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La Legión, ¿herida?

Por El Universal

Publicado el domingo, 8 de enero del 2012 a las 16:05


La congregación tiene 49 nuevos sacerdotes que esperan purificar la Legión de los males de Maciel

Roma.- Ya pasaron más de tres horas desde que empezó la misa de ordenación de los 50 nuevos sacerdotes (49 de los Legionarios de Cristo y uno de los padres Somascos) y adentro de la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, hay una gran fiesta. Pasan de las 13 horas y cientos de familiares que vienen de distintas partes del mundo corren emocionados para buscar a los muchachos que acaban de consagrar su vida a la congregación religiosa que no logra sacudirse el recuerdo de los pecados de su fundador, el padre Marcial Maciel Degollado.

Los abrazan, lloran, ríen. Están emocionados porque sus seres queridos alcanzaron un sueño: graduarse como sacerdotes. Ellos, los familiares, acaban de recibir la comunión de manos de los nuevos curas. Padres, madres, hermanos, tíos, primos y amigos han sido testigos de las promesas que hicieron ante los hombres y ante Dios. Han visto la unción de las manos con el santo crisma y creen, en su fe católica, que hay un nuevo Cristo entre ellos, y que sus manos están benditas.

Quieren recibir su bendición y besar sus manos. Lejos quedaron los sufrimientos de saberlos en otro país, en otras tierras. Muy lejos quedaron las dudas de lo que vivieron cuando los medios de todo el mundo reportaban que el jerarca de La Legión había abusado sexualmente de niños y adolescentes. Pasaron años y, por fin, llegó este gran día. Todos se ven felices.

Ahí están Gabriel Abascal, Juan Pablo Aviña, Andrés y Juan Pablo Botero, José de Jesús Bustos, Luis Eduardo Camarena, Julio César Chaparro, Steven Costello, Orivaldo Dalla Vecchia, Javier de Anda y otros 40 nuevos sacerdotes.

Los 50, todavía vestidos sencillamente de blanco, dicen “presente” cuando en la ceremonia de ordenación les pasan lista para comenzar el ritual que durará poco más de tres horas.

Es lunes 12 de diciembre de 2011, día de la Virgen de Guadalupe y, para muchos, quizá el día más importante de sus vidas. Sólo ellos saben cuántas inseguridades tuvieron que combatir, cuántas disyuntivas tuvieron que enfrentar y cuánto tuvieron que reflexionar para poderse entregar en cuerpo y alma al sacerdocio dentro de la congregación que en los últimos años ha enfrentado graves escándalos a causa de Marcial Maciel, hoy repudiado por el Vaticano.

La primera homilía de los muchachos

Ellos son los elegidos, los que con todo y todo lograron terminar su carrera de sacerdotes, porque en su generación eran mucho más, casi 200 los que empezaron juntos, pero al final sólo 49 fueron los que se ordenaron como curas.

Los neosacerdotes legionarios provienen de siete países: 20 son de México, 15 de Estados Unidos, cinco de Brasil, cinco de Colombia, dos de Italia, uno de España y uno más de Hungría.

El martes 13, un día después de su ordenación, ya está organizado el maratón de misas. Desde las ocho de la mañana están programadas las 49 cantamisas de los 49 nuevos sacerdotes. Y aunque es una ceremonia pública, estas misas son en realidad un momento muy íntimo para ellos y para sus familias, que parecen ver en estos instantes la coronación de muchos sacrificios.

A unos, como el joven padre Lorenzo Gómez, originario de San José de Gracia, Michoacán, la emoción se le duplica porque este mismo día (13 de diciembre) sus padres, ahí presentes, cumplen 36 años de casados. La lectura del Evangelio según San Juan, hablará de las Bodas de Caná.

De sus 30 años, 18 los ha pasado con los legionarios. Su madre, doña Silvia, reconoce que al principio no quería que su hijo fuera al seminario. “¿Cómo? Si de mis cuatro hijos es el único hombre, además siempre fue juguetón, le gustaba irse al rancho con su papá, perseguir a las gallinas, las vacas, desde niño fue muy responsable. Despegarse fue muy duro”, dice.

