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Lleva a la realidad su descomunal fe en Cristo

Por Rodrigo Flores

Publicado el domingo, 6 de agosto del 2017 a las 09:07


El sueño de Humberto Santiesteban tardó 11 años en cristalizarse; ahora, aguarda a que su devoción sea reconocida a nivel mundi

Saltillo, Coah.- En un cuarto habilitado en la cochera de su casa, Humberto Santiesteban Uvinia alberga una de las esculturas más impresionantes no sólo de la región, sino del mundo. Es su obra máxima hasta el momento, la cual llamó Cristo Gigante.

A dos horas de Saltillo se encuentra la casa de Humberto, en Montemorelos, Nuevo León. Ahí tiene un pequeño museo donde exhibe sus obras y las de sus hijos, en su mayoría relacionadas con el arte sacro.

La imagen de Jesucristo después de su crucifixión, que se encuentra acostada sobre un lienzo simulando el descanso eterno; mide casi 12 metros, pesa 3.5 toneladas y es considerada como la más grande del mundo hecha de madera.

Las dimensiones de la obra han llamado la atención de la feligresía católica a nivel mundial, ha recibido cientos de visitas a poco tiempo de ser exhibida.

Humberto nació en un pueblo llamado El Vergel, ubicado en los límites entre Durango y Chihuahua. Dice que hoy ya no existe, pero sigue regresando a la sierra tarahumara a visitar a algunos familiares.

De niño emigró a Guadalajara, ciudad que no le agradó pues era un sitio muy diferente a su lugar natal: lleno de gente y bullicio, muy contrario a su carácter tímido –que aún conserva– deseaba.

“Allá en la sierra no teníamos luz, televisión, nada, prendíamos velas, y luego llegas a Guadalajara y es un cambio total, es algo a lo que todavía no me acostumbro”, comenta.

Frente a la casa donde vivía a los 10 años había un taller de escultura donde comenzó a trabajar la madera. Debido a su habilidad para esculpir, fue invitado por el propietario a trabajar con él.

Dice que desde niño se le facilitó el dibujo, lo cual le ha ayudado a reflejar en sus obras este don, por lo que aprendió a trabajar la madera en poco tiempo y pensó en independizarse a pesar de su corta edad.

“Nunca me ha gustado que me den órdenes, duré como dos años en el taller, lo que pude aprender con eso tuve, me independicé y hasta la fecha he estado solo. Mis hijos nacieron en Guadalajara y aprendieron desde pañales, como quien dice. Tienen su profesión, pero en vacaciones, los fines de semana, se vienen al taller a trabajar; fue así como hicimos el Cristo Gigante”.

Obra celestial

Durante casi 50 años ha trabajado imágenes religiosas debido a que es lo que más le pide la gente, y hace 14 tuvo la idea de hacer algo diferente, algo que le fue pedido del cielo.

Durante algunos días, al despertar en su cama, el escultor se levantó con la idea de un Cristo yacente, una imagen tan grande como la fe católica.

Ahí comenzó la aventura con la ayuda de sus hijos, la cual demoró 11 años en terminar debido a que pasó momentos difíciles, tanto económicos como de cansancio, donde pensó en abandonar su sueño.

Un gran desafío

La obra fue hecha en partes. Comenzaron con los pies, los cuales están uno sobre el otro, hinchados y perforados por las estacas que fueron colocadas a un costado del cuerpo.

Continuó el trabajo con la parte baja, después el torso, los brazos y al final la cabeza, última pieza, misma que fue la más difícil por los detalles para hacerla lo más real posible.

“Está hecho en bloques, imposible conseguir un árbol de esta magnitud; así lo soñé, acostado, Él ahorita ya está descansando, tiene un semblante de paz, de tranquilidad. En 2015 hicimos una pequeña ceremonia a la que vino gente como inauguración”.

El material es madera de sabino de la región y oyamel conseguida en Michoacán y la Ciudad de México.

A pesar de ser una escultura moderna, los acabados la hacen ver muy antigua debido a la técnica utilizada, que data del siglo 18, cuando era importante escoger bien la madera para su combinación con esmaltes, óleos y una serie de yesos para darle los acabados.

Lo que ha maravillado a los visitantes es cada detalle de la obra, como las lágrimas de cristal en su rostro, los dientes fueron hechos con hueso de res y tiene espinas atravesando su piel.

En las uñas fueron esculpidos los 12 apóstoles que acompañaron a Jesucristo hasta su muerte.

Legado asegurado

Ante el temor de que la obra se pierda o que no se cuente con información de sus creadores, Humberto dejó un orificio en el hombro izquierdo en el que se depositará una cápsula con información técnica del trabajo.

Además, se colocará otra cápsula con tierra sagrada, traída por un cronista local, como recuerdo de las tierras que pisó Jesucristo.

A pesar de ser una de las obras más impresionantes de los últimos años, hasta el momento no ha habido autoridad o empresas interesadas en darle proyección, por lo que esperan que algún día alguien ponga sus ojos en ella para que llegue a más personas a nivel mundial.

Actualmente el riesgo de deterioro es latente, debido a que se encuentra en un cuarto improvisado, con techo de madera, que durante las lluvias se inunda y humedece al Cristo.

“Aquí realmente estamos sufriendo un poco porque con las lluvias se me inunda y dura hasta 15 o 20 días con la humedad, y tengo miedo de que en un futuro se me empiece a dañar”.

El Cristo es hoy una de las mayores atracciones de Nuevo León, que ha sido admirado por cientos de personas de diferentes partes del mundo de acuerdo al registro de visitantes.

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