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‘Irma’ se llevó ‘al infierno’ los cayos de Florida

Por AFP

Publicado el jueves, 14 de septiembre del 2017 a las 13:13


Su único plan por ahora es esperar que se restablezca la electricidad y el agua para poder empezar a reconstruir su vida

Estados Unidos.- Irma se llevó “al infierno” la casa de Daniel Drum en el cayo Cudjoe, el más devastado por este huracán en el sur de Florida. Desde el domingo, vive entre una pila de escombros, sin nada que comer ni beber hasta que el miércoles los socorristas le llevaron pan y agua.

Drum, de 67 años, baja por una escalera en construcción, en calzoncillos y chancletas, desde el segundo piso de lo que era su casa.

El primer piso es un montón de escombros rodeado de pilares. Las paredes desaparecieron. La ventana yace en medio de lo que antes era la sala de estar. Casi todas las casas de Cudjoe Key están derribadas como la suya.

Por alguna razón, Drum intenta recordar su dirección y no puede. “Estoy tan confundido”, dice.

“Todo esto se fue al infierno. Tenía dos bolsas llenas de ropa limpia aquí y se fueron volando. Y mis pantalones, mi teléfono, mi billetera, todo se fue. Igual que todo lo demás en lo que puedo pensar”, lamenta.

Desde el azote de Irma en la madrugada del domingo con fuerza de huracán de categoría 4 (de un máximo de 5), Drum camina entre los escombros, tratando de darle sentido a algo, reconocer algún objeto mojado y maloliente como suyo.

“Fue brutal. Uno se pregunta si va a sobrevivir o no”, comenta.

Su único plan por ahora es esperar que las autoridades restablezcan la electricidad y el agua para poder empezar a reconstruir su vida. “Todavía estoy tratando de entender qué es lo que me queda”, dice.

Los Cayos de Florida son un archipiélago de islas coralinas que se extienden a lo largo de 180 kilómetros desde el sur del estado y están conectadas por 42 puentes sobre el mar.

El último, Key West o Cayo Hueso, es un destino playero de ricos y famosos célebre porque alberga la casa de Ernest Hemingway, que se salvó del huracán.

Treinta kilómetros antes de Key West está el cayo Cudjoe, la comunidad que recibió el impacto más directo de Irma.

Algunas casas están literalmente dadas la vuelta y las estaciones de gasolina colapsaron hasta el suelo.

El aire huele a mar fétido. En algunas zonas la destrucción es masiva, en otras Irma parece haberse compadecido.

El huracán dejó 20 muertos en Florida, ocho de ellos en el condado de Monroe, que contiene los cayos. Allí, el 85% de los hogares quedaron destruidos y 40 personas resultaron heridas, según las autoridades.

Frenética recuperación

En la isla de Marathon, a mitad de camino entre tierra firme y Key West, se instaló el Centro de Operaciones de Emergencias, donde miles de funcionarios de agencias locales, estatales y federales trabajan frenéticamente para devolver la vida a los cayos.

Aviones del Cjército y helicópteros Chinook sobrevuelan el área. En la carretera, van y vienen convoyes de vehículos militares Humvee, topadoras, aplanadoras, policías, bomberos, ambulancias y camiones con suministros.

Los periodistas y los voluntarios son los únicos civiles que tienen acceso a los cayos al sur de Islamorada.

Ahora “la prioridad es devolverle la energía y el agua a estos residentes, porque queremos asegurarnos de que los que estaban aquí y los que quieren regresar puedan volver a ponerse en pie”, dice a la AFP Jeremy Hurd, portavoz del Equipo de Gestión de Peligros e Incidentes del condado de Palm Beach, que colabora en los esfuerzos de rescate.

Más al sur, en Key West, los socorristas distribuían cuatro cajas de comida por persona, cada una con suficientes alimentos para un día.

Julia Corrales, un ama de casa de 57 años, hace la fila de unas 100 personas -que se mantiene constante, en ese tamaño- cuando cuenta a la AFP que ella en realidad vive en el norte de Florida, pero “bajó” a Key West aún sabiendo que ahí golpearía el ojo del huracán, para acompañar a su hijo que se negaba a evacuar.

“Y al estar aquí él, yo no podía dejarlo solo. Si le pasaba algo, que nos pasara a los dos. Tiene 41 años pero es mi niño. Con el favor de Dios, no nos pasó nada”, agradece.

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