Lorenzo, que a la menor provocación muestra su gran sonrisa, es promotor vocacional en Jalisco y Colima. Su labor es la de invitar a niños a acercarse al seminario. El sacerdote asegura que no le afectó tanto el tema Maciel, pero reconoce que los abusos sexuales del jerarca fallecido en 2008 aún causan desconfianza en algunas familias de los niños que visitan.

El nuevo cura opina que esta experiencia servirá para tener una Legión más purificada. “Es un proceso que hay que vivir con tranquilidad, hay que ver el resultado de esta Legión… Así lo ve Dios y seguramente seremos una generación de esperanza, al menos es nuestra intención”, dice.

Luego de su misa, sigue la del padre Salvador Nuño. La Basílica de Guadalupe de Vía Aurelia por momentos parece más chica de lo que es por la gran cantidad de familiares y amigos que acudieron. Salvador, originario de Zapotlanejo, justo donde comienzan los “Altos de Jalisco”, es de esas personas francotas y directas. Le pido una entrevista y no se hace del rogar.

Salvador es promotor vocacional en Monterrey y Saltillo y desde los 11 años entró al seminario. Dice que lo de Maciel lo vivió como una sorpresa y que poco a poco se iban enterando de las noticias. Reconoce que así como para él, para su familia también fueron momentos de confusión, pero el verlo a él firme con seguir en la Legión a todos los demás les dio confianza.

“Yo me he sentido con mucha paz, tenemos que sacar más fuerzas para salvar la obra de Dios. Claro, duele ver que se vayan compañeros con tanta experiencia, pero esto también ha sido un detonador para agarrar más fe”, señala Salvador, quien no deja de ser abordado por sus conocidos. Él ha trabajado en Roma.

‘Nos sentíamos demasiado perfectos’

Al lado de la Basílica de Guadalupe está la Casa Generalicia y, dentro, la capilla donde también desde temprano se realizan otras misas de los nuevos padres.

Gabriel Abascal espera su turno. Prefiere hablar antes de su homilía y lo hace junto a su familia, que desde un principio se ha mostrado desconfiada de las entrevistas. Tiene mucha ilusión, pues aunque la figura del sacerdote no está de moda, se siente confiado en su elección. En su homilía confesará las innumerables dudas que tuvo antes de llegar a este momento.

Su futuro como cura lo desarrollará en las ciudades de Monterrey, Durango y Torreón, donde actualmente “está infestado de Zetas”, dice, y aunque debe viajar por carretera, asegura que no tentará el peligro, que ya sabe que hay que viajar sólo de día y nunca solo.

Gabriel, sobrino de Carlos Abascal, ex secretario de Gobernación fallecido en 2008, cuenta que trató con Maciel y siempre recibió buenos ejemplos. “Ese fue el shock, por la doble vida que vivía. No podemos tapar el sol con un dedo y definitivamente el fundador no debe ser un modelo de vida ni para nosotros ni para nadie”.

Señala, como otros compañeros, que la Legión está en un periodo de autoanálisis. “El golpe ayudó porque nos sentíamos demasiado perfectos y ahora nos encontramos revisando nuestro estilo de vivir, nuestras reglas. Ahora salimos con otros horizontes de vida, más renovados”.

Gabriel dice que hay muchos comentarios que le lastiman, que le duele que se refieran a ellos como “la cúpula”; él considera que la congregación es una familia, un grupo de amigos que, aunque muchos ya no estén dentro, no por ello dejan de ser legionarios.

A su homilía han llegado dos de sus amigos, ahora ex legionarios. “Yo me salí porque Dios no me llamaba, pero el sentido de mi vida lo he encontrado en la Legión”, asegura Miguel Ángel Carranco.

