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Huracán Gilberto; a 20 años de la tragedia

Por Leticia Espinoza

Publicado el miércoles, 17 de septiembre del 2008 a las 14:00


Varias vidas cobró el fenómeno meteorológico en Saltillo, entre ellas la de un socorrista

Por: Leticia Espinoza / Valentín Valdés | Saltillo.- “Cuando entró ahí yo le decía que peligraba su vida, pero él estaba seguro de lo que hacía, siempre fue así… No le tocaba, estuvo de guardia el 15 de septiembre, pero cubrió a un compañero”, así se escribió el final de la vida de Miguel Ángel Gaytán Medina.

Las primeras lluvias empezaron la mañana del 16 de septiembre, durante el tradicional desfile del Día de la Independencia, únicamente los rostros disciplinados de elementos del Ejército Mexicano avanzaron por el bulevar Francisco Coss, mientras los estudiantes retornaron a sus hogares por las circunstancias climáticas.

Al mediodía sin cesar la lluvia, Miguel Ángel Gaytán Medina fue a casa, donde se cercioró de que su familia no saliera de la ciudad. “Llegó a las 12:00, nosotros nos íbamos a ir a un rancho en San Luis Potosí y no pudimos. Íbamos a ir en el tren, pero nos dijo que el clima estaba muy feo”, narra Juan su hermano.

Vientos y lluvia se apoderaron del norte y sur de la ciudad, afectando durante el transcurso de las horas sectores como La Aurora, La Hibernia, Los González, Los Valdés y la vecina ciudad Ramos Arizpe, donde los arroyos aumentaron los caudales con las corrientes provenientes de la sierra, dice Marco Antonio Hernández Mireles, quien al igual que Miguel Ángel ya tenía una vocación de servicio. El primero ,bombero y el otro, paramédico.

El paramédico tenía tan sólo cuatro meses como voluntario en la Cruz Roja, mientras estudiaba en el Instituto Tecnológico de Saltillo y era el quinto de ocho hermanos, cuatro mujeres y cuatro hombres.

La última vez que lo vieron sus hermanos él pidió dos platos de comida: “Entre las ocho y ocho y media cenó con mi hermana. Como cosa rara pidió dos platos de comida, cuando él siempre se cuidaba mucho en su alimentación, pues era delgado”, recuerda Juan.

Por la noche de ese día los cuerpos de emergencia tuvieron mucho trabajo, la Cruz Roja apenas tenía 12 personas activas mientras que en los Bomberos había 21.

“De acuerdo con ese tiempo era lo que se tenía para atender la emergencia. No era suficiente para la magnitud, considerando la tecnología de hoy para una contingencia de ese tipo”, reflexiona Humberto Salas, coordinador de paramédicos en la Cruz Roja.

Los reportes no se hicieron esperar en la institución. El turno de Miguel Ángel comenzó esa noche que sería la última, pues la mañana siguiente les hablaron para un accidente automovilístico en San Rafael, Nuevo León.

EL ACCIDENTE

“Se recibió una llamada de auxilio de un accidente a la altura del poblado San Rafael. Llegaron con un matrimonio, la esposa estaba embarazada”, relata Humberto Salas, quien añade que fue necesario trasladar a la mujer a Saltillo.

En el trayecto al llegar al paraje conocido como Los Chorros, el Puente V, el agua rebasó la carretera, por lo que al igual que el resto de los vehículos la ambulancia se detiene, de acuerdo con testimonios de los sobrevivientes de la trágica escena que marcaría el huracán Gilberto.

“Cuando ya bajan en la curva fue cuando se le sumió la carretera y ahí mi hermano y la señora se salen porque se abren las puertas de atrás… De milagro los otros se salvaron porque traileros los sacaron con unas cuerdas”, cita Juan.

Él vio que la carretera se sumió casi dos metros: “La ambulancia no se la llevó porque Dios no quiso… La ambulancia ahí quedó y mi hermano y la señora cayeron al voladero”, continúa.

Sobrevivieron el esposo de la señora y los paramédicos Onésimo Ortiz y Martín Sánchez, expone Humberto Salas.

En aquella ocasión al levantar la ambulancia, recuerda Juan, encontraron una bolsita que contenía la credencial del ITS y apuntes de primeros auxilios que Miguel Ángel siempre llevaba consigo.

DÍAS DE DESESPERACIÓN

“Nos dimos cuenta hasta el sábado, como a las tres de la tarde. Nos avisaron en Cruz Roja que habían tenido un accidente, sólo nos dijeron que estaban desaparecidos, pero con las noticias del radio nos empezamos a alarmar”, asegura Juan.

Recuerda que él y otro de sus ocho hermanos, al ver que en la Cruz Roja no daban una respuesta concreta, acudieron al Hospital Universitario justo cuando llegó el cuerpo de un joven.

“Tenía la misma complexión que mi hermano, pero resultó que era un boy scout que la corriente se había llevado allá por las caballerizas de la Narro”.

Presas de la angustia, los dos hermanos de Miguel Ángel recorrieron el lugar del accidente y al ver la profundidad del deslave en la carretera, y la ambulancia entre escombros y arbustos ambos enfrentaron la difícil realidad.

“Y cuando llegamos ahí me dijo mi hermano: ‘¿Sabes qué? ¡Está muerto! ¡Está muerto!’. ‘Tienes razón’, le contesté”, menciona Juan y guarda silencio para revivir aquella imagen.

Por segundos su voz se quiebra pero recupera su entereza, la misma con la que

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