Espectáculos
Por Agencias
Publicado el jueves, 21 de diciembre del 2017 a las 10:05
Ciudad de México.- Con una vida marcada por el apellido y por el activismo político, Jane Fonda llega a hoy a los 80 años, espectacular, con una inagotable energía, un sinfín de proyectos y con muy pocas ganas de jubilación. Actualmente la vemos en la serie de Netflix Grace and Frankie.
“Siento que apenas estoy comenzando”, aseguró la actriz en septiembre al recoger el León de Oro de honor de la Mostra de Venecia por ser “una de las mayores protagonistas de la escena cinematográfica internacional” y por su “incesante capacidad de reinventarse”.
Algo que queda claro con la biografía de esta actriz ganadora de dos Oscar, hija del gran Henry Fonda, activista por los derechos civiles y dura opositora a la Guerra de Vietnam, feminista convencida y hasta instructora de aerobics en unos exitosos videos en los años 80.
Y pese a su incesante actividad, aún ha tenido tiempo para casarse tres veces, tener tres hijos (uno adoptado), superar un cáncer de pecho, escribir una autobiografía con superventas (My Life So Far) y construirse una imagen de seguridad que durante años poco tuvo que ver con la realidad.
La fama y el carácter estricto de su padre no facilitaron una infancia que además estuvo marcada por el suicidio de su madre, Frances Seymour Brokaw, cuando tenía solo 12 años.
NACE UNA ESTRELLA
Nacida el 21 de diciembre de 1937 en Nueva York, Jane y su hermano Peter crecieron torturados por la muerte de su madre y por la escasa relación con un padre emocionalmente frío y exigente, como se encargó de contar la actriz en su autobiografía.
Las carencias afectivas de su niñez le llevaron a querer agradar a los demás y cayó en la bulimia, un problema que tardaría mucho en superar, hasta pasados los 40 años.
Ni siquiera su éxito como actriz la ayudó a tener una seguridad que sí irradió desde el comienzo de su carrera, primero en el teatro y a partir de 1960 en el cine.
Con títulos como Sunday in New York (1963), Cat Ballou (1965) o The Chase (1966) se fue haciendo un nombre en la industria.
Serían la comedia romántica Barefoot in the Park (1967) y la historia fantástica Barbarella (1968), dirigida por su primer marido, el francés Roger Vadim, las que hicieron de ella una estrella.
Con They Shoot Horses, Don’t They? (1969) llegó su primera nominación al Oscar y con Klute (1971) su primera estatuilla, además de la confirmación de que era más que la hija de Henry Fonda.
Tras separarse de Vadim, se volvió a casar con el político Tom Hayden, y se volcó en un activismo que ya le había llevado a manifestarse contra la guerra de Vietnam, a apoyar públicamente a los Panteras Negras, a defender los derechos civiles o implicarse en el movimiento feminista.
Incluso posó para fotografías con casco y junto a una pieza de artillería antiaérea, de lo que años después se arrepentiría y que hizo que para los conservadores fuera a partir de entonces Hanoi Jane.
El matrimonio con Hayden duraría hasta 1990, y en ese período Fonda ganó su segundo Oscar, por su papel en Coming Home (1978).
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