Abascal cuenta que en los últimos años ha escuchado todo tipo de comentarios, que unos le duelen mucho más que otros. “Hubo una vez que llegué al hospital por motivos familiares y uno de los médicos, cuando me preguntó a qué orden pertenecía y le respondí que a Los Legionarios de Cristo… su comentario fue: ‘¿Todavía existen?’. Me dolió muchísimo”.

Silencio para hallar el camino

Antes de convertirse en sacerdotes, todos estos hombres vivieron una semana de silencio, pues como decía San Ignacio: “También al espíritu hay que ejercitarlo y para ello nada mejor que la oración, para que todas las decisiones sean ante Dios y no obligados por los recuerdos”.

Oficialmente desde que estalló el escándalo de la doble vida de Marcial Maciel, 42 sacerdotes y 151 seminaristas han abandonado la orden; sin embargo, algunos dicen que las cifras son mayores. Hablan hasta de 200 seminaristas y entre 50 y 60 sacerdotes.

“La realidad sólo Dios la sabe”, señala el padre Andreas Schöggl, responsable de comunicación de Los Legionarios de Cristo en Roma: “Porque en el camino hacia el sacerdocio hay muchachos que no sienten el llamado para seguir y eso no quiere decir que el culpable haya sido una persona (Maciel), quizá para algunos influyó y eso (los escándalos) también, pero no es determinante, porque cuando supimos, las dudas las tuvimos todos”, asegura.

Schöggl, sueco de origen y sacerdote desde 2003, no duda en mostrar más cifras. Las da a conocer porque él, sabiendo el camino que hay que enfrentar normalmente para convertirse en cura, cada generación de sacerdotes es casi un milagro, y más con los antecedentes del fundador.

El lunes se ordenaron 49, pero en el 2010 fueron 62. En el 2009, 60; en el 2008, 53, y en el 2007, 48. Por eso se les llama “elegidos” a los que han sido llamados por Dios para ser sacerdotes, porque según explica Schöggl, en cada generación entran entre 150 y 200 jóvenes. A las generaciones que se han graduado desde el 2007 les tocó vivir lo más álgido del escándalo provocado por los pecados del padre Marcial Maciel.

El mismo cardenal Velasio De Paolis, delegado pontificio para la Congregación de los Legionarios de Cristo, y quien ofició la misa de ordenación del lunes 12 de diciembre, no tuvo empacho en recordar rápidamente en plena homilía los malos momentos que La Legión ha vivido en los últimos años.

“Sabemos particularmente que los Legionarios de Cristo están en este momento atravesando dificultades, están empeñados en un camino de obediencia a la Iglesia, un camino de renovación, de redescubrimiento siempre más profundo de su misión, de su colocación al interior de la Iglesia. Un camino, a veces cansado pero que se está cumpliendo generosamente según las directivas de la Iglesia”, dijo De Paolis durante la misa de ordenación de los nuevos curas.

El estigma

Ellos, los nuevos sacerdotes, preferirían no hablar ya de él, menos en un momento de tanta dicha para ellos y sus familias. Pero aceptan hablar con EL UNIVERSAL. “Tampoco vamos a tapar el sol con un dedo”, dicen algunos. “La legión saldrá purificada”, aseguran otros.

Muchos siguen siendo de la idea de que “la ropa sucia se lava en casa”. Casi todos opinan que del tema de Marcial Maciel se ha hecho mucho escarnio y que se ha tratado con mucho amarillismo.

Hay también quien todavía duda de que “todo” lo que dicen sea verdad. Como si los hijos que engendró Maciel siendo sacerdote no existieran. Como si no hubiera abusado de niños y jovencitos de su seminario. Como si las personas a las que engañó fueran parte de una historia que vino a enturbiar su vida feliz.

Y si ellos, en un momento se sienten incómodos al hablar de Maciel, a sus familias mejor no tocarles el tema. “Los periodistas sólo escriben cosas malas y véalos, aquí ellos están felices y nosotros también porque sabemos que ellos están bien”.

