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Frida sigue aquí

Por Christian García

Publicado el jueves, 6 de julio del 2017 a las 09:05


A poco más de un siglo del nacimiento de la artista mexicana, su vida y obra siguen dando de qué hablar.

Saltillo, Coah.- Una corona de flores, rebozos y ropa de colores que, con estampados étnicos reclaman la atención de la vista, además de una ceja unida en medio de la frente, son los rasgos típicos con los que se recuerda a Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, artista mexicana mejor conocida como Frida Kahlo.

Nacida en 1907, en la delegación de Coyoacán, en el Estado de México, Frida cumpliría hoy 110 años. A pesar de los años, son muchos quienes tienen presente a la artista por su faceta de pintora, pero también de mujer y símbolo para un país que tiene en ella una de las caras más conocidas de su identidad.

Entre el arte y la enfermedad

Hija de Guillermo Kahlo y Matilde Calderón, la infancia de Frida estuvo llena de dolores y enfermedades desde tierna edad. A los 6 años sufrió poliomielitis, que la dejó en cama durante meses y cuyas secuelas físicas eran visibles, principalmente en sus piernas.

Al cumplir 18 año, Frida decide acercarse al arte y trabaja como ayudante y aprendiz en un estudio de grabado. Muy poco después tuvo lugar el evento más importante en su vida: el accidente que le roba el cuerpo, la mente y, según sus propias palabras, “hasta la virginidad”.

Este accidente le dejó graves secuelas, por lo que tuvo que afrontar 32 cirugías a lo largo de su vida. Durante la convalecencia se mantuvo quieta lo más posible en su cama, en donde se acerca más que nunca a la pintura.

En 1926 pinta su primer óleo, que refleja su situación. “Mi pintura lleva con ella el mensaje del dolor. La pintura completa mi vida”, llegó a declarar la artista.

Tiempo después conoció al pintor Diego Rivera, con quien contrajo matrimonio el 21 de agosto de 1929. El evento causó un gran revuelo en la comunidad artística y fue descrita como “la boda entre un elefante y una paloma”, en alusión al aspecto físico de los esposos.

“Nadie sabrá jamás cómo quiero a Diego. No quiero que nada lo hiera, que nada lo moleste y le quite energía que él necesita para vivir, vivir como a él le dé la gana, Pintar, ver, amar, comer, dormir, sentirse solo, sentirse acompañado, pero nunca quisiera que estuviera triste. Si yo tuviera salud quisiera dársela toda, si yo tuviera juventud toda la podría tomar”, dijo sobre su “gordo feo”, como ella lo llamaba.

Si bien, la relación que Frida y Diego llevaban se vio minada por las constantes aventuras amorosas del pintor, estuvieron juntos durante mucho tiempo. Pero cuando Rivera se acostó con Cristina, la hermana menor de la creadora, fue el acabose del matrimonio. Años después la artista mantendría una relación amorosa con León Trotsky.

En 1953 se le amputó una pierna, a causa de la gangrena y meses después, a los 47 años de edad, la pintora murió. Su cuerpo fue velado en el Palacio de Bellas Artes y sus cenizas se encuentran en La Casa Azul, su hogar durante varios lustros y que ahora es el Museo de Frida Kahlo.

REALIDAD PICTÓRICA

La pintura de Kahlo parte de una representación biográfica de su vida en clave simbólica, en donde las situaciones vivenciales aparecen retratadas en imágenes grotescas.

Entre sueños y pesadillas, alucinaciones y fantasías, la obra de Kahlo era, según el artista francés André Breton, una clara muestra del arte surrealista, definición que la mexicana, sin embargo, rechazaba alegando que “Nunca pinto sueños o pesadillas. Pinto mi propia realidad“.

Estos momentos de dolor y ansia, de soledad y claustro, eran siempre acompañados de un contexto popular, en donde los motivos indígenas, llenos de colores vivos, eran parte del espacio en el que se movía la Frida-personaje, pues sus obras eran también, en su mayor parte, autorretratos.

“Uno cree conocer cada fracción de su cara, cada rasgo, cada expresión, pero ahora todo se burla. Una es una misma y otro: una cree conocerse hasta las puntas de los dedos, y de pronto siente que su propia envoltura se escapa, se vuelve completamente extraña a lo que la llena. En el momento en que una siente que no soporta más verse, comprende que la imagen que tiene delante no es una misma. Del modo más académico hice de mí misma mi modelo, mi tema de estudio”, declaró sobre su afición por el género de pintarse a sí misma.

FIGURA ACTUAL

A más un siglo del nacimiento de Frida Kahlo, su imagen se ha convertido en un fetiche de masas y en un símbolo de mujeres que ven en ella un icono de fuerza y lucha debido al estilo de vida que tuvo: nunca se detuvo por sus enfermedades, su pasional personalidad la emparejó con hombres y mujeres, y su arte fue personal y único en su tiempo.

Diseñadores como Valentino, Jean Paul Gaultier, Givenchy y Kenzo han encontrado en la artista mexicana inspiración para sus colecciones de moda. Por otro lado, ilustradores como Benjamín Lacombe y María Hesse han dado nueva vida a la pintora a través de libros y álbumes ilustrados.

Sin embargo, así como Frida ha obtenido un estatus de estandarte social, también ha sido criticada por un sector que la considera una mala pintora sobrevalorada y con buen marketing. Incluso hay el rumor de que era Rivera quien terminaba sus cuadros.

Pero sin importar las críticas que reciba, la figura de la artista se ha mantenido vigente no sólo en nuestro país, sino en el extranjero. Países como Francia, Alemania y Japón mantienen una atracción viva por la artista y su personalidad.

“A mí no me interesa la Frida enferma, que está tirada en camas, en sillones, sino la parte que seduce a Trotsky: una Frida guapa, joven, divertida y a quien le encanta hacer el amor con hombres y mujeres, además de estar comprometida con la política”, comentó en una entrevista el escritor francés Gérard de Cortanze, quien en su novela Los Amantes de Coyoacán.

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