la emoción de recibir algo nuevo; las maestras apenadas por la algarabía de los pequeños sonríen en complicidad, pues también les emociona que apoyen a sus alumnos.

Los niños, agradecidos por la distinción, tienen alto promedio escolar y eso que los hizo acreedores a formar parte del programa federal Escuelas al Cien.