Algunos prefieren no hablar y evaden cualquier conversación por el simple hecho de saber que están frente a una reportera. Los que hablan, de inmediato se ponen a la defensiva cuando sienten llegar la pregunta. No quieren que nadie enturbie este momento tan importante para sus hijos o hermanos. “Ellos son felices y eso es lo que importa, lo demás se lo dejamos a Dios”. “Nosotros no somos nadie para juzgar”.

La mayoría de los nuevos legionarios tienen entre 30 y 32 años (sólo dos ya cumplieron los 36), lo cual quiere decir que entraron al seminario entre los 11 y los 13 años. Llevan más de la mitad de su vida dentro de La Legión. Pasaron su adolescencia y juventud temprana escuchando que Marcial Maciel era un modelo a seguir y, aunque supieron de las acusaciones contra el fundador de la congregación, la mayor parte del tiempo escucharon cómo sus maestros del seminario defendían vida y obra del hombre que abusó sexualmente de niños y jovencitos.

Al ver, tratar y escuchar a estos muchachos no puede sino venir la idea de que parecen más jóvenes de lo que son. Transpiran bondad e ingenuidad. La mayoría proviene de familias sólidas, muy religiosas y sin necesidades económicas importantes. Ni todos son juniors ni todos provienen de familias superadineradas, pero se les nota la cruz de su parroquia.

El aquel tiempo…

Cuando la gran mayoría de ellos nació (entre 1979 y 1981), la imagen de Marcial Maciel era buena, aunque ya desde 1978 el exlegionario José Barba, siendo adulto, había escrito una carta en la que contaba que Marcial Maciel había abusado sexualmente de él y de otros 20 compañeros, cuando aún eran menores de edad. Eran otros tiempos, cuando pocos medios difundían noticias críticas sobre la Iglesia.

Cuando ellos nacieron, Marcial Maciel era muy allegado al Papa Juan Pablo II, tanto que acompañó al pontífice en su primer viaje a México, en 1979.

En la década de los años 90, cuando muchos de ellos ingresaron al seminario, Maciel ya se había consolidado como uno de los religiosos más cercanos al Pontifice. Viajaba en el avión papal.

Sin embargo, a ellos les tocó convivir con un Maciel viejo y enfermo, por lo que su trato, en la mayoría de los casos, fue limitado. O eso dicen los muchachos.

Algunos cuentan que la convivencia y el contacto con el fundador no fue mucha, además de que no todos estuvieron en el mismo lugar al mismo tiempo. Quizá quien estaba en Roma pudo haber tenido un poco de más contacto con él, al menos verlo un poco más, pero aseguran que tampoco era tanto.

Fue hasta el otoño de 2008 cuando, al interior de la congregación, se comenzó a hablar con cada uno de los estudiantes de lo que afuera ya era un escándalo inocultable. La información de sus superiores la comenzaron a recibir meses después de que muriera el fundador (30 de enero del 2008) y más de tres años después de que dejara la dirección de la Legión (20 de enero de 2005).

La Congregación para la Doctrina de la Fe, un organismo eclesiástico encargado de tutelar la moral en el mundo católico, ordenó en mayo de 2006 que Maciel debía separarse del ejercicio sacerdotal y retirarse a reflexionar sobre sus pecados. Los muchachos estaban entonces en el seminario, pero aún no les decían que el Vaticano ya sabía que lo que se publicaba en los medios era verdad.

Andreas Schöggl asegura que la información comenzó de manera personal e interna (de acuerdo a la edad y generación de cada seminarista). “Pero era evidente que al informar a cientos de personas un día la noticia iba a saltar a la prensa, como ocurrió a finales de enero de 2009. Se habló con claridad, pero sin amarillismo. Al mismo tiempo la comunicación y la recepción no fueron uniformes y de alcance total desde el inicio, porque había un alto grado de emotividad, diferencias culturales…. En algunos casos se trató de respetar la privacidad de las personas implicadas (la identidad de la hija del fundador y de su madre; identidad de las dos personas que se presentaron como hijos) hasta que la prensa reveló estos datos”, narra el responsable de la comunicación de los legionarios en Roma.

