Saltillo, Coah.- Con más de 50 años de carrera, Gerardo González fue un excelente pianista que interpretó a los grandes de la música. Referente del norte de México y acreedor a una Diosa de Plata por su carrera pianística, el maestro falleció el lunes a los 74 años.

Amigos, colegas y alumnos recuerdan la labor de quien fuera maestro de las Escuelas Superiores de Música de las universidades autónomas de Coahuila y Nuevo León.

MÚSICA Y SUPERACIÓN

Para Eliézer Jáuregui, pianista y ex director de la Escuela Superior de Música de la UAdeC, el maestro Gerardo González fue quien le enseñó a utilizar la música para sobreponerse a las malas situaciones y enfrentarse al mundo apoyado en ella. Además le dio los conocimientos necesarios para salir del país armado para triunfar.

“Mi experiencia como alumno con él fue muy especial. Fue uno de los grandes maestros que tuve en mi formación como pianista y como músico. Me enseñó acerca del estudio de las partituras, de la relación que debe de tener el intérprete con el autor que está tocando.

“Con el estudié durante seis años en la Escuela Superior de Música. Me ayudaba mucho en todas las cuestiones de la interpretación. Él tenía esa claridad para explicar todo de una manera sencilla”, recuerda el también organista.

Jáuregui señala que González fue una persona muy disciplinada y que exigía mucho de parte del alumno, pues decía que la música es un compromiso.

“Nuestra relación se fue extendiendo mucho más allá de las aulas, hasta el campo de la amistad, solía preguntarme sobre mi estado de animo. Decía siempre que las cuestiones dolorosas son necesarias para el humano porque ayudan a madurar al artista que uno lleva dentro; que uno necesitaba estas experiencias para utilizarlas en el arte y potenciarlo para superarlo.

“Las enseñanzas más grandes que me dejó fueron la honestidad ante la partitura, el respeto que debes de tener como músico ante una obra musical, la confianza en uno mismo. ‘Tienes que ser honesto y humilde ante el arte’, me decía”, rememora con cariño.

MÚSICA UNIVERSAL

Martín Madrigal fue alumno de Gerardo González. Y aunque el torreonense es guitarrista, eso no fue impedimento, pues la música no es cuestión de un instrumento, sino que es universal.

“Yo llegué a la Escuela Superior de Música de Monterrey en 1979 para estudiar la carrera de Concertismo en Guitarra. El maestro Gerardo fue el fundador de la Escuela de Música y Danza de Monterrey, ahí fue donde yo lo conocí.

“Posteriormente se dio una relación muy cercana, porque el maestro Gerardo me mostró los conceptos musicales y todos los tips que necesita un concertista para estar sobre el escenario. Se ha perdido a un gran pianista y sobre todo un gran artista”, consideró el director del Festival Internacional de Guitarra del Noreste.

Madrigal señala que son muchos los alumnos del pianista que se convirtieron en grandes concertistas dentro y fuera del país.

“Para nosotros los coahuilenses y la gente de Nuevo León fue un gusto y un honor tener a alguien de esa talla. También fue un extraordinario amigo. Yo siempre lo vi con gran respeto por todos esos consejos que nos brindó para que uno fuese profesional de cualquier instrumento. Su calidad humana se ve muy pocas veces, porque se entregaba sin ningún tipo de problema.

“La gran enseñanza que me dejó fue la musicalidad, la libertad que necesita el artista en el escenario, él nos mostró su soltura y su dominio y eso es algo que se ve muy pocas veces. Mi recuerdo más personal con él es que la primera vez que yo toqué con orquesta tenía 19 años y fue él quien me apoyó en todo lo que tenía que saber para enfrentarme a la orquesta y al público”, concluye el guitarrista.

MAESTRO Y AMIGO

Alejandro Reyes-Valdés tuvo en González un maestro, pero también una relación tan cercana que lo llevó a hacerlo parte de su familia. Para el pianista saltillense esta relación se movió entre la música, el aprendizaje y la amistad.

“Tuve la fortuna de ser su alumno desde los 16 años hasta el fin de mi carrera. No solamente te entregaba su conocimiento musical, sino que entablaba una amistad. Nosotros nos decimos sus hijos, y él así nos reconocía, porque era de una gran generosidad. Después de entablar la relación de maestro-alumno nos volvimos inseparables en la cuestión musical, hasta el punto en que se volvió mi padrino de bodas”, apunta el fundador del Taller de Ópera Armando Fuentes Aguirre.

“Las experiencias con el maestro Gerardo fueron definitivas, porque gracias a él yo me veía impulsado a crecer, a concursar y fue por él que toqué primera vez en una orquesta. Cada experiencia musical con él era trascendente. Era electrizante tener contacto con él, porque tuve la oportunidad de tocar a dos pianos con él, no solo una vez, sino, muchas veces. Era siempre entrañable.

El pianista refiere que González dejó a sus alumnos el cariño por la música y la conciencia de que hay que enfrentarla “con respeto, pero sin temor”.

AMOR POR EL PIANO

El piano era el instrumento de Gerardo González y también el de Joel García Almaguer, alumno a quien le mostró que uno debe de ser dedicado siempre con las cosas que se aman, para que esas cosas regresen el amor también.

“El maestro Gerardo fue una figura cuya enseñanza fue más allá de las aulas. Fue un ejemplo como músico, como artista, pero también como persona; ue una figura de guía, más allá de la clase. Como maestro fue muy importante porque formó a sus alumnos de una manera integral y artística”, considera el joven pianista.

García Almaguer recuerda a González como una persona amable, comprensiva y dispuesta a escuchar, además de un artista entregado a la música.

“Recuerdo que una vez me dijo que el piano era el amante perfecto porque si lo atendías te amaba, pero si lo olvidabas, él te olvidaba. Con el piano no había puntos intermedios. El instrumento era totalmente celoso, pero si uno se dedicaba podía sacar todo de él. Siempre nos incitaba a tener una libertad como personas, pero teniendo en claro que el piano era un instrumento que pedía toda nuestra atención.

“Lo que me dejó fue amar la música y dedicarme a ella en todo momento. Esas fueron una gran enseñanza del maestro porque fue músico y fue un artista a cada instante de su vida”, concluye el también columnista de Zócalo

MAESTRO DE VIDA

El pianista Alejandro Sánchez Miyaki, quien durante cuatro años fue alumno de González, considera que éste fue un maestro de vida.

“Él era un maestro de esos pocos que hay, de los que son maestros más allá del aspecto musical, son maestros en aspectos de la vida. Se involucraba con sus alumnos y los apoyaba en todos los aspectos. Era una persona muy amable y atento con las personas. Se hacía querer mucho porque ayudaba a todas las personas que lo rodeaban.

“Como pianista especializado en la ópera fue él quien me transmitió el amor por la música, pero principalmente por la ópera. Siempre es bueno de compartir y aprender con alguien con el talento del maestro Gerardo, esto te da una confianza al salir por saber que lo que aprendiste es de algo de un gran nivel para competir en el medio”, finaliza.