Y aunque para algunos de los neosacerdotes la convivencia no fuera tanta, ellos reconocen que lo veían como un padre, como el maestro que los guiaba en su camino hacia Dios. Le guardaban respeto, lo admiraban por la obra que había comenzado (institutos, escuelas, centros).

Quizá por eso, cuando se les pregunta su opinión sobre Maciel, ninguno puede ser indiferente. Algunos muestran dolor. Otros marcaron distancia desde hace tiempo. Unos más optaron por separarse de La Legión.

Que ellos no entregaron su vida a Maciel, sino a Dios. Que Maciel es parte de la historia. Que La Legión es mucho más que su fundador. Llama la atención de que en el libro Dios lo da todo absolutamente nadie le dedica una sola palabra. Como si Maciel no hubiera existido, como si no quisieran dejar rastro de que pasó por ahí.

‘Estamos en una legión herida’

El lunes 12 por la tarde, pocas horas después de la ordenación, hay oportunidad de platicar con algunos de los nuevos sacerdotes. Muchos han salido con las familias, otros se regresan a la Casa Generalicia o al Centro de Estudios Superiores donde se han preparado estos últimos días, donde algunos de ellos todavía viven.

Hay una emoción auténtica, aunque con los extraños tratan de contenerse. Usan el mismo hábito (negro con cinta negra de lino), los mismos zapatos negros, usan todos el pelo cortito y se peinan todos igual (de raya de lado, de izquierda a derecha). Unos son más tímidos, otros más extrovertidos.

El padre José de Jesús Bustos se considera tímido. Llega a la cita corriendo, dice que es su primera entrevista, que no sabe de qué se trata, pero que aquí está.

—¿Qué se siente ser sacerdote? —le pregunto.

—Se siente uno igual pero hay algo que cambia aunque el temperamento es el mismo. A nivel emocional uno tiene muy presente que uno ya no se pertenece.

Cuenta cuando a los 14 años entró a La Legión, más por buscar diversión que por una verdadera vocación. “Como yo iba un año adelantado en la escuela y ya había acabado la secundaria, decidí hacer esta experiencia porque me decían que se hacía mucho deporte, que se aprendían idiomas y pues a qué niño no le interesa eso. Además, algunos de mis primos ya estaban y me llamaba la atención”.

A Jesús le tocó ayudar a preparar la sala de juntas donde se reunían los superiores con el cardenal De Paolis, y a veces hasta con el cardenal Angelo Sodano (decano del Colegio Cardenalicio). Dice que las reuniones no siempre fueron difíciles, pero a veces sí. Cuenta que hubo ocasiones en que se daba cuenta de la tensión que había porque nadie tocaba los bocadillos que a él le tocaba llevar, pero dice que otras veces se escuchaban las risas entre los participantes.

También cuenta que los escándalos no le afectaron tanto como a otros de sus compañeros, “porque quien me llamó fue Dios, no el padre Maciel. Yo no me encontré jamás en la disyuntiva de dejar mi vocación. Sé que a otros sí les movió el tapete. Lo que me da un poco de coraje es escuchar que todos los superiores sabían, porque no es cierto. Para mí fue como si de repente La Legión hubiera estado enferma, y no quise dejarla. Yo considero que La Legión está herida pero con la ayuda de Dios saldrá adelante”, dice el nuevo cura.

Cuando se le pregunta si duele que sean juzgados al parejo, se le humedecen los ojos, calla por un momento. “Juzgar a toda la familia es feo porque La Legión no es un edificio o una casa, somos personas”, dice.

A este padre le toca coordinar los trabajos de otros legionarios y hermanas consagradas en las escuelas de Venezuela. Bromea cuando dice que Hugo Chávez les pone muchas trabas, pero que ellos siguen trabajando. Defiende la labor que hacen, dice que no son elitistas, pues también ayudan a muchos niños de escasos recursos.

Los renglones torcidos de Dios

“Yo no me siento engañado porque todo lo que vivimos fue de buena fe”, asegura el padre Patricio Suárez, ordenado sacerdote el año pasado. Su abuelo, dice, era doctor y médico de cabecera de Maciel, y él nunca vio ni escuchó de nada anómalo.

Él es de los que creen que “la ropa sucia se lava en casa” porque se trata de una familia. Así ve a Los Legionarios de Cristo, y es verdad, al menos la suya, si se toma en cuenta que de sus 31 años, 19 los ha vivido con ellos.

Durante la misa de ordenación, el padre Suárez se la pasó atendiendo y platicando con los familiares de los neosacerdotes. Es de risa fácil, bromea con quien se deje, pero al momento de preguntar por el caso Maciel, se pone serio. Asegura que las denuncias no prueban nada, son sólo eso, denuncias.

“Lo que vivimos fue de buena fe y sí, supimos de cosas que contradecían su vida, pero perdonar es lo más cristiano que hay y hasta en el mal y en el pecado hay algo de misterioso”.

Cuenta que cuando todos los escándalos comenzaron a surgir, se reaccionó como en cualquier familia. “Se revisa, se habla, se cambia y se enfrenta…. Lo que hicimos fue intentar unirnos”, expresa.

Cuando se le pregunta si después de los escándalos algo cambió y cómo, su sonrisa apenas recuperada, desaparece. Calla porque los ojos ya los tiene llenos de lágrimas. “El rechazo social es un golpe muy duro, la gente que nos conoce en su momento nos dio mucho apoyo, pero ha sido muy injusto que por una persona se califique a todos, porque nuestra labor es la de ayudar y es como si a un médico que lo que quiere es curar un día se lo impiden, pues duele muchísimo”, dice.

El padre Patricio se queda pensativo. “En el fondo no nos consagramos a una persona, por eso ver a cada uno de los que seguimos aquí es un milagro. Podemos distinguir entre la vida personal de alguien y la obra de Dios”.

Él, quien al principio se mostraba desconfiado de los hechos denunciados, termina diciendo: “Dios escribe recto en renglones torcidos, y gracias a lo que pasó, hoy la Iglesia nos tiene revisando todo y cuando digo todo es todo: normas, constituciones, economía… todo, todo, todo”.

Cada quién con su proceso

Desde que se comenzó a hablar internamente de los escándalos de su fundador, Los Legionarios de Cristo comenzaron a estudiar también las etapas del duelo, porque en el fondo eso es lo que han experimentado. Han pasado de la negación, de dudar que todo lo que han escuchado o leído no es cierto. Luego han pasado a la etapa de la ira, a cuestionarse el por qué de lo que se iban enterando, a reaccionar con enojo.

También han pasado por la etapa de la negociación, es decir, tratar de ver a estos escándalos desde perspectivas distintas y encontrar algo positivo en toda esta marea de situaciones. Luego, hay quienes lo viven con depresión y quizá fueron ellos quienes decidieron ya no seguir. Al final para otros ha llegado la aceptación.

“Por lo que yo he podido observar, estas etapas realmente se dan, pero naturalmente no es algo matemático, con duración fija y límites claros. Mucho también depende de la constitución interior de cada persona, puede haber varios ciclos consecutivos… Pero en general, después de casi tres años de haber conocido los hechos relacionados con el fundador la gran mayoría de los legionarios ha superado e integrado este momento”, comenta Andreas Schöggl, quien asegura que han aprendido a vivir con una cicatriz.

La renovación al interior de La Legión continúa. Con la ordenación de estos 49 sacerdotes, este año los Legionarios de Cristo superarán los 900 religiosos en activo. Actualmente hay mil 129 candidatos a iniciar la carrera eclesiástica. Contra muchos pronósticos, aún existen. Los escándalos no los acabaron y, por lo que se ve, seguirán su trabajo, aunque heridos.

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